24 de octubre de 2014

Océano mar, A. Baricco

—O sea, fijaos ahí donde llega el agua… sube por la playa, luego se detiene…eso es, precisamente ese punto, donde se detiene…, dura apenas un instante, después desaparece, pero si se consiguiera detener ese instante…, cuando el agua se detiene, precisamente ese punto, esa curva …, es lo que estudio. Donde se detiene el agua.
—¿Y qué es lo que hay que estudiar?
—Bueno, es un punto importante… a veces no se le presta atención, pero pensándolo bien ahí sucede algo extraordinario, algo… extraordinario.
—¿De verdad?
Bartleboom se acercó ligeramente a la mujer. Se hubiera dicho que tenía un secreto que decir cuando dijo
—Ahí acaba el mar.
El mar inmenso, el océano mar, que corre infinito más allá de toda mirada, el desmesurado mar omnipotente —hay un sitio donde acaba, y un instante—, el inmenso mar, un lugar pequeñísimo y un instante de nada. Eso es lo que quería decir Bartleboom.


12 de octubre de 2014

Pistas, Flavia Ricci

Sorprendeme
Sonreíme
Leéme
Soñame
Viajame
Acariciame
Mirame
Contame
Preguntame,

que después

probablemente

venga lo demás.


Pero si
decidís
comenzar por lo demás
y aunque quizás no me oponga
vamos a perdernos de todo lo primero
que por primero tiene motivos
cercanos al descubrimiento.

Mis suspiros como conquistas
Mis sonrisas como aliadas
Mis arrebatos como preámbulos
Mis porque sí
Mis porque vos.

Empecemos por lo primero:

- Hola, me llamo Flavia Ricci.







Tres veces al amanecer, A. Baricco

“(…) Pero la mujer dijo que gran parte de la gente sueña con volver a empezar desde cero, y añadió que en eso había algo que resultaba conmovedor, no loco. Dijo que, en realidad, luego casi nadie empieza de nuevo desde cero de verdad, pero no tenemos ni idea de cuánto tiempo se pasa la gente fantaseando con hacerlo, y a menudo justo mientras está metida de lleno en sus problemas, y en la vida que querría dejar atrás (…)”

9 de octubre de 2014

Moldes, Flavia Ricci

Después de vos cerré la puerta sin mirar atrás. Y no repetí aquello. Sin embargo, la primera vez que la vida nos hace hacer nuevamente algo y volver, de alguna forma cae el molde del pasado en el presente. A veces coincide más, otras no tanto. Así que mientras vuelvo a sacar un pasaje, vuelvo a viajar, vuelve a pegarse todo ese smog húmedo en la cara y vuelvo a sentir ese olor urbano, vienen a mi mente jazmines y pájaros, y vinos y cenas, sonrisas y músicas, abrazos y besos, caminatas y letras. En ese preciso momento cae el molde del pasado sobre el presente. Llego, no estás. Y veo mucha gente, sin que hayas ido vos. Y regreso al final del día, pero levanto una copa junto a tu ausencia. Y camino largamente, pero no suena mi teléfono. Y así, este molde del pasado encima del otro, del presente, me dice que no coincide mucho, que mientras a estas horas yo deambulo sola sin rumbo ni pretensión, a esta misma hora te abrazaba a mi regreso, brillaban nuestros ojos de emoción, nos besábamos y, si mal no recuerdo, te quitaba la ropa. Malditos moldes. 

7 de octubre de 2014

La vida, Flavia Ricci

La vi, mientras miraba libros en una librería de usados. No supe qué hacer, me aferré al libro que llevaba entre manos. Se acercó. El libro era de poesías. Y debo decir entonces, que no sé si la vi o la soñé, pero estaba a mi lado. Y yo llevaba un libro de poesías.




2 de octubre de 2014

Una forma de vida, A. Nothomb

Pese a la simpatía que me inspiraba, me daba cuenta de que habría preferido una carta suya a su presencia. ¿Se trata de una patología provocada por la hegemonía del correo en mi vida? Raros son los seres cuya compañía me resulta más agradable de lo que sería una carta –suponiendo, claro está, que poseyeran un mínimo de talento epistolar–. (…)
"No te gustan las personas de verdad", me han soltado en alguna ocasión. Me sublevo: ¿por qué los individuos deberían ser obligatoriamente más auténticos cuando los tienes delante de ti? ¿Por qué su verdad no iba a expresarse mejor, o simplemente de un modo diferente, en una misiva?.
Hay personas que ganan con el trato y otras que ganan al ser leídas. De todos modos, cuando alguien me gusta al punto de vivir con él, también necesito que me escriba: una relación no me parece completa si no conlleva una parte de correspondencia".

El harén de un tímido, René Avilés Fabila

Como temía decirles que no, opté por conservar a todas las mujeres que he amado.