20 de diciembre de 2007

Atención, Al-Taïr


La primera vez que miró hacia un lado ella se sorprendió. Luego, por algún motivo, ya no fue lo mismo. Pensó en algunos años atrás, cuando aquel otro había mirado hacia un lado, todo un síntoma de que se había acabado y no había vuelta atrás. Ella caminó como pudo al baño y vomitó ese rechazo que él le lanzaba con la mirada. Esta vez pasó algo así, pero años después y con otro. Ella de todas formas vio que algo se había roto. Y también desvió la mirada, triste. Ahora entendía lo que aquella mujer le había reprochado, aquello de mirar siempre a los lados, escapando de la estática. Miró hacia un lado, desvió la vista y con ella la atención. Jugaría con las mismas reglas de no decir ni reflexionar, demasiados secretos (todos lo sabemos) rompen hasta una roca de amor.

14 de diciembre de 2007

Windows, Al-Taïr

Mientras, y digo mientras porque esto es un paréntesis tan breve como artificial, vos fingís seguridad y bajás ventanas, yo me sumerjo en mi más profunda incertidumbre. Tu temor a que vea, que te lleva a ocultar, mi incertidumbre cobra un perfil cada vez más claro y amoldo, rearmo, mi hipocresía. Nos miramos, sonreímos y hacemos el amor. Pero me dejás claro cada vez que no hay nada entre tu mirada y la mía. Temés ¿temo yo? Me enseñaste a ser segura sin darme seguridad. Y ahora, que llega ese tiempo de observar, las cosas son raras. Me acuesto, miro el techo, llega la noche, salgo. Me sumerjo en la noche, que quiero compartir con todos menos con vos. Me sumerjo en compañías que me brindan lo que vos no, por tu temor. Cae una ventana, cae un pedazo dentro mío: de confianza, de esperanza, de expectativa. Me sumerjo buscando brazos, besos, vasos. Me sumerjo en una noche conocida y aun así sorpresiva. Poniendo en riesgo mi sensibilidad, regalando mi antigua fidelidad. Y llego sucia de manos y mentes, de noche y de rostros. Vos simplemente me ves y bajás otra ventana. Yo quiero correr, pero es de día. Y simplemente me tiendo en la cama. Y quiero llorar.

Ausencia, Efraim Medina Reyes

Cuando pienso en ti el dolor regresa y me aplasta como hacen los niños con las hormigas. Tu ausencia es mi castigo. Aunque sé que no puedo encontrarte, recorro día y noche el laberinto. Y dentro de mi estúpido corazón el deseo de verte crece y crece como un tumor de terciopelo. Tu ausencia marca el ritmo de mis horas e insomnios. He olvidado mi nombre, he olvidado cada cosa que no se relaciona contigo. La muerte me desgasta incesante y no quisiera morir sin ver en tus ojos el nivel del invierno. La vida es corta pero las horas son infinitas. Tu ausencia me rodea, me ahoga, me desgarra. Tu ausencia es mi único pecado y mi mayor condena. Tu ausencia es el beso invisible del ansia, el verano oscuro, las caricias invisibles. Las nubes pasan, las palabras se apagan y el dolor permanece. El dolor es mi perro fiel, el guardián implacable de esta cárcel atroz, de esta celda sin paredes a la que estoy confinado. Siento tu boca que roza la mía y huye hasta el fin del mundo. Tu imagen se forma y deforma en mi mente, las fuerzas me abandonan y sólo el dolor me sostiene. El dolor es mi único alivio. Busco el dolor como los insectos buscan la luz que les quema el alma. La vida te destruye en algún remoto lugar y mi memoria perfecciona cada uno de tus rasgos. Eres como siempre el resplandor y la lágrima, la dueña imposible de mis emociones. Antes de soñar el amor ya te soñaba a ti. Estás hecha de mi sangre y de mi nombre. Sé que aunque grite no vendrás, que tu ausencia invadirá mis huesos y borrará mi imágen de la mente de quienes me conocieron y juraron recordarme. Hoy es un día soleado, estoy a la deriva en un bosque de pinos. No sé cómo llegué aquí. Estoy esperando una señal, un evento secreto. Inmóvil sobre la hierba.

28 de noviembre de 2007

Nosotros, que nos queremos tanto. Al-Taïr

Risas, abrazos, besos, compromiso, hogar, camas, sábanas, siempre las mismas.




Ideas, soledad, pensamientos, pensamientos, pensamientos, agobio, incerteza, inseguridad.




Infidelidad, desenfreno, indiferencia, cantidad, sexo, desamor, desamparo, carcajadas, vacío.



Otra vez: un click infinito e intermitente que resuena en mi cabeza. Y una pared: infranqueable, enorme, negra.




Se ha roto algo en mí, hace tiempo, con tus códigos, silencios y media miradas. Con tu falta de palabras y especificidad. Y juro que tus actitudes sólo siguen logrando que me aleje. Y voy a hacerlo sin más.

27 de noviembre de 2007

A un click de distancia, Flavia Ricci

Lo había visto, escuchado y repetido cientos de veces: el mundo estaba a un click de distancia. Aquel día, mientras entraba en la habitación, la mano de él se echó sobre el mouse, la miró de lado una milésima de segundo sólo para cerciorarse de que ella no había visto nada. Cerró la ventana del programa, se puso de pie y caminó hacia ella para besarla. Ella apartó la boca, la asqueaba la hipocresía porque la había protagonizado por años. El mundo estaba a un click de distancia y él a un segundo de quedarse en medio de la calle con sus valijas de compañía. Todo su historial estaba en la mente de ella, no hacían falta aclaraciones, aunque sí hubiesen sido útiles algunas palabras cara a cara.

8 de noviembre de 2007

H O M B R E, Flavia Ricci

Hay algo que me hace a mí impredecible, pero a tí traidor. Y con esa imprevisibilidad que me caracteriza, al percibir que me mentías me sumergí nuevamente en el mar de hombres, de mentiras, de falta de compromiso. Realmente quería algo distinto, pero no estuviste a la altura. Y entre los cambios de mi vida, elijo no estar contigo. Dejarte sin decírtelo, que es el primer paso para decirte adiós. Ahora entiendo que cuando se llega al desinterés total, ni siquiera importa comunicar las cosas. Toda mi sinceridad, que te regalé, se hizo añicos. Recogí los pedazos, porque me la llevo conmigo. No he podido contra tu falta de claridad, contra tus charlas con media sonrisas en el móvil y frases en código. No he podido contra esas muestras claras de que me engañas, de que no soy lo que dice que soy para ti. Y al final me he refugiado en mí, luego de pensar que podría hacerlo en ti. He visto en un segundo como todo se caía, he visto el páramo en el que se convirtió mi vida sin tí, pero lo elijo al paraíso artificial que querías hacerme creer que existía. H O M B R E. La palabra, te queda muy grande.

5 de noviembre de 2007

(Por) fin, Flavia Ricci

Con la suficiente cercanía pero sin agobiar, con ese estar pendiente pero con sinceridad, con esas ganas pero yendo más allá del trofeo de tu conquista, con esa presión de tu presencia pero sin que haya re-presión por mi parte, con ese siempre, por fin, con ese tal vez hecho "sí", con esa seguridad que jamás tuve, que no tengo. Así, así voy por la vida, pateando piedritas, felizmente conmigo. Despojada de amores, que no me dan certezas de algo más allá, que no pasan de sexo repetido y redundante, con los días contados y la condena de antemano. Con un martillo justiciero que cae, que va cayendo, que casi se escucha sonar (si fueses menos sordo y estuvieses más atento).

Colombia 2007, Flavia Ricci


La Candelaria, La Macarena, Guatavita, La Calera, Club Colombia, La Fragata, arepas, bandeja paisa, Aguila, Rosario Tijeras, Gran Estación, Deyadira, Carlos, Álvaro, Natalia, picante, Juan Valdez, Oma, El Corral, ruana, chévere, señora, Monserrate, Guadalupe, Tequendama, Catedral de Sal, pelada, sardina, viejo, Uribe, Guerrilla, paramilitares, militares: Colombia.

27 de octubre de 2007

1+, Flavia Ricci


Hoy me miré al espejo, había una foto imaginaria tuya en la esquina superior izquierda. Izquierda, sólo podrías haberla dejado allí. La quité, la quité para quitarte de mi vida. Y a continuación todo pareció enderezarse. Aparecieron otros, que te reemplazaron en el tiempo, pero no en la intensidad. Y al fin, él.
Hoy me miré al espejo, lo veía y lo veía a él. Todo crecía hacia todos los lados, casi sin saber por qué y a pesar de todos los pronósticos, incluso del mío. Inabarcable era aquello, enorme e inexplicable ¿De dónde venía esa fuerza? ¿De dónde provenía esa intensidad?
A medida que pasaban los días iba pasando las pruebas, aquello de mirar a los lados. Casi no miraba, y cuando miraba no veía nada especial. Él no formaba parte de aquel centro que compartía los lados. Ella le había dado ese sitio y hasta se la veía convencida.
Pero un día, por exceso de algo que él mismo no pudo nombrar, la confianza se quebró. Ella ya no tenía la foto en el espejo, así que veía todo mucho más claro. Y lo vio, vio todos esos cristales que deja la confianza cuando se rompe esparcidos por el suelo. Los miró y no quiso pasar ni cerca. Sencillamente se alejó de él. Y volvió a ese mundo incierto, hasta algo hostil de sexo y hombres, de los hombres que ladran.

19 de octubre de 2007

Y por tanto, Flavia Ricci

Y por tanto, ansío y casi exijo que jamás pierdas esas palabras que generaban expectativas, esos detalles que no daban todo por sentado, ese estar pendiente porque nada es seguro. Ansío y casi exijo que no des nunca nada por sentado, que nos busquemos como si aun no nos hubiésemos encontrado, que nos amemos como si aun no lo hubiésemos comprobado, que nos sintamos como si jamás nos hubiésemos tocado, que nos esperemos como si aun no hubiésemos quedado. Ansío, casi exijo sentir esa sensación de nervios, expectativa, retroceso y avance por verte. Ansío, casi exijo que siempre sintamos que esto es algo de cada día, esa sensación de encontrarte, porque podría ser que no estuvieses. De que me respondas, porque podría ser que le hablara a una ilusión una vez más. Ansío, casi exijo, llegar a la sintonía en donde ambos preservemos esto que tenemos, hasta de nosotros mismos. Del tiempo, que todo lo devora, de la rutina, que todo lo desgasta. Ansío, casi exijo, que no confundas confianza con conformismo. Que nunca te conformes con lo que tenemos, porque siempre podremos construir más y mejor. Que cada día escuches una voz que te diga "eso no es nada aun, buscaros, hay más".

18 de octubre de 2007

Bendito tú eres entre todas tus mujeres, Flavia Ricci

Tomó un café por no abrir el libro que llevaba consigo. Miró hacia la calle, despreocupada, desenamorada. Hizo memoria, días, besos, la nada ... No tenía mérito estar con ella simplemente porque él no estaba con el resto. Siempre creyó que elegir, es elegir a uno y por sobre todos. No una cuestión de soledad, no un "hasta que lleguen los demás". Y por eso jamás había elegido a nadie. Trazó hipótesis en un papel en blanco, le gustaba graficar sus pensamientos. Muchas veces, tanto los gráficos como sus pensamientos eran incomprensibles para el resto. Recordó lo fuerte que se había sentido con él, si estiraba una mano creía que aun podía palpar esa sensación. Sin saber que él estaba allí porque le convenía, por no sentirse solo. Ella sintió nuevamente el paseo de los días sin fin del futuro que creía tenían por delante. Recordó esa sensación de verse con él en el reflejo de algún cristal callejero. Recordó sus ganas de llorar y poder explicarle, aunque no podía con palabras, que esa noche dio vuelta la página, se quitó de encima varios días de corazones rotos y el peso de los vasos vacíos, con besos anónimos. Miró sus manos, ávidas por tocarlo todo. Lloró, de desamor, vacía. "Sigue tu intuición", le habían dicho desde Barcelona en la tarde, y sus dudas afloraban a la vez que aparecían recuerdos de años atrás. Dos copas, dos velas, dos miradas y un sólo hombre, él. Una vez más, él. La vida sigue, chiquilla .... una mancha más al tigre, una sonrisa que aflora nuevamente, una confirmación de su mala puntería que llevaba años, a veces adrede, a veces sin querer. Nada que él hiciera podía volver a hacerla sentir elegida, porque había abierto los ojos. Pidió otro café, abrió su agenda e hizo una llamada. Qué le hace una mancha más al tigre .... guapa.

7 de octubre de 2007

La espera, Hugo Finkelstein

Estoy esperando
a alguien que no conozco.
Que conocí y no viene.
Que llega pero no sacia.
Que sacia pero se va.
Que se va y no vuelve.
Y comienza la espera
que tiene forma de carta
que no llega.
De teléfono , que no suena.
De timbre, que nadie toca.
De puerta, que no golpean.
Te espero
como enfermo para curarse,
y un soldado la licencia.
Como escolar el fin de curso
y obrero el día de fiesta.
Te espero
con la fantasía de un niño.
con la ilusión de miles de jóvenes.
Con desesperación al sentir
que envejezco
y con la seguridad con que espero
la muerte.
Y te espero...
con la angustia del insomne,
con ansiedad y con miedo.
Con el recuerdo que se desdibuja.
Como alguien que fue herido
y pide que le alivien el dolor.
Y cuando ya parece
que lo esperado no viene,
lo esperado llega.
Pero nunca, nunca
lo que llega es igual a lo esperado.
Lo esperado siempre es mejor.
Entonces la espera termina
para dejar lugar a una nueva espera.

Estoy esperando a alguien
que no conozco.

6 de octubre de 2007

Comment te dire adieu live Jane Birkin

La h no es muda, Flavia Ricci


Quién lo hubiera dicho, la h no es muda. No es como me decían en el cole, que la h estaba allí, sin un sonido propio. Sin embargo tú tienes miles de sonidos, y tu h no es muda, no, porque le has puesto palabras para mí. Ambos estamos en mi tierra (desde hace un tiempo y cada vez más tuya), ambos hemos estado en la tuya (años atrás y por muchos motivos mi hogar también). Compartir contigo lenguajes comunes, sitios emocionantes en común es como verte sin tener que mirarte, es como escucharte aunque no te oiga. Un río en tu ciudad y otro en la mía que nos unen y un Mediterráneo único y una ciudad que desde allí nos mira. Un lenguaje común, dos idiomas que pueden ser uno, el nuestro. Haber encontrado por fin con quien compartir todos aquellos años que me hicieron mejor persona. Saberte como alguien con quien no es necesario explicar nada, porque las palabras hablan por sí mismas y las miradas miran hacia el mismo sitio. Sonreír, porque sí. Hablarte con orgullo de mi tierra, hablarte con orgullo de la tuya. Que estés aquí, aquí mismo y pueda mirarte, escucharte y hasta darme el lujo de necesitarte. Ver en esos ojos una pasión que viene de lejos con un poco de rauxa y un poco de seny. Estar feliz de que estés aquí y de haber estado allí. De que podamos compartirlo y de que seamos ambos el pasaporte y el billete de ida y vuelta Argentina/Catalunya. La h no es muda, no. Lo supe desde que vi tu nombre en mi móvil y tú dijiste tu primer "hola".

30 de septiembre de 2007

Yo quería ser argentino, Sergio Ramírez

Desde la verdura en harapos del trópico bananero, yo quería ser argentino. En aquellos ya remotos años cuarenta que fueron los de mi infancia.

Un primo rico se daba el lujo de mandar a empastar los números de Billiken, y en esos tomos tan preciados descubrí La dama del perrito de Chejov, y El oso de Faulkner, cuando aquel primo se dignaba prestármelos. Me quedaba leyendo hasta altas horas de la madrugada a la luz de un foco de mano, embozado bajo la sábana, para no ser descubierto en el delito del desvelo, Billiken y también los números de El Peneca. Todavía se sigue llamando penecas en Nicaragua a las revistas de historietas. Y me identifiqué con Patoruzito, el indiecito semidesnudo de las pampas, aprendí lo que era una boleadora y un ombú, y gané mi primer antihéroe en su adversario Isidoro, el porteñito engominado. Civilización contra barbarie.

Aprendí también desde entonces la palabra canillita, porque un niño inválido, que vendía periódicos por las calles de Buenos Aires, apoyándose en una muleta, era capaz de transformarse en el Capitán Maravilla con sólo pronunciar la palabra mágica Shazam (compuesta por las iniciales de Salomón, Hércules, Atlas, Zeus, una que he perdido, y Marte), y ya en su investidura de héroe poderoso abatía puñetazos a la peor ralea de maleantes que se ocultaban en los meandros del barrio La Boca.

Mis libros de lectura de la escuela primaria venían también de Argentina, y me acostumbré a que la bandera patria que figuraba en la primera página de esos libros, tan parecida a la de Nicaragua, tuviera ciertas ligeras variantes con la mía; apenas un poco más pálidas las franjas azules, y en la franja blanca del centro, en lugar del escudo de cinco volcanes, un sol resplandeciente. Y Eva Perón. En la pobre biblioteca de mi escuela, donde todos los libros alcanzaban en unos cuantos estantes de pino, no había mejor momento para mí que el de entregarme a repasar las páginas de un álbum de fotos a colores de pastel dedicado a aquella primera dama caritativa de moño perfecto y sonrisa angelical, que venía a ser como la reina del mundo, y que tantos años después reviviría para mí en la espléndida novela Santa Evita, de Tomás Eloy Martínez.

Pero también tengo en mi vida a la Editorial Sopena Argentina, con sus libros a dos columnas en los que leí Los miserables, El Conde de Montecristo y Los Tres Mosqueteros, y la Editorial Kraft, que publicaba cuentos japoneses y poemas chinos con delicadas ilustraciones, y aún más tarde, mi encuentro con En busca del tiempo perdido, traducido por Pedro Salinas, en los libracos en cuarto mayor de tapas de cartón y hermosa letra, tal vez de la casa editorial Salvador Rueda, mal me engañe la memoria; más Trilce, El Canto General, El Romancero gitano y Marinero en tierra, unos tomitos en rústica de cubiertas grises, con sello de Losada, tiempos dichosos en que los libros de poesía eran tan baratos. Era la pujante Argentina de Juan Domingo Perón. Una Argentina capaz de llegar con sus masivos embarques de libros hasta las costas de Centroamérica, a los mismos muelles donde atracaban los barcos refrigerados de la flota blanca de la United Fruit Company a recoger los racimos de fruta que eran nuestra insignia de banana republics. Los diputados, decía Sam Zemurray, quien inventó aquel negocio fabuloso del banano, eran más baratos que las mulas, según recuerda en Hora Cero Ernesto Cardenal. Mi infancia pertenece también a la voz de Carlos Gardel en las rocanolas de las cantinas, una voz que venía desde la eternidad, y ante la que lloraban de auténtica pena los borrachos despechados, y sus películas, vistas una y otra vez por el mismo público ávido en el único cine del pueblo, a la luz de las estrellas, y a causa de tanto Gardel en las vidas cotidianas es que a un carpintero de ataúdes, que llevaba las uñas manchadas de maque, lo llamaban Caneja, por aquello de fuerza, caneja, sufra y no llore... Mis libros de lectura escolar hablaban de graneros colmados, ferrocarriles que atravesaban la pampa, infinitos hatos de ganado, barcos que partían pletóricos de mercancías. En el país del que venían los libros y las historietas, los niños iban a la escuela pública de uniforme, como no ocurría en Nicaragua, donde no había siquiera bancos para todos los alumnos. Cómo aquel niño que era yo no iba a querer ser como los argentinos, así como los argentinos querían ser como los europeos.

Pasaron los años. Poco antes de que Perón fuera derrocado, cuando las arcas repletas de lingotes de oro empezaban a vaciarse en el Banco Central de la Nación, gracias a las más variada suerte de corruptelas, y a la mano munificiente de Santa Evita, el viejo Somoza fue recibido con toda pompa en Buenos Aires, y Perón llenó para él la Plaza de Mayo con un millón de personas. Conservo esas fotos, los dos en el balcón de la Casa Rosada, en arreos militares de gala, frente a la inmensa multitud. Más tarde, en triste pago, Perón fue acogido en su exilio en la calurosa y provinciana Managua, y se alojó en los aposentos del Palacio presidencial de Tiscapa. Ese año de 1956 mataron a Somoza, y Perón huyó, temeroso de su mala estrella a refugiarse en brazos de Trujillo a la República Dominicana. Isabelita Martínez, a quien Perón había conocido en Panamá en un night-club, cuando iba precisamente rumbo a Managua, llegó a convertirse en presidenta, y tuvo por consejero áulico a López Rega, un brujo de arrabal que era, además, jefe de una banda de sicarios, una "mano blanca", como las de Guatemala, o El Salvador.

Argentina ya no parecía el país europeo que era en las páginas de mis viejos libros escolares, sino una república bananera, como cualquiera de las nuestras. Una cabaretera presidenta. Un brujo asesino, un prestidigitador del poder. Eso no podía ocurrir sino en una república bananera. Y después, las desapariciones masivas, los prisioneros lanzados desde los aviones en alta mar, enterrados en bloques de cemento en el fondo del Río de la Plata. Eso es lo mismo que ocurría en Guatemala y en Nicaragua. Y luego Menem, un chulo disfrazado de prócer, con patillas a lo general San Martín, también venía a ser tan centroamericano en sus ínfulas perdularias. Ahora que tantos argentinos descuajados de la normalidad de sus vidas se quieren subir a los viejos barcos en que sus antepasados llegaron desde Calabria, o desde Marsella, o desde Vigo, a buscar un refugio quizás imposible frente a la catástrofe que la repetida corrupción ha traído sobre Argentina, el rollo de película es echado a andar, pero hacia atrás. La civilización y la modernidad con que tanto soñaron todos los que desde el siglo XIX ansiaron ser europeos, y con la que soñamos en el calor del trópico, donde huele a frutos demasiado maduros, todos los que quisimos ser argentinos, se caen a pedazos como las bambalinas de un escenario en ruinas.

Pero yo sigo queriendo ser argentino. No sólo por mi infancia nunca perdida. También por Lugones, por Borges, por Cortázar, por Osvaldo Soriano, por Tomás Eloy Martínez, y por supuesto, por Gardel. No más les digo que esperemos, que ya vendrá el día en que no habrá más pena ni olvido.

5 de septiembre de 2007

Mujer frontón, Flavia Ricci

Algunas veces juego frontón. Me tomo mi tiempo, escribo mensajes y los envío. Los envío como botellas al mar, deseosos de encontrar al destinatario, que sé de antemano quién es. Y de allí que mis deseos se impacienten, y que ese mensaje sea justo "ese". Pero algunas veces, mis mensajes encuentran frontones. El mensaje rebota, a veces. El mensaje llega siempre en la misma dirección, otras tantas. Y observo entonces que los mensajes parten siempre del mismo sitio, de la misma persona. Entonces parece que juego frontón. Pum ! Va un mensaje que lees, que en el mejor de los casos respondes, pero que jamás lanzas, inicias. Pam ! Otra esperanza echada por tierra porque esperas, y la vida no está hecha para esperar (mucho menos para esperarte). Entonces salgo a caminar por Corrientes, entro en un bareto a por un café negro con un libro bajo el brazo. Y llega un sms, de alguien, que me roba una sonrisa. Y vuelvo a salir a la calle, que deja de ser frontón para transformarse en un buen partido de 1 a 1, en donde los dos jugamos con las mismas reglas, ya veremos cuáles.

4 de septiembre de 2007

Antes, Flavia Ricci

En el metro escuchando flamenco recordó sus infantiles años de guitarra. Aquellos en que rasgaba las cuerdas con firmeza y dulzura a la vez. Se miró las manos. Pensó en todo lo que habían tocado y en cuánto le costaría mover esos dedos con la astucia de antes. Pensó en que tenía una carrera de grado y un postgrado en comunicación, pero eso no la eximía de fracasos, malos y buenos entendidos que atesoraba en su haber. Pensó en que sabía de Biología, pero hacía años que no miraba a un gusano de cerca. Entonces se sentó en el parque y mirando al río color de león hundió lenta pero firmemente su cabeza en el césped lleno de hormigas, hongos, caracoles y olor a tierra húmeda después de llover.

2 de septiembre de 2007

Y súbita de pronto ..., Pedro Salinas

Y súbita, de pronto,
porque sí, la alegría.
Sola, porque ella quiso,
vino. Tan vertical,
tan gracia inesperada,
tan dádiva caída,
que no puedo creer
que sea para mí.
Miro a mi alrededor,
busco. ¿De quién sería?
¿Será de aquella isla
escapada del mapa,
que pasó por mi lado
vestida de muchacha,
con espumas al cuello,
traje verde y un gran
salpicar de aventuras?
¿No se le habrá caído
a un tres, a un nueve, a un cinco
de este agosto que empieza?
¿O es la que vi temblar
detrás de la esperanza,
al fondo de una voz
que me decía: «No»?
Pero no importa, ya.
Conmigo está, me arrastra.
Me arranca del dudar.
Se sonríe, posible;
toma forma de besos,
de brazos, hacia mí;
pone cara de mía.
Me iré, me iré con ella
a amarnos, a vivir
temblando de futuro,
a sentirla de prisa,
segundos, siglos, siempres,
nadas. Y la querré
tanto, que cuando llegue
alguien
-y no se le verá,
no se le han de sentir
los pasos- a pedírmela
( es su dueño... era suya ),
ella, cuando la lleven,
dócil, a su destino,
volverá la cabeza
mirándome. Y veré
que ahora sí es mía, ya.

31 de agosto de 2007

La hora, de autor desconocido

Llegó la hora de la verdad. Por fin sabremos si somos tan irresistibles; imprescindibles y geniales ... O sólo un par de necios, estúpidos y engreídos.

28 de agosto de 2007

Pasiones, de autor desconocido

Era una pasión condenada a muerte. Pero la preferí a otras que me condenaban a cadena perpetua.

27 de agosto de 2007

Lo C, Flavia Ricci

Esa sorpresa de verte. Esa sonrisa repentina. Esa felicidad porque sí. Esas expectativas. Esa mirada cómplice. Estos, mis ojos, que te buscan. Esas ganas de verte y mirarte. Ese verte constantemente aunque no te mire. Ese saber en dónde encontrarte. Ese querer darme y brindarme. Sin máscaras, ni maquillajes. Esa necesidad de necesitarte. Esas ganas de respirarte. Esas ansias porque llegue el día. Esa apuesta a que se repitan. Esa sonrisa repentina, ese encontrarte allá hacia donde mire. Ese darte el lugar de los mejores. Y de entre los mejores, el único. Ese haberte dado ese lugar, tan mío, tan mío.

Adiós, de autor desconocido

No he dejado de quererte, sólo he dejado de mentirte.

Ex, de autor desconocido

Si me pierdo otras cosas por estar contigo te perderé a ti en muy breve tiempo. ¿Que has dejado de amarme? Ya lo sabía, pues también yo he dejado de amarte. ¿Dudas de mí? Vamos ... vamos ... Dudas de ti! No me preguntes si fui feliz. ¿Lo fuiste tú? Lo fui yo.

26 de agosto de 2007

Sin tregua, Almafuerte

Llénate de ambición. Ten el empeño
ten la más loca, la más alta mira;
no temas ser espíritu, ser sueño,
ser ilusión, ser ángel, ser mentira.
La verdad es un molde, es un diseño
que rellena mejor quien más delira ...
¿Que la ciencia es brutal y que no enseña?
Eso lo afirma es asno que la enseña!

Naciste en el peldaño de una escalera,
no en el seno confuso de una nube;
con el Cetro en las manos, o la Pala,
pero rauda y audaz como un querube;
si no son los peldaños es el ala
que te despierta y que te grita: Sube! ...
sube sin timidez, no te abandones;
si te asusta volar, hay escalones!

Escalones vibrantes que repelen
con poderosa percusión elástica,
que a salvar las alturas nos impelen
en una sin cesar marcha gimnástica;
anhelación de ser, marchas que suelen
rematar en la púrpura dinástica! ...
No te duermas, por Dios, no hagas tu nido
en el vil escalón donde has nacido!

25 de agosto de 2007

El ritual de Iselda, Flavia Ricci

Iselda (germano): la que es fiel.

Ella intuía que aquel sería, seguramente, su último cumpleaños. Y bueno, así era la vida. Uno se deslizaba inexorablemente a través del tiempo hasta quedar, inexorablemente, en jaquemate. De manera tal que Iselda procedió a levantarse con la mejor de sus sonrisas y emprender un nuevo y desafiante día.
Sabía lo duro que sería ese en especial: sus familiares tratando de ser obsecuentes con ella, sus amigas hablando de sus últimos viajes por lugares que conocía de memoria y, como si todo eso fuera poco, los regalos ... aquellos pequeños paquetitos que intentan (y sólo quedan en eso) remediar viejas falencias de antaño. Pero si algo siempre la caracterizó fue su poder de voluntad y su fuerza interior. Así es que comenzó su día con todas sus energías y con la mayor normalidad posible.
Aquel 17 de septiembre transcurrió con un aplomo descomunal hasta para Iselda, tan acostumbrada al trajín permanente de sus días. Con sus 65 años no podía quejarse: tuvo pasiones, desafíos constantemente, trabajo por doquier y hasta sorpresas cotidianas, que fueron la sal de su vida.
Sí, en verdad no podía quejarse. Ella, que nunca soñó siquiera con llegar hasta donde lo había hecho y sin embargo le fue posible ...
Inmersa en estos pensamientos dejó de prestar atención al desfile ininterrumpido de familiares y amigos que se fue haciendo presente poco a poco en su domicilio personal. De vez en cuando asentía o esbozaba una media sonrisa intentando demostrar que se encontraba aun dentro de la realidad de ellos ...
Por fin, después de despedir al último invitado, consiguió quedarse a solas consigo misma. Qué sensación de alivio experimentó repentinamente. Además, ahora sí podía hacerse, como lo hacía año tras año, "su" propio regalo de cumpleaños. En realidad, siempre fue el mismo, pero para ella era una especie de irremplazable ritual anual.
Comenzó a pensar en él. A devorarlo con sus pensamientos. A buscarlo con ávida rapidez mental. A atraerlo para sí misma. Evocó cada momento, por más efímero que pareciese a simple vista, para rearmar aquel rompecabezas que desde hacía un año había quedado intacto, archivado en un pequeño-gran espacio que Iselda guardaba, y resguardaba, para él, su gran y único amor: Dante.
Rememoró cada pieza, con una paciencia típicamente maternal, hasta reagruparlas a todas, una por una. Era parte esencial del ritual que no faltase ninguna. Era una condición sine qua non. Así que, una vez que hubo logrado su cometido, continuó deleitándose con las remembranzas. Degustó una a una como si fuesen escenas cinematográficas aquellos momentos de su vida en compañía de Dante, el amor de su vida. Esa vida tan agitada y evanescente que cobraba sentido cuando estaban juntos los dos, casi fuera de este mundo tan real ... Esa hermosa vida suya, de Iselda.
Y prosiguió saboreando satisfecha cada recuerdo que venía a su memoria. De repente comenzó a agrupar uno por uno a todos ellos. Los clasificó cronológicamente y no le quedó más remedio que amontonarlos un poco, fue la única salida que encontró para darles a todos ellos cabida.
A medida que fue dando por finalizada esta paciente operación una sonrisa asomó por la comisura de sus labios. Así se abocó a la última parte del ritual. Fue envolviendo a todos sus recuerdos con Dante, pacientemente, ya que era necesario armarse de voluntad para que todo saliera como debía.
Continuó envolviendo sus recuerdos, rodeándolos de un papel color dorado que había preparado para la ocasión. Así, cuando hubo finalizado, le colocó un gran moño rojo de terciopelo al no menos grande paquete. Y, en la esquina superior derecha, una pequeña tarjetita rezaba: "Iselda y Dante. NO TOCAR. 17 de septiembre". Y dando por terminada la operación guardó y resguardó una vez más, a éste, que era el más grandioso regalo que pudiera recibir jamás y que, año tras año, inexorablemente repetía para sí.
Su gran amor, Dante ... tan cerca y tan lejos suyo, y sin embargo, nuevamente tan pero tan cerca ...
"Iselda, es hora de dormir. Mañana será otro día", dijo para sí. Y guardó el obsequio, el único que realmente le importaba, dentro, muy dentro de su mente. Y dentro, mucho más profundamente aun, de su rejuvenecido y enamorado corazón.


Flavia Ricci
Tres Arroyos, 22 de septiembre de 1996

Equilibrio, Flavia Ricci

Vivir es apartarse momentáneamente del equilibrio. El equilibrio total, sin cambio, es la muerte. La vida es desequilibrio controlado.

8 de agosto de 2007

No hay excusas para no pasar alimentos, Flavia Ricci


Ayer miraba despreocupadamente a una señora en el colectivo 19, cuando dí con un titular de La Nación que me dejó indignada: Hernán Capiello, desde allí, titulaba su artículo "No hay excusas para no pasar alimentos". Vaya !!! Les dejo el enlace y debajo la carta de lectores que envié a La Nación y La Nación.com esta mañana:


http://www.lanacion.com.ar/932403



Carta que envié a La Nación:

Estimados,
Ayer leí en vuestro periódico el artículo de Hernán Capiello titulado "No hay excusas para no pasar alimentos". Quería expresarles mi indignación por lo parcial del artículo, que parece querer justificar que un padre desocupado pueda quedar exento de pagar la pensión alimenticia fijada por la ley. Soy madre de una niña de 4 años que creció sin la ayuda económica de su padre y por la cual he afrontado todos los sacrificios que he tenido y tengo que hacer, para que no le falte nada jamás. Me preguntaba con el arículo del Sr. Capiello: si alguna vez yo fuese la desocupada ¿podría esgrimir ese motivo para no hacerme cargo como madre de mi hija?. Hacerse cargo económico de nuestros hijos no es sólo pasarles una pensión alimenticia según lo estipulado por la ley, sino todo lo que esté a nuestro alcance (un padre que por pagar $250 de pensión alimenticia por un hijo crea que ha hecho todo, se equivoca, no alcanza para mucho). De la misma forma, tener la guardia y custodia de un hija es levantarse cada día si tiene fiebre, llevarle al Jardín, leerle cuentos, caminar de su mano, tener siempre una sonrisa, cambiar hábitos, vida sexual, salidas y vivir casi por entero por ese hijo. Esto sí es ser madre a pleno, y me estoy olvidando que además, tener un niño en casa conlleva unos $1.000 por mes más los $250 del padre, siempre que no esté desocupado claro. Bien por el fallo en Bahía Blanca. Ejemplificador.

Saludos cordiales,
Mg. Flavia Ricci
DNI 24.891.818
Ciudad de Buenos Aires

7 de agosto de 2007

Ni forte ni fragile, Enzo Enzo


j'aime entendre les mots qui fondent à mon oreille , des mots que gaspille en rêvant notre sommeil.
Des mots comme des bulles clair, qui éclatent de rire en l'air
Mon amour viens m'engranger de mots lèger.

Je ne suis ni forte ni fragile
j'aime l'idée que nos deux îles Amares et passent,se rejoignent
j'aime de tendresse virile quand le soleil de ton île
Me fait l'Espagne, Me fait l'Espagne

J'aime entendre un tendre violon
Qui en sourdine
évoque l'automne et sept ans de mandarines
Cette bulle de mélancholie
me fend l'âme à la folie
Wagner l'herbe orangée et c'est fleurit de valkyries

Je ne suis ni forte ni fragile
j'aime l'idée que nos deux îles Amares et passent,se rejoignent
j'aime de tendresse virile quand le soleil de ton île
Me fait l'Espagne, Me fait l'Espagne

et j'aime entendre ta voix qui dit des mots issus de paradis,
des mots de jour le jour de ton amour.

5 de agosto de 2007

Aprendizajes, Flavia Ricci

Aprendizaje I
Por algún extraño motivo, ni tú te enamoras de mí, no yo me enamoro de ti. Y sin embargo, mientras soy una especie de témpano, tú me enseñas a ser mejor persona. Y sobre todo me enseñas que muchos, muchísimos hombres, son transparentes como la luz.

Aprendizaje II
Qué tú pertenezcas a un mundo que cruza el Atlántico y yo a uno de este lado, de por sí me emociona. Porque son tus gestos los mismos que los míos, y tu acento es uno que me suena a hogar.
Mientras movías tus piezas de ajedrez pensaba cómo terminaría todo. Acostumbrada a desvestirme y a que los demás hagan lo propio, cambiaste mis planes.

- Me desvisto.
- No, yo voy a desvestirte.

Y de repente mi mente voló a 1992, cuando alguna vez dejé que lo hicieran. Tú, yo, somos esas piezas de ajedrez que avanzan por la vida, escapando de los cuadros predestinados. Caen piezas mientras cae nuestra ropa. Hace mucho frío fuera y contigo me siento en casa, aunque no sea la mía, y tampoco la nuestra.

28 de julio de 2007

Shortcut, Flavia Ricci

Después de la tristeza, la rabia, la distancia, de resistirse ella, de insistir él. Cara a cara se enfrentan a la verdad de saber que no es sólo sexo lo que los une, ni tampoco amor. Cada vez que se ven, van a ello. Activan sus mecanismos, presionan comandos y seleccionan shortcuts que los llevan inmediatamente al otro. Como si el tiempo no hubiese pasado. Uno al lado del otro, mirándose. Pero de adentro viene un aburrimiento tan grande que ella huye, lejos a los brazos del otro, sin sistemas ni mecanismos, sin shortcuts: pero donde todo está por escribirse.

26 de julio de 2007

Abismo, Flavia Ricci

Entre ella y él: el abismo. Ella no se lanza porque la distancia la abruma y porque él no le tiende la mano para facilitarle el camino. Él, lo de él es más simple. Sigue de ese lado del abismo porque ya no la ama.

24 de julio de 2007

Bifurcaciones, Flavia Ricci

CADAUNOASUAIRE mira a AUNTEQUIERO de semiperfil. Se lo ha cruzado por la calle Corrientes, un miércoles bohemio de teatros y café. Le pasó por al lado, rozándolo, y ambos cerraron los ojos en esos microsegundos de contacto ¿Qué hubiera pasado si ....? La distancia fue haciéndose más grande y uno giró en Talcahuano, perdiéndose. Así, en la vida, las circunstancias de lanzarse una vez más rozan a cada uno de esos personajes que pasean por Corrientes. AUNTEQUIERO se detuvo en la vereda, miró a su alrededor. Le gustaba imaginar, y sentir, que CADAUNOASUAIRE rondaba por allí. Y hacía más feliz cada uno de sus días.

16 de julio de 2007

Push baby, push ...., Flavia Ricci


Amante de la tecnología push, cada día recibe mensajes por RSS en su bandeja de entrada. Cuando quiere, donde quiere, si le place. Lee, sonríe, selecciona, se suscribe y desuscribe de acuerdo a sus intereses. Se mantiene en forma, in-formada. Tecnología push, ella no hace nada, sólo seleccionar lo que toca hoy día.

14 de julio de 2007

Memorias de Adriano, Marguerite Yourcenar

"Trahit sua quemque voluptas. A cada uno su senda; y también su meta, su ambición si se quiere, su gusto más secreto y su más claro ideal".

13 de julio de 2007

Trahit sua quemque voluptas, Flavia Ricci

Mirando archivos, hoy viernes 13 maldita la suerte, encontré 13 fotos perdidas en los innumerables laberintos de la PC. 13 fotos mías, 13 fotos tuyas, 13 fotos nuestras en este viernes 13. Sonreías tú, sonreía yo, y creo que es tan grande la máscara con la que he vivido todos estos años de sexo, placer y felicidad que comienza a arderme la cara ahora que estoy quitándomela. Me niego, pero también necesito alejarme de ti. Y lloro, lloro con la misma frecuencia que las veces que miro nuestras fotos, que me niego a mirar. Maldita la suerte de haberte perdido de forma irremediable. Bendito el día en que nos conocimos y bendita esta vida, que me permite vivir con el peso de que por las imprecisas calles de este mundo deambulas tú, deambulo yo. Y sólo eso, ni modo de estirar mi mano. Ni modo continuar durmiendo del lado de la cama en que dormía contigo. Ni modo comprarme la mejor de las compañías. Maldito viernes 13. Como arde el rostro.

3 de julio de 2007

Uno, Dos y Tres. Flavia Ricci

Mientras caminaba por Palermo Soho casi a medianoche con el móvil en su mano respondiendo a UNO, levantó la vista y se cruzó con DOS, quién lo diría, detenido en un kiosco. Sin recordar su nombre y menos de dónde lo conocía, pero segura de conocerlo, clavó la vista nuevamente en el sms que escribía y pasó a su lado. Y de repente, su mente hizo un salto hacia atrás y recordó: otra vez esa habitación, flash back: otra vez Barcelona, mientras que en cierta forma, echaba de menos la noche anterior, con TRES, que (aun) no respondía sus sms del sábado. Varias noches tiene Buenos Aires, pensaba y sonreía mientras la esperaba una noche tranquila de fin de semana. Era tarde, y también era tarde para girarse y saludar a DOS.

22 de junio de 2007

Mujer nómade, Flavia Ricci

Cada vez que estás por aparecer, no imaginas las ansias que me invaden. Cada vez que quedamos, es como si ese día, esa noche y su madrugada se extendieran por todo un fin de semana y una vida. Sobre todo, porque no sé en qué otras circunstancias, ni cuándo ni dónde nos volveremos a ver (aunque ahora tengo la certeza de que SIEMPRE volveremos a vernos en esta vida). Pero no te confundas, si lo que te hace huir es el compromiso, estamos iguales chaval. No es que quiera que te quedes, sino que si me gusta repetir hasta el hartazgo nuestros encuentros es simplemente porque quiero reproducir una y otra vez esas ansias de verte que me generas. Lo chungo viene después, después de ello, en donde huiría abruptamente de ti, que me aburres. Se fueron las ansias (te he visto) y el deseo (lo hemos hecho) y quedas tú, nosotros. Pero es que no hay "nosotros" ni me apetece que lo haya. Y entonces, estamos iguales, porque no quiero que te quedes, sólo quiero que una y otra vez llegues a mí. Quiero esperarte. Cuando llegue un hombre que me haga soñar con él (junto a él y acerca suyo) supongo que no sólo querré verle, sino que dejaré mi calidad de nómade para cogerle de la mano y abrirle mi vida de par en par. Mientras tanto, te espero ver llegar, con unas ansias adolescentes que me llenan el alma. Aunque después de ello presionaría un botón de stop y lo dejaría estar ...

18 de junio de 2007

Elegir

Uno de los imprescindibles para tener una buena calidad de vida, es construir un ecosistema sano. Cualquier organismo sano, en un ecosistema enfermo, termina por enfermarse. Allá va Rep con estas viñetas, que una cosa es dar una mano en las malas rachas y otra muy distinta es esa gente que todo lo tiñe con un tono gris o negro. Vade retro !

10 de junio de 2007

Como dizia o Poeta, Toquinho y Vinícius

"...Quem já passou por essa vida e não viveu,
Pode ser mais, mas sabe menos do que eu,
Por que a vida só se dá pra quem viveu,
Pra quem amou, pra quem chorou, pra quem sofreu
Ah, quem nunca curtiu uma paixão,
nunca vai ter nada não

Abre os teus braços, meu irmão, deixa cair,
pra que somar se a gente pode dividir,
Eu francamente, já não quero nem saber
De quem não vai porque tem medo de sofrer
Ai de quem não rasga o coração, esse não vai ter perdão
Quem nunca curtiu uma paixão, nunca vai ter nada, não"

22 de mayo de 2007

Olvido vs recuerdo, Flavia Ricci


Recuerdo disfruta un fin de semana más, sentado al lado de la estufa en esa noche de otoño porteño. Recuerdo presiona "play" mientras se cocina uno de esos platos de hace algunos años. Recuerdo pasa una y otra vez por la góndola de los vinos y mira desconcertado las etiquetas y precios, como si no hubiera sido él quien cogía varias botellas tiempo atrás. Recuerdo cierra los ojos mientras escucha risas de niña, palabras agudas, salidas inocentes. Recuerdo llena una fuente transparente con unos brownies work in progress. Recuerdo coge el autobús 76, atraviesa los recuerdos con los ojos cerrados y una media sonrisa y por fin está allí, en su mundo de recuerdos sin haber llegado al pasado, desde aquí, su ahora. Recuerdo abre los ojos y escapan algunas lágrimas que rápidamente recoge con sus dedos sin que nadie lo vea. Recuerdo recuerda y no puede evitarlo. Recuerdo mira hacia el restaurante aquel y ve toda esa gente disfrutando una velada de fin de semana noctámbulo, mientras regresa a su casa un sábado cualquiera. Recuerdo sigue caminando por la que alguna vez fue su calle, y su área de cobertura. Recuerdo recuerda que por aquello de las simultaneidades mientras ella y él disfrutaban dentro de un buen vino tinto y de "su" cena home made aquella gente seguiría allí, disfrutando fuera. Ahora Recuerdo es quien veía cómo lo hacían, allí afuera en su ahora. Se detuvo, Recuerdo en sus recuerdos. Aunque ya no estaba allí, todo seguía casi igual. ¿Qué pensaba Recuerdo? Obviamente así iba a ser ... Pensó qué cerca estaba de su entonces, a unos pasos de su ayer. Y sin embargo, en un momento recordó el autobús 76 y giró a la derecha. Subió en cuanto llegó y se alejó viendo aquel entonces, desde su ahora. Recuerdo a veces recuerda, pero poco a poco Olvido gana terreno. Recuerdo y Olvido muchas veces discuten, trenzados en frases absurdas de aquel entonces y este ahora. Olvido necesita de Recuerdo, Recuerdo necesita de Olvido. Allí, en el 76 alejándose de su ex zona de cobertura aprendió que no es que Olvido esté en contra de Recuerdo, ni éste de aquel: porque ahora sabe, y cada día lo ejercita, que olvidar es también saber tener buena memoria. Recuerdo y Olvido por fin están en paz, cada uno en un cómodo sofá con un vaso de whisky, conversando como amigos de aquel entonces, y de este ahora. Los brownies esperan ... Tal vez más tarde abra una botella de buen vino tinto, por qué no.

10 de mayo de 2007

El amor, Joan Manuel Serrat

El milagro de existir... El instinto de buscar... La fortuna de encontrar... El gusto de conocer... La ilusión de vislumbrar... El placer de coincidir... El temor a reincidir... El orgullo de gustar... La emoción de desnudar... y descubrir, despacio, el juego. El rito de acariciar prendiendo fuego. La delicia de encajar y abandonarse. El alivio de estallar y derramarse (...)

15 de abril de 2007

205, Flavia Ricci

Una frase en la calle, unas risas, unas palabras. Mis deseos se hicieron realidad y allí sentada por una calle palermitana con suficiente afluencia de gente: pasaste. No sé si decir "pasaste", porque recién ahora puedo ponerte un nombre. En aquel momento digamos que pasó alguien que me iba bien, y que fuiste vos. Coche, calles, 205, rampa. Algunas casualidades que me llevaron con rabia y desconcierto hacia años atrás. Vasos y besos vacíos. Palabras de despedida. Palabras sobre una hija, mi hija. La llegada a casa, ya sin vos. Una persona más rondando por Buenos Aires, tal vez pasando cada viernes por esa misma esquina, mirando otras caras. Algunos hombres que alguna vez conocimos rondan al mismo tiempo, los mismos días por las mismas calles. Un buen momento, una buena compañía. Hay algunos hombres buenos o tal vez, hombres que nos van bien para ese momento, el nuestro. Buenos, malos ... ya no creo en eso.

3 de abril de 2007

Palabras más o menos ayer te decía ...

Hace años leí esto:


El día en que se quedaron mudos fue porque nada tenían que decirse, o es que tantas palabras no dichas habían taponado las gargantas.

Y las cuerdas vocales no se descongelaban porque pensaban que proponerse hablar consistía en vomitar todas las acusaciones y reproches; acusar y juzgar por todas las ofensas cometidas o por lo menos decir cosas importantes.

Pensar que el hielo se hubiese roto si a uno de los dos se le hubiera ocurrido comenzar con un simple:

- Está por cambiar el tiempo.
- Probablemente lleva.
- ¿Te acuerdas de que te gustaba caminar bajo la lluvia?


En eso reside toda la ciencia de la comunicación.

27 de marzo de 2007

Disfraces, Flavia Ricci

Y dijo ... algunas veces me he desvestido, otras me he vestido y muchas, antes, antes, antes en mis otras vidas, me he disfrazado. Ahora suelo vestirme y desvertirme con mi propia ropa, las máscaras las he dejado para Carnaval.

22 de marzo de 2007

Chicos delivery, Flavia Ricci

Los hombres deliveries acechan, proponen, están. Uno, que con su propuesta de encuentros ocasionales olvidó que su acuerdo incluía regularidad, y con eso no transo. Otro que con su touch&go periódico e insuficiente me desgarraba por el resto del tiempo en que no aparecía. Otro que estaba dispuesto a todo, a tanto que en ese todo se olvidaba de lo que yo realmente quería (y de lo que jamás, nunca, querré). Los hombres delivery proponen, esperan, a veces disponen. "Voy para allá", me dicen, se dicen. Y yo, que con estos 31 recién estrenados y a punto caramelo espero y aspiro, miro a esos hombres delivery y me veo años atrás, mujer delivery. Pero ahora, años más y en Buenos Aires, tengo claro que los delivery son eso, entregables: abro el papel, quito el moño, veo qué hay dentro de la caja y simplemente, si me apetece, lo consumo. ¿No es eso lo que quieren los delivery?

4 de marzo de 2007

Love of my life, Flavia Ricci

"Sos la mujer de mis sueños", me dijo. Y con un irónico pero realista humor le retruqué "pues seguí soñando, lindo !" (Nota: cambió "vida" por "sueños" después de las sugerencias de un lector ... ver comments ... Grazie Gus !!)

26 de febrero de 2007

La mujer bisagra (a mis 31), Flavia Ricci

La mujer bisagra está a la mitad, sola, sin sentirse sola. A sus espaldas está A, quien la quiere bien, quien la desea y quiere poseerla. Delante de ella, dándole las espaldas, está B, que rechazándola le demuestra que aun le importa. Que mira hacia el mismo lado que ella, sin girarse. La mujer bisagra tampoco se gira hacia A, tampoco quiere poseer a B, se siente ecuánime, fresca. Hacia adelante un pasado que antes prometía futuro. Hacia atrás, un futuro que avasalla y quiere acelerar su presente, pero ella no lo permite. La mujer bisagra mira a ambos lados, se gira por sobre el hombro de A, mira más allá del hombro de B. Los hombres de sus vidas a veces miran, otras acosan, otras liberan. La mujer bisagra, con su propio cuerpo, intenta traspasar las fronteras del pasado y del futuro, en un presente a su ritmo, por fin.

6 de febrero de 2007

Un bebé en mi vida, Flavia Ricci


Llegaste (y elegí que llegaras) en uno de mis momentos calmos. O tal vez esa calma tenía que ver con que ibas a llegar. Pero llegaste, y rompiste mi velocidad de Ferrari, mis records, mi vida sexual, mis noches y mis días. Mis tiempos, eran tus tiempos, mis noches, eran las tuyas. Y hasta mi Barcelona se transformó en tu ciudad, no sé si más mía que tuya, tampoco importa. Mirándote aprendí a callar, sonriéndome me enseñaste a llorar de emoción. Con tus manos, con tu mirada, con tus besos ahuyentaste todos esos hombres que ladran, toda esa gente que gruñe, por la calle, en su vida. Te alineaste con quienes vivimos con pasión, y yo me puse a tu lado, te miré desde arriba guiñándote un ojo y comenzamos a caminar juntas. Me enseñás cada día que hacés honor a tu nombre y que por algo jamás dudé en que te llamaras así, por su significado y porque vos lo honrás. Hay un bebé en mi vida, me dije varias veces para convencerme de que así era. Y aprendí que no hay nada más triste que tu ausencia. Llenaste mi vida de joven desenfrenada para hacerme una joven madre, una mejor mujer. ¿Quién acaso no puede ser mejor cuando tiene un niño cerca? Llenaste mis días de pañales, de peluches, de libros, de dulce de leche, de helados y crayones. Mirando Tsotsi en el cine pensé una y otra vez en vos, mi Zoe. En que no quiero despertarme de este sueño, ni dejar de andar en bici con vos, en todo lo vivido y lo que queda por delante, en que afortunadamente no hay vuelta atrás y esto me gusta cada vez más. Felices 3 años y medio Zoe, la llena de vida.

4 de febrero de 2007

Los ex pasan, una queda, Flavia Ricci

Cuando intenté hacerte una broma, desde la distancia prudencial que permite la pantalla, diciéndote que eso de que soy simpática no lo dicen mi ex, vos dejaste todo al margen. Ahora estoy con vos, no con tus ex. Y .... ha de ser porque los ex pasan, una queda. Y algunos están pendularmente en ese hilo entre hogar y hogar y de sábado a sábado, colgando sin saber si arrojarse hacia uno u otro lado. Yo miro a los lados y de momento, de momento, prefiero pasar.

1 de febrero de 2007

Barcelona - Buenos Aires, Flavia Ricci

Siempre lo he dicho .... hay algunas B en mi vida que me han marcado. Algunas al inicio, otras a la mitad: Barcelona, Bogotá, Buenos Aires y vos, tu boca, tus besos y esa B al medio, siempre a la mitad.


Desde Barcelona .... y dentro de mis enlaces recomendados también:


http://www.manfatta.com/unhombredepago/2007/01/un-hombre-de-pago-viaja-al-cono-sur.html

Moltes gràcies Neus !!!

31 de enero de 2007

Diálogos de colectivo (II), Flavia Ricci

- ¿Mi hija? Sí, se fue de vacaciones, con el novio.
- ...
- Y el novio me dejó al perro, así que la que se quedó sin vacaciones soy yo.

29 de enero de 2007

Ser y estar, Flavia Ricci

A menudo se confunden los roles con las características constitutivas e indefectibles del ser humano. Escucho "soy licenciado en ...", mientras que en España, sabiamente en este caso, dicen "estoy licenciado en ...". Así, confundimos lo que significa ser una persona, ser una mujer, con ser madre, esposa, estar licenciada. Roles que una puede o no ejercer en su vida (por algo es de una la vida). Antes que nada soy una persona, luego, soy una mujer: constitutivamente, físicamente. Ahora bien, también soy madre y, para sorpresa de muchos, también estoy soltera (no soy soltera, ya he dicho que ser, soy persona y mujer). Por fortuna, solamente dos carteles nos vienen de nacimiento: ser personas y ser mujeres (u hombres). Y éste último, también está comenzando a poder cambiarse a gusto del consumidor.

27 de enero de 2007

Ser señora, Flavia Ricci

¿Qué hace (o no) que a una la llamen "señora"? ¿Está relacionado con la edad, con el estado civil, con el capricho de nuestro interlocutor? Señora es un adjetivo y como tal, responde a una "situación". Se está en situación de ser señora cuando una está casada/arrejuntada con alguien. Yo defiendo mi caracter de soltera orgullosamente, convencida de que, al no ser un sustantivo aquello de ser "señora", no pasa por tener o no hijos, ni por la edad, sino simplemente por el estado civil.

Y hablando de hijos y matrimonio, decía A. Giddens:

"Tener un hijo no tiene que estar vinculado necesariamente al matrimonio, y es una situación que se diferencia de la de épocas anteriores, donde esto parecía natural". (Anthony Giddens, La transformación de la intimidad, Editorial Cátedra, 1995).

26 de enero de 2007

15 dias en Agosto. Corto Tropofilms shortfilm

Una de las patologías urbanas presentadas por Javier Castañeda en La Vanguardia de Barcelona.

Diálogos de colectivo (I), Flavia Ricci

- Hola mi amor, sabés que tuve un accidente: me disloqué el hombro y me golpeé la cabeza. Quedé medio mal.
- ¡Uf! De la cabeza ya estabas mal, pero ¿y del hombro cómo estás?

25 de enero de 2007

Posiciones, Flavia Ricci

Si no admiro a quien tengo a mi lado, es imposible que lo tenga alguna vez debajo. No es que esto hable necesariamente bien de quienes han estado conmigo, o mejor dicho, de las personas con las que yo he decidido estar. Porque muchas veces, por entrecruces varios y variopintos, los factores que hacen a las decisiones no han tenido el mismo orden. Ahora bien, si hablamos de una continuidad, el amor sin admiración sólo es amistad.

24 de enero de 2007

¿El amor correcto en el tiempo equivocado?, Flavia Ricci


Como tenía 30' y no había almorzado, siendo las 15h30 se sirvió un café bien cargado y de máquina y pidió 2 medialunas de manteca. Se sentó mirando hacia la calle Tres Sargentos, unos 50 metros antes de que cruce Alem. El empedrado de la calle, el desnivel y la escasez de personas y personajes le permitieron saborear el café y sentirse volar, por estar en su Buenos Aires (cada vez más suyo).

La chica del presente pensó en el chico del pasado. Tal y como estaban las cosas (¿por dónde estaría él?) la chica del presente quería al chico del pasado. Pero el chico del presente no quería aquella chica del pasado. Y además, la del presente le daba igual. La chica del presente le guiñó el ojo al chico del pasado, mientras andaba por Druid Inn y volaba a Andorra y volvía a Buenos Aires y pensaba en dónde estaría el chico del pasado. Evidentemente, no podía encontrarlo ni siquiera mirando al chico del presente (comenzaba a entender muchas de las palabras que él, el chico del pasado, le había dicho alguna vez). La chica del pasado poco tenía que ver con la chica del presente. Y la de allá ni siquiera le guiñaba el ojo, estaban como peleadas las dos. La del presente, porque no tenía más opción que considerarse imbécil, pero aquello, se lo atribuía a la chica del pasado. Y a ésta no le hacía la menor gracia, por cierto.

La chica del presente buscaba y buscaba al chico del pasado, como en un Moebius infernal. El chico del presente buscó en aquel pasado, pretérito, a esa chica del presente. Pero en esa búsqueda, no había caído en la cuenta que el tiempo pasa, y que lo que deseamos a veces llega. Y a él llegó, llegó esa chica del pasado como la había deseado en ese pasado. Ahora mismo, en su presente. Pero, maldito tiempo pensó la chica del presente. Todo aquello es el pasado.

La chica del presente pensó en la chica del pasado. Y pensó en ese chico del pasado también. La chica del presente es como el chico del pasado. El chico del presente es como la chica del pasado. Tiempo. Y pensó en la frase que tantas veces la había sacado de situaciones incómodas .... (ver título de este comment).

La chica del presente miró la hora. Maldito tiempo, se levantó, pagó rápidamente y salió del bar. No quería llegar tarde, con el tiempo no se juega.

5 de enero de 2007

2007, Flavia Ricci


Separación Fase I

Y bien, después de una separación aparece irremediablemente el "podría haber elegido mejor". Uno se queda pegado a ese ideal de persona, más del lado del ideal que de la persona, más del lado de la idea que de la realidad. Es ese "no fue" el que lleva a un círculo vicioso del "por qué no me di cuenta antes".

Separación Fase II

Superada esa estapa de frustración llega una mejor: habida cuenta de los recursos, hice lo mejor. Una visión casi obligada que nada tiene que ver con la resignación de quien se conforma, sino que se acerca mejor a una visión estratégica de lo que nos toca vivir. En esta segunda etapa nos acercamos más a la realidad y vamos alejándonos del ideal. O mejor dicho, nos alejamos de la idea de que esa persona era la ideal.

Separación Fase III

No se trata de cómo vivimos, sino de lo que hacemos con lo que nos toca vivir. Elegimos. Respiramos. Respiramos una vez más dejando atrás aquello que, nos damos cuenta por fin, nos parecía ideal. La realidad, cruda o cocida, indica que no lo era. Y bien sabemos a estas alturas que una cosa es luchar por lo que queremos, y otra empeñarnos en creer que eso que alguna vez quisimos era lo mejor.

Respiramos, miramos hacia los lados .... Ops!! ¿Qué es toda esa gente? ¿Qué es todo ese Buenos Aires remixed? ¿De dónde salieron de repente esas sonrisas picarescas de la mesa de aquel bar?

Otra vez el tiempo es nuestro, todo entero. Respiramos .... pasa el año y ya no hablamos de "cuando él y yo el año pasado", sino que tenemos que remontarnos en el mejor de los casos al 2005.

Y ... a decir verdad .... con tanto 2007 por delante ¿es necesario acudir al archivo?

Feliz 2007 para todos.