31 de agosto de 2007

La hora, de autor desconocido

Llegó la hora de la verdad. Por fin sabremos si somos tan irresistibles; imprescindibles y geniales ... O sólo un par de necios, estúpidos y engreídos.

28 de agosto de 2007

Pasiones, de autor desconocido

Era una pasión condenada a muerte. Pero la preferí a otras que me condenaban a cadena perpetua.

27 de agosto de 2007

Lo C, Flavia Ricci

Esa sorpresa de verte. Esa sonrisa repentina. Esa felicidad porque sí. Esas expectativas. Esa mirada cómplice. Estos, mis ojos, que te buscan. Esas ganas de verte y mirarte. Ese verte constantemente aunque no te mire. Ese saber en dónde encontrarte. Ese querer darme y brindarme. Sin máscaras, ni maquillajes. Esa necesidad de necesitarte. Esas ganas de respirarte. Esas ansias porque llegue el día. Esa apuesta a que se repitan. Esa sonrisa repentina, ese encontrarte allá hacia donde mire. Ese darte el lugar de los mejores. Y de entre los mejores, el único. Ese haberte dado ese lugar, tan mío, tan mío.

Adiós, de autor desconocido

No he dejado de quererte, sólo he dejado de mentirte.

Ex, de autor desconocido

Si me pierdo otras cosas por estar contigo te perderé a ti en muy breve tiempo. ¿Que has dejado de amarme? Ya lo sabía, pues también yo he dejado de amarte. ¿Dudas de mí? Vamos ... vamos ... Dudas de ti! No me preguntes si fui feliz. ¿Lo fuiste tú? Lo fui yo.

26 de agosto de 2007

Sin tregua, Almafuerte

Llénate de ambición. Ten el empeño
ten la más loca, la más alta mira;
no temas ser espíritu, ser sueño,
ser ilusión, ser ángel, ser mentira.
La verdad es un molde, es un diseño
que rellena mejor quien más delira ...
¿Que la ciencia es brutal y que no enseña?
Eso lo afirma es asno que la enseña!

Naciste en el peldaño de una escalera,
no en el seno confuso de una nube;
con el Cetro en las manos, o la Pala,
pero rauda y audaz como un querube;
si no son los peldaños es el ala
que te despierta y que te grita: Sube! ...
sube sin timidez, no te abandones;
si te asusta volar, hay escalones!

Escalones vibrantes que repelen
con poderosa percusión elástica,
que a salvar las alturas nos impelen
en una sin cesar marcha gimnástica;
anhelación de ser, marchas que suelen
rematar en la púrpura dinástica! ...
No te duermas, por Dios, no hagas tu nido
en el vil escalón donde has nacido!

25 de agosto de 2007

El ritual de Iselda, Flavia Ricci

Iselda (germano): la que es fiel.

Ella intuía que aquel sería, seguramente, su último cumpleaños. Y bueno, así era la vida. Uno se deslizaba inexorablemente a través del tiempo hasta quedar, inexorablemente, en jaquemate. De manera tal que Iselda procedió a levantarse con la mejor de sus sonrisas y emprender un nuevo y desafiante día.
Sabía lo duro que sería ese en especial: sus familiares tratando de ser obsecuentes con ella, sus amigas hablando de sus últimos viajes por lugares que conocía de memoria y, como si todo eso fuera poco, los regalos ... aquellos pequeños paquetitos que intentan (y sólo quedan en eso) remediar viejas falencias de antaño. Pero si algo siempre la caracterizó fue su poder de voluntad y su fuerza interior. Así es que comenzó su día con todas sus energías y con la mayor normalidad posible.
Aquel 17 de septiembre transcurrió con un aplomo descomunal hasta para Iselda, tan acostumbrada al trajín permanente de sus días. Con sus 65 años no podía quejarse: tuvo pasiones, desafíos constantemente, trabajo por doquier y hasta sorpresas cotidianas, que fueron la sal de su vida.
Sí, en verdad no podía quejarse. Ella, que nunca soñó siquiera con llegar hasta donde lo había hecho y sin embargo le fue posible ...
Inmersa en estos pensamientos dejó de prestar atención al desfile ininterrumpido de familiares y amigos que se fue haciendo presente poco a poco en su domicilio personal. De vez en cuando asentía o esbozaba una media sonrisa intentando demostrar que se encontraba aun dentro de la realidad de ellos ...
Por fin, después de despedir al último invitado, consiguió quedarse a solas consigo misma. Qué sensación de alivio experimentó repentinamente. Además, ahora sí podía hacerse, como lo hacía año tras año, "su" propio regalo de cumpleaños. En realidad, siempre fue el mismo, pero para ella era una especie de irremplazable ritual anual.
Comenzó a pensar en él. A devorarlo con sus pensamientos. A buscarlo con ávida rapidez mental. A atraerlo para sí misma. Evocó cada momento, por más efímero que pareciese a simple vista, para rearmar aquel rompecabezas que desde hacía un año había quedado intacto, archivado en un pequeño-gran espacio que Iselda guardaba, y resguardaba, para él, su gran y único amor: Dante.
Rememoró cada pieza, con una paciencia típicamente maternal, hasta reagruparlas a todas, una por una. Era parte esencial del ritual que no faltase ninguna. Era una condición sine qua non. Así que, una vez que hubo logrado su cometido, continuó deleitándose con las remembranzas. Degustó una a una como si fuesen escenas cinematográficas aquellos momentos de su vida en compañía de Dante, el amor de su vida. Esa vida tan agitada y evanescente que cobraba sentido cuando estaban juntos los dos, casi fuera de este mundo tan real ... Esa hermosa vida suya, de Iselda.
Y prosiguió saboreando satisfecha cada recuerdo que venía a su memoria. De repente comenzó a agrupar uno por uno a todos ellos. Los clasificó cronológicamente y no le quedó más remedio que amontonarlos un poco, fue la única salida que encontró para darles a todos ellos cabida.
A medida que fue dando por finalizada esta paciente operación una sonrisa asomó por la comisura de sus labios. Así se abocó a la última parte del ritual. Fue envolviendo a todos sus recuerdos con Dante, pacientemente, ya que era necesario armarse de voluntad para que todo saliera como debía.
Continuó envolviendo sus recuerdos, rodeándolos de un papel color dorado que había preparado para la ocasión. Así, cuando hubo finalizado, le colocó un gran moño rojo de terciopelo al no menos grande paquete. Y, en la esquina superior derecha, una pequeña tarjetita rezaba: "Iselda y Dante. NO TOCAR. 17 de septiembre". Y dando por terminada la operación guardó y resguardó una vez más, a éste, que era el más grandioso regalo que pudiera recibir jamás y que, año tras año, inexorablemente repetía para sí.
Su gran amor, Dante ... tan cerca y tan lejos suyo, y sin embargo, nuevamente tan pero tan cerca ...
"Iselda, es hora de dormir. Mañana será otro día", dijo para sí. Y guardó el obsequio, el único que realmente le importaba, dentro, muy dentro de su mente. Y dentro, mucho más profundamente aun, de su rejuvenecido y enamorado corazón.


Flavia Ricci
Tres Arroyos, 22 de septiembre de 1996

Equilibrio, Flavia Ricci

Vivir es apartarse momentáneamente del equilibrio. El equilibrio total, sin cambio, es la muerte. La vida es desequilibrio controlado.

8 de agosto de 2007

No hay excusas para no pasar alimentos, Flavia Ricci


Ayer miraba despreocupadamente a una señora en el colectivo 19, cuando dí con un titular de La Nación que me dejó indignada: Hernán Capiello, desde allí, titulaba su artículo "No hay excusas para no pasar alimentos". Vaya !!! Les dejo el enlace y debajo la carta de lectores que envié a La Nación y La Nación.com esta mañana:


http://www.lanacion.com.ar/932403



Carta que envié a La Nación:

Estimados,
Ayer leí en vuestro periódico el artículo de Hernán Capiello titulado "No hay excusas para no pasar alimentos". Quería expresarles mi indignación por lo parcial del artículo, que parece querer justificar que un padre desocupado pueda quedar exento de pagar la pensión alimenticia fijada por la ley. Soy madre de una niña de 4 años que creció sin la ayuda económica de su padre y por la cual he afrontado todos los sacrificios que he tenido y tengo que hacer, para que no le falte nada jamás. Me preguntaba con el arículo del Sr. Capiello: si alguna vez yo fuese la desocupada ¿podría esgrimir ese motivo para no hacerme cargo como madre de mi hija?. Hacerse cargo económico de nuestros hijos no es sólo pasarles una pensión alimenticia según lo estipulado por la ley, sino todo lo que esté a nuestro alcance (un padre que por pagar $250 de pensión alimenticia por un hijo crea que ha hecho todo, se equivoca, no alcanza para mucho). De la misma forma, tener la guardia y custodia de un hija es levantarse cada día si tiene fiebre, llevarle al Jardín, leerle cuentos, caminar de su mano, tener siempre una sonrisa, cambiar hábitos, vida sexual, salidas y vivir casi por entero por ese hijo. Esto sí es ser madre a pleno, y me estoy olvidando que además, tener un niño en casa conlleva unos $1.000 por mes más los $250 del padre, siempre que no esté desocupado claro. Bien por el fallo en Bahía Blanca. Ejemplificador.

Saludos cordiales,
Mg. Flavia Ricci
DNI 24.891.818
Ciudad de Buenos Aires

7 de agosto de 2007

Ni forte ni fragile, Enzo Enzo


j'aime entendre les mots qui fondent à mon oreille , des mots que gaspille en rêvant notre sommeil.
Des mots comme des bulles clair, qui éclatent de rire en l'air
Mon amour viens m'engranger de mots lèger.

Je ne suis ni forte ni fragile
j'aime l'idée que nos deux îles Amares et passent,se rejoignent
j'aime de tendresse virile quand le soleil de ton île
Me fait l'Espagne, Me fait l'Espagne

J'aime entendre un tendre violon
Qui en sourdine
évoque l'automne et sept ans de mandarines
Cette bulle de mélancholie
me fend l'âme à la folie
Wagner l'herbe orangée et c'est fleurit de valkyries

Je ne suis ni forte ni fragile
j'aime l'idée que nos deux îles Amares et passent,se rejoignent
j'aime de tendresse virile quand le soleil de ton île
Me fait l'Espagne, Me fait l'Espagne

et j'aime entendre ta voix qui dit des mots issus de paradis,
des mots de jour le jour de ton amour.

5 de agosto de 2007

Aprendizajes, Flavia Ricci

Aprendizaje I
Por algún extraño motivo, ni tú te enamoras de mí, no yo me enamoro de ti. Y sin embargo, mientras soy una especie de témpano, tú me enseñas a ser mejor persona. Y sobre todo me enseñas que muchos, muchísimos hombres, son transparentes como la luz.

Aprendizaje II
Qué tú pertenezcas a un mundo que cruza el Atlántico y yo a uno de este lado, de por sí me emociona. Porque son tus gestos los mismos que los míos, y tu acento es uno que me suena a hogar.
Mientras movías tus piezas de ajedrez pensaba cómo terminaría todo. Acostumbrada a desvestirme y a que los demás hagan lo propio, cambiaste mis planes.

- Me desvisto.
- No, yo voy a desvestirte.

Y de repente mi mente voló a 1992, cuando alguna vez dejé que lo hicieran. Tú, yo, somos esas piezas de ajedrez que avanzan por la vida, escapando de los cuadros predestinados. Caen piezas mientras cae nuestra ropa. Hace mucho frío fuera y contigo me siento en casa, aunque no sea la mía, y tampoco la nuestra.