27 de mayo de 2015

Si te digo ven (II), Flavia Ricci

Le hablás a una que no soy. A una que fui. Yo también puedo girarme sobre mi hombro y verla de reojo allí. Le hablás con unas palabras que antes avanzaban como dardos, y ahora temerosas, hasta puedo agarrarlas. Lo hago ¿lo ves? Tomo una a una tus palabras que llegan muy lento, las miro, las huelo, las froto. Las dejo. Dejemos las palabras. No son para mí, no a esa velocidad, son para la de ayer. Son letras en una entropía sin probabilidades de ser fonemas, sonidos. Sonrío. Extiendo mi mano. Y te digo ven. Hace tiempo estoy volando como un Dragón.





22 de mayo de 2015

Lo evidente de tu escondite, Flavia Ricci

Delante de tu cobardía un nombre
Detrás
El nombre verdadero
¿Por qué no te escuchás?

Delante de tus ojos una mirada
Detrás
La mirada verdadera
¿Por qué una venda que refuerza tu ceguera?

Delante de tus manos otras manos
Detrás
Las manos verdaderas
¿Por qué no las estás extendiendo?

Delante de tus narices un perfume
Detrás
El perfume verdadero
¿Por qué limitar la belleza?

Delante de tu voz un nombre
Detrás
El verdadero nombre
El nombre verdadero
NOMBRA


Sentir
que tus sentidos van más allá
lo siento
lo sentís
los sentidos
transparentes
te traspaso
te atravieso
te interpreto
te encuentro.
¿No lo ves?






21 de mayo de 2015

La mano abierta, Le Corbusier


Abierta para recibir
Abierta tambien para que todos
vengan y tomen
las aguas fluyan
el sol ilumine
las complejidades entramaron
su estructura
los fluidos estan en todas partes
Las herramientas en la mano
las caricias de esa mano
uno prueba la vida
amasando con las manos
la vista reside en el tacto
a manos llenas he recibido
a manos llenas doy.


Las líneas de nuestras manos (fragmento), B. Dadié

Las líneas de nuestras manos
son líneas de Vida,
de Destino,
de Corazón,
de Amor.
Suaves cadenas
que nos ligan
los unos a los otros,
los vivos a los muertos.
Las líneas de nuestras manos
ni blancas,
ni negras,
ni amarillas.
Las líneas de nuestras manos
unen los ramilletes de nuestros sueños.


16 de mayo de 2015

La única mujer, Bertalicia Peralta

La única mujer que puede ser
es la que sabe que el sol para su vida empieza ahora
la que no derrama lágrimas sino dardos para
sembrar la alambrada de su territorio
la que no comete ruegos
la que opina y levanta su cabeza y agita su cuerpo
y es tierna sin vergüenza y dura sin odios
la que desaprende el alfabeto de la sumisión
y camina erguida
la que no le teme a la soledad porque siempre ha estado sola
la que deja pasar los alaridos grotescos de la violencia
y la ejecuta con gracia
la que se libera en el amor pleno
la que ama
la única mujer que puede ser la única
es la que dolorida y limpia decide por sí misma
salir de su prehistoria.




El umbral de los perplejos, G. Benedetti

Estás 
en el umbral de la mansión
—y en todas partes—
así a tu alrededor, como en tu fuero interno. 
No hay entradas ni salidas, ni siquiera senderos; 
sólo un plano de trazos que simula lo undívago: 
................................una escalera perpetua
................................una fugaz clepsidra 
una cámara doblada y un molino del tiempo 
una piedra angular en su clave de bóveda 
y una rosa infinita, como es siempre la rosa. 

La mansión 
te supone su hospedante y su huésped. 
Te incorpora el pretexto y te consigna su entorno.
Puedes andar sus andaduras, transitar sus espejos 
encartar cualquier estancia o quebrar sus geometrías.
En todo caso (a punto fijo) pulsarás sus resortes: 
...............porque así como es arriba, 
......................................así es abajo 
y así como es afuera, así es adentro.





9 de mayo de 2015

Hemos perdido juntos tanta nada, R. Juarroz

Hemos vivido juntos tanto abismo
que sin ti todo parece superficie,
órbita de simulacros que resbalan,
tensión sin extensiones.

El tiempo se convierte en antitiempo
porque ya no lo piensas.
Hemos callado y hablado tanto juntos
que hasta callar y hablar son dos traiciones,
dos sustancias sin justificación,
dos sustitutos.
Lo hemos buscado todo,
lo hemos hallado todo,
lo hemos dejado todo.
Únicamente no nos dieron tiempo
para encontrar el ojo de tu muerte,
aunque fuera también para dejarlo.





Gracias, mujer, por tus noches profundas; Carlos Edmundo de Ory


También tú me abandonas mi última mujer
te amé te amo aún y me despido ahora
Ven y no mires atrás donde yo no estaré
yo ya no sé decir adiós. 

Me quedo solo
Errante continúo mi marcha hacia los árboles
que gimen en la noche y me comprenden.
Me has creído inhumano y te apartas de mí.
Gracias mujer por tus noches profundas.
Los días nos separan y con su espada cruel
abaten el amor y su sagrado reino
Te di mi corazón.
 No te di mi cabeza
perdóname si mis caricias ávidas
te han gastado la piel perdóname
por el roto violín de mis besos mujer.




Palabras, Julio Cortázar

"Las palabras pueden llegar a cansarse y a enfermarse, como se cansan y se enferman los hombres o los caballos. Hay palabras que a fuerza de ser repetidas, y muchas veces mal empleadas, terminan por agotarse, por perder poco a poco su vitalidad. En vez de brotar de las bocas o de la escritura como lo que fueran alguna vez, flechas de la comunicación, pájaros del pensamiento y de la sensibilidad, las vemos o las oímos caer como piedras opacas, empezamos a no recibir de lleno su mensaje, o a percibir solamente una faceta de su contenido, a sentirlas como monedas gastadas, a perderlas cada vez más como signos vivos y a servirnos de ellas como pañuelos de bolsillo, como zapatos usados".


Del tacto y otros poemas, Josefa Parra

I -Del tacto

    Acércate despacio a mis dominios;
que tus dedos tanteen el espacio
ciegamente, la oscuridad que envuelve
mi cuerpo; que construyan un camino
y lleguen hasta mí a través del velo
espeso y taciturno de las sombras.
Sálvame con la luz que hay en tus dedos
si me tocan, conjura la desidia,
enciéndeme o abrásame en el tacto
esplendoroso y claro de tus manos.
    Como las mariposas de la noche,
hacia la llama iré que tú convocas,
que prefiero quemarme a estar a oscuras.


II -Del olfato

    La vainilla; el espliego; el verdín; la canela.
A veces un aroma delgado como de agua,
como de nube o lluvia; a veces un violento
perfume que recuerda la piel de una gacela,
el sudor y la sangre de un animal en celo.
Pero siempre, al final, la vainilla, el espliego...


III -De la visita

    Para tus ojos.
Para tus ojos fieramente abiertos.
Para tus ojos fijos.
Para tus ojos con caudal de fiebre.
Para tus ojos grandes.
Una orquídea de carne voluptuosa
para tus ojos ávidos
con vocación de abejas.


IV -Del gusto

    Hay sal sobre los labios. En la lengua,
un resto de naufragios y sirenas,
tal vez algas, y el gusto de los fondos
espumosos y verdes del océano.
    El sexo siempre sabe a mar de invierno,
a galernas en medio de la noche.


V -Del oído

    Se levanta tu voz, se enrosca y se estremece,
serpiente y remolino, se enzarza en mis cabellos,
sube aún, se engrandece, se enajena en rugido
y pierde la noción del trino o la palabra.
Eres otro en tu voz. No conozco a ese hombre
que grita en el placer, delicioso extranjero
que habla lenguas angélicas en una cama impura.





8 de mayo de 2015

Llamar o nombrar, Flavia Ricci

Llamar. 
Como se llama a concurso, como se llama entre la multitud, como se llama a todos y todas con tal de que alguien se gire y te mire. Llamar. Como se llama azarosamente, como se llama buscando a ciegas a alguien. Como se llama por temor a la soledad. Llamar. Llamar a todos, que sean cada día más, con tal de que aparezca alguien.
Yo no busco quien me llame, no me llama la atención.
Nombrar.
Nombrar que viene de nombre. Nombrar como quien dice que sos vos, y sólo vos. Nombrar como quien te elige. Nombrar como quien te extiende su mano certera. Nombrar como quien se atreve. Nombrar como quien se arriesga. Nombrar como quien sabe lo que quiere.
Yo respeto a quien me nombra. Por esa persona me giro y a esa persona doy mi mano. Por esa persona hablo y a esa persona protejo. No me llames como llamás a todo el mundo. No sé si soy yo. No me estás buscando a mí, sino a cualquiera que se gire. Quien llama, como quien llama a cualquiera, no llama mi atención. Llama a todos. Llama a nadie.



5 de mayo de 2015

Si no saben volar, pierden el tiempo conmigo; Carmen Vallejo

Le digo que la quiero y me pregunta
"Qué significa eso para ti?"

Yo intento responder.

Pero una bandada de pájaros furiosos
sale volando desde el fondo de sus ojos
directa
a mi garganta.


Y quiero decirle
que quiero esta magia cada día en mi vida .

Y que no soy yo quien tiembla,
sino mi mundo entero
cada vez que me aprieta contra su pecho
en medio de la noche.

Y que no es casualidad
que cuando camino a su lado
el mundo se nos llene de pájaros
que deciden aterrizar en mi piel

porque es cuando me coge de la mano
que la carne se me empieza a llenar de alas.

Y entiendo entonces
que solo puede andar entre las nubes
aquel que sabe volar a ras de suelo.
Y que ella puede.


Y que no existe el miedo si mis precipicios
empiezan a tomar la forma de su cuerpo.

Y quiero decirle todo lo que las palabras no podrán contarle nunca.

Pero la miro.

-Como se mira a lo inalcanzable cuando nos roza por primera vez-.

Y callo.

Porque no hay silencio más hermoso
que este que viene cada noche
a bailar al compás de su respiración
a ras de mi piel
cuando las yemas de sus dedos
buscan mi cuerpo entre la oscuridad
para trazar en él
dibujos imposibles.

Y supongo que no se quedará conmigo,
pero quién quiere futuros
cuando el presente está tan repleto de infinitos.

Cuando su piel aquí.
Llenándome la sábana de plumas.

No hay altura en el cielo que pueda competir con este vértigo.



1 de mayo de 2015

Algo de tu nada, Flavia Ricci

Vos en tu vereda de Nada, donde nada hubo ni hay. Yo en la mía de Algo. Y ahora te doy la razón, cruzo a tu vereda de la Nada: no echo de menos nada (nada había en vos), hablo de nada (nada nombraste vos) y no me acerco nada (fueron tan prolijas tus distancias). Te doy la razón, lo entiendo ahora. Te acompaño entonces en tu vereda de la Nada. Pero entonces no vas a decirme que echás de menos Algo, que querés nombrar Algo, que te querés acercar Algo. Sobre todo no vas a decirme eso desde el silencio, porque no lo admito, ni escucho ni leo. Sobre todo no vas a decírmelo desde tu parálisis en la vereda de la Nada, porque eso es traicionar la esencia. No, tenés que saber que si Algo querés, tenés que moverte, cruzar a la vereda, la vereda del Algo. No temas, podés hacerlo por la senda peatonal, mirando fijo el semáforo para cerciorarte que está en rojo y nada va a pasarte. Seguramente será la senda más larga de tu vida: pero está marcada, hasta cerrando lo ojos podrás sentirla guiándote. Entonces, situándote en la vereda de Algo, en esa en la que yo estaba porque vos me colocaste allí, quizás puedas decirme algo, extrañarme algo, acercarte algo. No desde donde estás, nunca pero nunca más.