31 de marzo de 2011

Mammuth, Gustave de Kervern y Benoît Delépine





Mi trabajo

Me contó un pajarito que lo he hecho toda mi vida. Toda mi vida he contado las horas. Toda mi vida he trabajado duro. Todo lo que lograba juntar en invierno lo gastaba en el verano. Año tras año. Es lo que llaman "vacaciones pagas". Trabajé como un loco entre bobos sólo para olvidar. Trabajé sin escuchar sólo para mantenerme. Lo admito, y te digo ahora, mi vida era un infierno. Pero, gracias a mis musas, ahora sé que de aquí en más sólo trabajaré por amor. Como una batalla final.

26 de marzo de 2011

Haruki Murakami

- Tienes el pelo muy bonito, le dije.

- Gracias, repuso ella.

- ¿Te lo había dicho alguien antes?

- No, nunca. Tú eres el primero.

- ¿Y qué efecto te ha producido?

- Pues no sé, dijo y, con las manos embutidas en los bolsillos del abrigo me miró a la cara- Ya he comprendido que has alabado mi pelo. Pero, en realidad, no es más que eso. Mi pelo ha despertado algo en tu interior y es de eso de lo que estás hablando, ¿verdad?

- No, yo estoy hablando de tu pelo.

Ella esbozó una pequeña sonrisa y pareció buscar algo en el aire.

- Lo siento. Es que no logro acostumbrarme a tu manera de hablar.


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- Quizá me esté metiendo donde no me llaman, pero voy a darte un consejo. Pasados los treinta y cinco, es mejor dejar la cerveza -dijo el canijo-. La cerveza es para los estudiantes o para los obreros. Echas barriga, y es una bebida sin clase. Cuando llegas a cierta edad, sientan mejor el vino o el brandy.

3 de marzo de 2011

Ahora y siempre (II), Ray Bradbury

- Ahora, déjame ofrecerte la explicación final de mí misma y de todos los amigos que has conocido aquí. La gran "medicina" fue descubrir que estábamos vivos y que nos encantaba. Hemos celebrado cada día de nuestras vidas. La celebración, el júbilo de adorar ese regalo, nos ha mantenido jóvenes. ¿Parece imposible? Simplemente saber que estás vivo y mirar al sol y disfrutar del clima y expresarlo en cada momento de tu existencia, eso asegura nuestra longevidad. Vivimos cada momento de nuestra existencia al máximo, y eso es una medicina magnífica. De ese modo negamos la oscuridad. Ahora piensa en lo que he dicho y háblame de tu futuro.

Él se recostó y contempló el techo en busca de respuestas.

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Ni un ventanal que no mostrara libros apoyando su silenciosa sabiduría contra la de otro en estanterías interiores. Ni una tubería de desagüe sin su barril de lluvia acumulando las estaciones. Ni un patio trasero que no estuviera, aquel día, lleno de alfombras que se sacudían de modo que el tiempo las limpiara de polvo y los viejos dibujos giraran con ritmo rococó. Ni una cocina que no mostrara promesas de hambre aplacada y tranquilas tardes de reflexión sobre provisiones guardadas al sur-sureste del alma.

Todo, todo perfecto, todo pintado, todo fresco, todo nuevo, todo hermoso: una población perfecta en una mezcla perfecta de silencio y actividad y bullicio invisibles.

Ahora y siempre, Ray Bradbury

- No tosemos ni nos enfermamos. Nos desgastamos ... despacio.

- ¿Cómo que despacio?

- Oh, la última vez que conté, eran unos ...

- ¿Cómo que despacio?

- Cien, doscientos años.

- ¿Qué?

- Calculamos que unos doscientos años. Todavía es demasiado pronto para decirlo. Sólo llevamos en esto desde 1864 o 1865, la época de Lincoln.

- ¿Todos ustedes?

- Todos.

- ¿También Nef?

- No le miento.

- ¡Pero si es más joven que yo!

- Su abuela, tal vez.

- ¡Dios mío!

- Dios nos puso aquí. Pero es el clima, principalmente. Y bueno, el vino.

Cardiff miró su vaso vacío.

- ¿El vino les hace vivir hasta los doscientos años?

- A menos que lo mate antes del desayuno. Termine su vaso, señor Cardiff, termine su vaso.