23 de octubre de 2006

¿De qué color?, Flavia Ricci


El País está cada vez más racista. Hace unas semanas publiqué en este mismo weblog un titular discriminatorio contra los africanos, ahora leo y releo este titular: "Escuela de color". Y al echar un vistazo a la entradilla, el artículo hace mención en realidad a los extranjeros. Extranjeros ---> de color. ¿Es que los extranjeros no-color no son extranjeros?. De qué color hablamos con ese horrible y erróneo eufemismo de "gente de color". ¿Es que yo no tengo color?. A quienes no la hayan visto, les recomiendo la peli argentina Bolivia (2001), del uruguayo Adrián Caetano.

22 de octubre de 2006

Esperando, Flavia Ricci

Ella no esperaba que él la esperara, él no esperaba que ella lo llamara. Y así, sábado tras sábado, ambos esperaban al otro unicamente esperando, como si ello fuese suficiente y el amor se mantuviera por inercia y voluntad. Hasta que una vez, aunque se continuaban esperando, ambos se cruzaron por Corrientes de la mano de otro, que no había esperado que lo esperaran, sino que se había lanzado sin más.

21 de octubre de 2006

Papelera de reciclaje, Flavia Ricci


Ella se dejó llevar, necesitaba un update y él parecía dispuesto. Él la besó torpemente, casi haciéndole daño. Y ella pensó que clasificaba en el grupo de personas que creen que la sensibilidad física no existe. De todas formas, con su beso le ahorró a ella dar el primer paso. Dio entonces el zarpazo, se desvistieron e hicieron el amor. Update. Y delete.

16 de octubre de 2006

Miniaturas (1), Eduardo Berti

Cuando supe que mi padre había llevado en sus últimos treinta años una doble vida, sucumbí a la curiosidad y averigüé el nombre de la otra mujer y la dirección del otro hogar. Llamé a la puerta con una excusa cualquiera -una inspección de la compañía de seguros, o algo así- y una mujer alta y equina me invitó a pasar. Entonces no pude dar crédito a lo que veía: el interior del otro hogar era una réplica exacta, meticulosa, del que habíamos compartido por veinte años mi padre, mi madre y yo; los mismos muebles, los mismos sillones con el mismo tapizado, distribuidos de igual manera, y hasta los mismos cuadros, los mismos platos de porcelana y las mismas esculturas de yeso.
Esa noche, de regreso en casa, me dediqué con perverso placer a desordenar los muebles y a revolver las cosas en los estantes. Mi madre me miraba perpleja. No le dije nada de mi visita a la otra casa y cenamos en silencio.
De pronto recordé la vez que, siendo un niño, rompí un gran jarrón que flanqueaba el diván. El enojo de mi padre al saber del accidente me había parecido excesivo en su momento. Ahora lo entendía; ahora me bastaba imaginar a mi padre esa misma noche, a lo sumo el día siguiente, rompiendo a conciencia el jarrón igual de su otro hogar, sólo para mantener la simetría.

15 de octubre de 2006

Miniaturas (5), Eduardo Berti


Antes de cruzarme con algún conocido al que no he visto por años, los días anteriores comienzo a encontrármelo por aproximación. Esto quiere decir que dos días antes me cruzo con un extraño que me recuerda vagamente a ese conocido, y horas después, o un día después, vuelvo a cruzarme con otro extraño, todavía más parecido a este amigo mío. En ocasiones la aproximación es breve: una o dos caras similares y por fin el sujeto conocido. Pero en otras ocasiones la cadena se prolonga a tal punto que los últimos eslabones, vale decir los últimos extraños, son casi idénticos a mi amigo. A veces hemos llegado a saludarnos con uno de esos extraños, y en medio de la confusión he pensado que en verdad se trata de quien pienso, sólo que ya se ha olvidado de mí o simula no reconocerme.

3 de octubre de 2006

Historias del señor Keuner, Bertolt Brecht


Alguien le preguntó al señor K. si Dios existía. El señor K. le dijo: "Te aconsejo que reflexiones si la respuesta a esa pregunta afectaría a tu comportamiento. Si no lo hiciera, podemos olvidarnos de la pregunta. Si lo hiciera, puedo ayudarte como mínimo diciéndote que ya has decidido: tú necesitas un Dios."

2 de octubre de 2006

Feliz, como lombriz. Flavia Ricci


Y esto es lo que me gusta:

Llegar a casa en este día de lluvia porteña, queriendo llegar a casa.
Ducharme, sentir el calor y la humedad de una Buenos Aires diluvial en primavera.
Salir de la ducha descalza y desnuda hasta mi habitación.
Vestirme con el agua del pelo escurriéndose por mi espalda.
Ponerme una camiseta y un chandal, de esos que no nos pondríamos para seducir, a determinada edad, pero ahora qué más da.
Continuar descalza para poder sentir una mullida alfombra.
Percibir el aroma del sahumerio de madera que lo invade casi todo.
Mirarme, sonriente y tranquila, frente al espejo.
Y disfrutar, de mi vida, a pleno ... con un toque de música colombiana, que es armonía y paz para mis oídos.

Todo lo que quiero, está aquí y ahora.