30 de septiembre de 2013

Duodécima poesía vertical, R. Juarroz

Aprender a descender escalón por escalón 
y detenerse en cada uno, 
para mirar desde cada uno el horizonte, 
no el siguiente escalón. 

Sólo así no rodaremos: 
cada horizonte nos sostendrá hasta el siguiente. 

Y al bajar al último escalón, 
aunque ya no necesitemos horizontes, 
el último suavizará el descenso, 
la bajada de quien prefirió otear los horizontes 
antes que vigilar cada paso hacia abajo 
por temor a caer. 

Sólo las miradas más largas 
pueden abarcar lo más próximo. 

12 de septiembre de 2013

No te rindas, Mario Benedetti

No te rindas, aún estás a tiempo
De alcanzar y comenzar de nuevo,
Aceptar tus sombras,
Enterrar tus miedos,
Liberar el lastre,
Retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
Continuar el viaje,
Perseguir tus sueños,
Destrabar el tiempo,
Correr los escombros,
Y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se esconda,
Y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma
Aún hay vida en tus sueños.
Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo
Porque lo has querido y porque te quiero
Porque existe el vino y el amor, es cierto.
Porque no hay heridas que no cure el tiempo.
Abrir las puertas,
Quitar los cerrojos,
Abandonar las murallas que te protegieron,
Vivir la vida y aceptar el reto,
Recuperar la risa,
Ensayar un canto,
Bajar la guardia y extender las manos
Desplegar las alas
E intentar de nuevo,
Celebrar la vida y retomar los cielos.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se ponga y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma,
Aún hay vida en tus sueños
Porque cada día es un comienzo nuevo,
Porque esta es la hora y el mejor momento.
Porque no estás solo, porque yo te quiero.

11 de septiembre de 2013

Después, ahora y todavía; Flavia Ricci

Es después, después, y después. El ahora es después, después de vos. Nado alejándome sin mirar atrás en el mundo del después, que es mi ahora, que es ahora. Y vos tratándome de hacer volver, con tu todavía, con tu ahora, ahora todavía en plural. Y yo pienso en mí, primera persona del singular, despegada y habiéndote soltado para siempre. Recordándote de tanto en tanto. Nado hacia el ahora, después del después. Después de vos, que jamás vas a ser mi ahora todavía, no más.

9 de septiembre de 2013

Entrada triunfal, Flavia Ricci

En algún momento de nuestra vida sentimos que la mirada de esa persona se clava en nosotros. Y que toda su atención confluye allí. En algún momento de nuestra vida la cornisa se transforma en planicie y podemos ver más allá. En algún momento de nuestra vida todos los satélites confluyen en un planeta y giran a su alrededor. En algún momento de nuestra vida tenemos la posibilidad de hacer la entrada triunfal en la vida de una persona y hasta quizás le abramos de par en par las puertas de la nuestra. En algún momento de nuestras vidas un café se transforma en un llamado y un llamado en una cena y una cena en un amanecer. Y es real. Y es verdadero. Simplemente es.

7 de septiembre de 2013

Fonética, Flavia Ricci

Enfrentar, afrontar, mirar a los ojos, fijarlos y poder seguir. Avanzar. Su nombre se pronunciaba exactamente igual como el de aquella persona que no quería nombrar. Fonética irreductible, sonidos indómitos. Recuerdos tramposos. Las dos personas, pretérito y presente, se convirtieron en innombrables. De momento la fonética marcaba ruido, y no sonido. Por el momento, prefería no mencionar su nombre.

3 de septiembre de 2013

Estados, Flavia Ricci

Estado 1

Me preguntó mi estado civil y dije "cazada". El empleado no reparó en la diferencia fonética, así que escribió "casada". Lo corregí: "cazada, con zeta. Fui una presa para él. Cazada, poné cazada con zeta por favor".

Estado 2

Tus cuernos me queman, me arden, por dentro. No son de esos cuernos que se llevan encima, son de esos nefastos que se clavan por la espalda, que no esperás, que en definitiva te desarman. Me mentiste tanto, tanto, que hasta me dijiste "te amo".

Estado 3

Él esperaba que me creyera eso de que el vino que había comprado era de una bodega boutique. Recibí el vino, lo abrí y me quedó clarísimo que además de mentiroso, era un avaro. Ni buen gusto, ni descorchar un buen vino porque sí con alguien un fin de semana, por la noche, por el mero gusto de degustar algo bueno y rico. No. Él no era hombre de buen gusto. Y me quedó tan chico que ni cabida le dí. Aburrido. No le hace falta a Cervantes hacer marketing para que sepan que El Quijote, es un buen libro.