27 de octubre de 2007

1+, Flavia Ricci


Hoy me miré al espejo, había una foto imaginaria tuya en la esquina superior izquierda. Izquierda, sólo podrías haberla dejado allí. La quité, la quité para quitarte de mi vida. Y a continuación todo pareció enderezarse. Aparecieron otros, que te reemplazaron en el tiempo, pero no en la intensidad. Y al fin, él.
Hoy me miré al espejo, lo veía y lo veía a él. Todo crecía hacia todos los lados, casi sin saber por qué y a pesar de todos los pronósticos, incluso del mío. Inabarcable era aquello, enorme e inexplicable ¿De dónde venía esa fuerza? ¿De dónde provenía esa intensidad?
A medida que pasaban los días iba pasando las pruebas, aquello de mirar a los lados. Casi no miraba, y cuando miraba no veía nada especial. Él no formaba parte de aquel centro que compartía los lados. Ella le había dado ese sitio y hasta se la veía convencida.
Pero un día, por exceso de algo que él mismo no pudo nombrar, la confianza se quebró. Ella ya no tenía la foto en el espejo, así que veía todo mucho más claro. Y lo vio, vio todos esos cristales que deja la confianza cuando se rompe esparcidos por el suelo. Los miró y no quiso pasar ni cerca. Sencillamente se alejó de él. Y volvió a ese mundo incierto, hasta algo hostil de sexo y hombres, de los hombres que ladran.

19 de octubre de 2007

Y por tanto, Flavia Ricci

Y por tanto, ansío y casi exijo que jamás pierdas esas palabras que generaban expectativas, esos detalles que no daban todo por sentado, ese estar pendiente porque nada es seguro. Ansío y casi exijo que no des nunca nada por sentado, que nos busquemos como si aun no nos hubiésemos encontrado, que nos amemos como si aun no lo hubiésemos comprobado, que nos sintamos como si jamás nos hubiésemos tocado, que nos esperemos como si aun no hubiésemos quedado. Ansío, casi exijo sentir esa sensación de nervios, expectativa, retroceso y avance por verte. Ansío, casi exijo que siempre sintamos que esto es algo de cada día, esa sensación de encontrarte, porque podría ser que no estuvieses. De que me respondas, porque podría ser que le hablara a una ilusión una vez más. Ansío, casi exijo, llegar a la sintonía en donde ambos preservemos esto que tenemos, hasta de nosotros mismos. Del tiempo, que todo lo devora, de la rutina, que todo lo desgasta. Ansío, casi exijo, que no confundas confianza con conformismo. Que nunca te conformes con lo que tenemos, porque siempre podremos construir más y mejor. Que cada día escuches una voz que te diga "eso no es nada aun, buscaros, hay más".

18 de octubre de 2007

Bendito tú eres entre todas tus mujeres, Flavia Ricci

Tomó un café por no abrir el libro que llevaba consigo. Miró hacia la calle, despreocupada, desenamorada. Hizo memoria, días, besos, la nada ... No tenía mérito estar con ella simplemente porque él no estaba con el resto. Siempre creyó que elegir, es elegir a uno y por sobre todos. No una cuestión de soledad, no un "hasta que lleguen los demás". Y por eso jamás había elegido a nadie. Trazó hipótesis en un papel en blanco, le gustaba graficar sus pensamientos. Muchas veces, tanto los gráficos como sus pensamientos eran incomprensibles para el resto. Recordó lo fuerte que se había sentido con él, si estiraba una mano creía que aun podía palpar esa sensación. Sin saber que él estaba allí porque le convenía, por no sentirse solo. Ella sintió nuevamente el paseo de los días sin fin del futuro que creía tenían por delante. Recordó esa sensación de verse con él en el reflejo de algún cristal callejero. Recordó sus ganas de llorar y poder explicarle, aunque no podía con palabras, que esa noche dio vuelta la página, se quitó de encima varios días de corazones rotos y el peso de los vasos vacíos, con besos anónimos. Miró sus manos, ávidas por tocarlo todo. Lloró, de desamor, vacía. "Sigue tu intuición", le habían dicho desde Barcelona en la tarde, y sus dudas afloraban a la vez que aparecían recuerdos de años atrás. Dos copas, dos velas, dos miradas y un sólo hombre, él. Una vez más, él. La vida sigue, chiquilla .... una mancha más al tigre, una sonrisa que aflora nuevamente, una confirmación de su mala puntería que llevaba años, a veces adrede, a veces sin querer. Nada que él hiciera podía volver a hacerla sentir elegida, porque había abierto los ojos. Pidió otro café, abrió su agenda e hizo una llamada. Qué le hace una mancha más al tigre .... guapa.

7 de octubre de 2007

La espera, Hugo Finkelstein

Estoy esperando
a alguien que no conozco.
Que conocí y no viene.
Que llega pero no sacia.
Que sacia pero se va.
Que se va y no vuelve.
Y comienza la espera
que tiene forma de carta
que no llega.
De teléfono , que no suena.
De timbre, que nadie toca.
De puerta, que no golpean.
Te espero
como enfermo para curarse,
y un soldado la licencia.
Como escolar el fin de curso
y obrero el día de fiesta.
Te espero
con la fantasía de un niño.
con la ilusión de miles de jóvenes.
Con desesperación al sentir
que envejezco
y con la seguridad con que espero
la muerte.
Y te espero...
con la angustia del insomne,
con ansiedad y con miedo.
Con el recuerdo que se desdibuja.
Como alguien que fue herido
y pide que le alivien el dolor.
Y cuando ya parece
que lo esperado no viene,
lo esperado llega.
Pero nunca, nunca
lo que llega es igual a lo esperado.
Lo esperado siempre es mejor.
Entonces la espera termina
para dejar lugar a una nueva espera.

Estoy esperando a alguien
que no conozco.

6 de octubre de 2007

Comment te dire adieu live Jane Birkin

La h no es muda, Flavia Ricci


Quién lo hubiera dicho, la h no es muda. No es como me decían en el cole, que la h estaba allí, sin un sonido propio. Sin embargo tú tienes miles de sonidos, y tu h no es muda, no, porque le has puesto palabras para mí. Ambos estamos en mi tierra (desde hace un tiempo y cada vez más tuya), ambos hemos estado en la tuya (años atrás y por muchos motivos mi hogar también). Compartir contigo lenguajes comunes, sitios emocionantes en común es como verte sin tener que mirarte, es como escucharte aunque no te oiga. Un río en tu ciudad y otro en la mía que nos unen y un Mediterráneo único y una ciudad que desde allí nos mira. Un lenguaje común, dos idiomas que pueden ser uno, el nuestro. Haber encontrado por fin con quien compartir todos aquellos años que me hicieron mejor persona. Saberte como alguien con quien no es necesario explicar nada, porque las palabras hablan por sí mismas y las miradas miran hacia el mismo sitio. Sonreír, porque sí. Hablarte con orgullo de mi tierra, hablarte con orgullo de la tuya. Que estés aquí, aquí mismo y pueda mirarte, escucharte y hasta darme el lujo de necesitarte. Ver en esos ojos una pasión que viene de lejos con un poco de rauxa y un poco de seny. Estar feliz de que estés aquí y de haber estado allí. De que podamos compartirlo y de que seamos ambos el pasaporte y el billete de ida y vuelta Argentina/Catalunya. La h no es muda, no. Lo supe desde que vi tu nombre en mi móvil y tú dijiste tu primer "hola".