30 de noviembre de 2012

Juntos a la par, Flavia Ricci

Ella era para él un lugar donde ir a revertir sus huecos. Él se transformó para ella en un quiste que sobresalía en su vida. Y se notaba. Él buscaba llenar esos vacíos con ella. De la piel hacia adentro. Ella quitarse lo que le sobraba. De la piel hacia afuera. No estaban en un mismo nivel, uno buscando sumergirse y el otro queriendo volar. Hasta que un día ella vio más allá, otra persona, una mirada bastó. Para reconocerse en la chispa de sus ojos y tomarlo de la mano sonriendo. Fueron a la playa, a una playa desierta y amplia en donde no había nadie. Solamente el sonido de las gaviotas a lo lejos y las olas yendo y viniendo bañando la orilla virgen. Se recostaron al sol. Él apoyó su cabeza en el pecho de ella y la abrazó. No quiso sumergirse, ella lo supo y el corazón le dio un vuelco. Quiso estar con ella, simplemente, al mismo nivel. Juntos, a la par.

Playa para dos

22 de noviembre de 2012

Más allá, Flavia Ricci

Me deslicé hacia tu cintura en el mismo momento en que me miraste a los ojos. Quedé fascinada por tu lucidez, tus palabras despreocupadamente sensuales que lanzaste al aire y dieron directo conmigo. Como un golpe de suerte, ahí estabas. Tus apariciones esporádicas pero suficientes para hacerme volar. No sé cómo o cuándo pasó, pero sonrío porque haya sucedido. Inteligente. Persona clara y directa. Persona de mundo. Que intento atraer porque me siento atraída. Las palabras se deslizan y van .... hacia vos, con mi mejor sonrisa y mis mayores ganas. No puedo detenerme.

21 de noviembre de 2012

Singular, Flavia Ricci

Encima tuyo derramo todo mi deseo, todas mis búsquedas, que hallan el encuentro. Entre tu cuerpo y el mío las distancias se funden hasta causarnos gracia. Claramente veo por dónde voy y hasta dónde llegar. Me viene de años, de muchos años atrás, lo que siempre quise hacer, donde siempre quise estar. En tu cuerpo descanso y en tu mente me duermo mientras me sueñas tranquilamente cada noche de tu vida. Te he encontrado, milagrosamente, por fin. Y por fin, por fin puedo querer sin treguas ni dudas. Por fin te he encontrado, amor, amor de mi vida. Único, intransferible y reconfortante amor. Por fin.

20 de noviembre de 2012

Así, Flavia Ricci

Todo aquello que en tu presencia hice despreocupadamente. O no debiera decir despreocupadamente, pero sí sin la preocupación de que fuera por única vez, en tu ausencia se vuelve irreductible, allí, sólido. Regreso por el camino que poco antes hicimos, entro a casa y miro los vasos de los que poco antes bebimos, los platos que poco antes usamos. Y arde tu ausencia, me quema por dentro. Agudizo los sentidos para tratar de captar todo aquello que queda en el aire y en mi piel de vos, sé que es solamente un consuelo, pero es una forma de no perderte de repente. Poco a poco se despiden los aromas, las marcas, y me voy resignando a tu presencia a distancia, por momentos.
Pero es tan diferente tu presencia día a día y cara a cara en mis días, son tan distintos mis días con tus ojos mirándome, tus manos buscándome, todo tu cuerpo, en suma, cerca de mí, que te busco hasta en los rincones más raros, donde quizás antes estuviste despreocupadamente y de repente ahora todo aquello se vuelve tan único. 
Quisiera guardar como en un museo todo lo que mi vista recorre, todo lo que vos tocaste, todo lo que pisaste. Me debato entre recorrer los recuerdos, producto de lo que día a día hemos ido construyendo o dejarlos aparcados, temerosa de no poder afrontarlos. Y voy pasando los días entre la esperanza de volver a verte, y de que sea para siempre, y verte de a pedacitos y a distancia en el mientras tanto. Voy como caminando a tientas, hasta vos. 
Y sin embargo cuando aparecés todo, lo grande y lo pequeño, cobra otra dimensión. El cordón de la vereda, la entrada de mi casa, las esquinas de mi ciudad, los mediodías, el sol de la tarde, la playa de Claromecó. Cuando me giro y te veo es tan claro mi sentimiento, mi fortaleza, mis ganas, que casi no puedo hablar. Y agradezco a la vida, a quién más, el haberte reencontrado en este momento mío, tan en paz y armonía y con tantas ganas de estar con vos, solamente con vos, para siempre con vos.

15 de noviembre de 2012

Palabras cruzadas, Flavia Ricci

- Y ahí comenzó lo raro. Le dijo sin más mientras los dos miraban al horizonte.
- ¿Pero cómo lo raro? ¿Qué es lo raro?
- Palabras cruzadas, le llamaba yo.
- Ajá.
- Me refiero a que en un determinado momento, que hasta puedo decirte que fue después de tomarnos nuestro primer café juntos, ella comenzó a cruzar las palabras.
- Ahí sí que no te sigo.
- A cruzarlas, con las que yo le había dicho, y con las que ella misma me había dicho. Se cruzaban, se encontraban, algunas chocaban, otras se esquivaban, se perdían. No sé cómo decirte. Pero a partir de ese momento en vez de aclararse todo se enrrareció.
- ¿No serás vos el cruzado?
- No sé che, puede ser. Pero las palabras me jugaron una mala pasada. Yo las tenía a todas en fila, preparadas las frases. No te voy a decir que la tengo clara, vos sabés que las palabras no son lo mío, si hasta tengo grandes faltas de ortografía. Pero qué sé yo, las pocas palabras que tenía en la cabeza, lo que siempre había querido decirle a ella, se me atragantó. Me salieron algunas palabras, que ahora preferiría no haber dicho. Y justo, justo, las que tendría que haber dicho, no las dije.
- ¿Y cuáles son esas palabras, si se puede saber?
- Dije justo las palabras de un hombre enamorado. Y no sé, me parece que tendría que haber sido más discreto, no irme de cabeza.
- ¿Por?
- Y ... porque ella después de ese primer café me miró, se levantó, intercambiamos algunas palabras y nunca más me volvió a hablar.

9 de noviembre de 2012

Eterna, Flavia Ricci

Y si bien me fascina ese momento del día en que va cayendo el sol, se va haciendo la noche y planificamos comidas, bebidas y sonrisas. Y si bien me encanta -porque es un encantamiento- que después de medianoche todo nos invite a ir a dormir. Y si bien es mágico saber que queda toda esa noche por delante y que al despertar, a la mañana siguiente, vos vas a estar allí a mi lado ... 
por otra parte me resisto a cerrar los ojos, a dar este día por pasado, porque quiere decir que mañana será un día menos contigo. Y yo quiero todos los días con vos, ninguno menos, todos por delante. Así es que me quedaría con los ojos abiertos desde tu llegada hasta tu partida, incluso cuando ya no partas, desde un día hasta otro pasando por cada una de las noches a tu lado, en una contemplación eterna porque no me termino de creer que estés a mi lado, conmigo, real. 
Y con todos los días y las noches nuestros, por delante, por escribirse, con vos.

7 de noviembre de 2012

Volver al ruedo, Flavia Ricci

Quizás, en un estado así mitad calor mitad más, necesite estar así. Quizás, en este estado sin red necesite estar con vos. Hablando por hablar, hablando de Borges y Saki. Me arrepiento ¿estoy a tiempo? de haber dejado pasar tu simpatía, o haberla trabado con mi seguridad. Ya no está, esa seguridad se ha ido porque sé que ella juega conmigo, que juega una vez y otra más. Miro al costado, miro al frente, no me da lo que necesito, solamente lo que quisiera. Pero lo que quisiera es tan potencial que nace y muere en mi mente, donde todos han caído. Dejame que por lo menos te recuerde. Ya que con mi seguridad, te he dejado marchar. Tonta de mí. Tonta. 

6 de noviembre de 2012

La magia de la niñez, G. Bergsson

Ya antes de tumbarme a descansar, era evidente no sólo que el cuerpo notaría que estaba recuperando una posición perdida, sino que la mente vería con claridad, al despertar por la mañana, que había gozado de aquel sueño perdido y vivificante que había echado en falta durante años, y todo parecía suspirar de alegría y alivio. De modo que el sueño no habita ni en su propia vida interior ni en las complejidades de los sentimientos disfrazados de sueños, sino que más bien depende de la postura del cuerpo en el lecho de nuestra infancia, de la dirección a la que apuntan los pies o la cabeza.

1 de noviembre de 2012

Huellas en el tiempo, Flavia Ricci

¿Te acordás, podés recordar lo que hacías en esta misma franja horaria, hace un mes? Yo sí, disfruto cerrando los ojos y recordándolo. Vos tomabas mi mano, por primera vez. Presté tanta atención cuando pasaba, me importaste tanto, que grabé todo aquello y es gracias a eso que ahora puedo rememorarlo como si estuvieras acá ¿Te acordás, podés recordar, aquello? Vos tomabas mi mano por primera vez, y yo sonreía. Sabía que iba a terminar, sabía que sería únicamente yo quien lo recordaría un mes después, pero aun así lo vivimos, sé que fue real ¿Te acordás, podés recordar aquello? Vos tomabas mi mano por primera vez. Y hoy, simplemente no. Ya no habrá primera vez, ya probablemente lo hayas olvidado, ya mi mano se mece sola a miles de kilómetros de las tuyas, vagando en un aire con mar, cerca de la playa. Miro estas huellas, estas marcas de mis manos donde alguna vez posaste la tuya. Te recuerdo con la certeza de que fue real, que estuviste dentro de mí. Sé que esta mano siempre guardará, en sus huellas, el día en que vos tomaste por primera vez mi mano. El día en que yo sonreía.


Mano desenfocada