23 de septiembre de 2006

El efecto huevo frito, Flavia Ricci

Llegó a su casa feliz, radiante, con las bolsas de la compra para preparar la cena para dos. Era viernes, su día predilecto porque todo estaba por vivirse. Preparó todo como si fuese su primera cena, habían quedado esa mañana para verse en la noche en casa de ella. Puso música, de Enzo Enzo, y observó cómo todo iba haciéndose poco a poco en ollas y cazuelas. Pensó una y otra vez en él cruzando el umbral, como en cámara lenta, cuadro por cuadro. Se duchó, se puso aquel vestido primaveral ceñido al cuerpo y con aire adolescente. Se miró una y otra vez al espejo, sonrió con su sonrisa amplia y los dientes blanquísimos y parejos. Se arregló y miró el reloj. Era extraño que aun no hubiese llegado. Llevaba 20' de retraso. Tampoco podría haberlo olvidado, porque habían cerrado la propuesta de ella de común acuerdo. Pero el reloj avanzaba y con él la preocupación de ella iba subiendo. Más tarde comenzó a sentir rabia, hasta que sus ganas de verle mermaron y se transformaron en nulas. Pasó una hora, hora y media, dos horas ..... Cuando sonó el timbre ella estaba mirando tv en su cama, ni siquiera había probado la comida, tampocó quitó los platos de la mesa. Aun así, había decidido no atender. Cerró los ojos, la nada, sabía que tarde o temprano él marcharía resignado, aunque no tanto como ella. La generación de expectativas, su explosión y, la nada. La nada que quedaba luego de esas partículas de expectativas que salían despedidas como trozos de cristal. La nada, posterior a la rabia.
Se levantó al día siguiente, cogió su móvil: "hola Paula, cómo estás? bueno, no pude llamarte para avisarte que llegaba tarde a tu casa. Toqué varias veces pero no estabas. Lo siento, soy Nacho".
Ella borró el mensaje. Y jamás, jamás, volvió a llamarle ni a saber de él.

22 de septiembre de 2006

Sepa por qué ud. podría ser una superheroína, Maru Bon Bon

¿Quién no ha soñado alguna vez en volar cual avecilla nocturna? ¿Quién no fantaseó con caer parado/ada aun desde las más vertiginosas alturas? Vamos, confiesen, a todo/as nos encantaría que a un chasquido se retire lo que merece retirarse, se caldee lo que parecía congelado o bien se enfríe cual dedo del capitán Hielo ese ardor que no cesa y encima paspa? Todos y todas podemos hacer eso/sa y mucho/cha más, sólo hace falta la oportunidad y la sabiduría necesaria para convertir en oro lo que ni siquiera reluce. Busque, busque, el poder está ahí donde Ud. ni siquiera imagina:

1. Aprópiese de su memoria emotiva: Ud. puede hacerlo, Ud. sabe que para llegar donde llegó, haber transitado lo que transitó, algo bueno habrá inventado, ¿o acaso siempre estuvo con quien quería y cuando quería? ¿Cuántas veces ha sido capaz de llegar al último minuto sin quejarse más que en el baño? Ud. puede reconocer en Ud. mismo/a eso que encontró después para contarlo y que parezca una aventura.

2. Ponga el grito en el cielo: Y bien, si no puede volar, bien puede fingir y poner el grito donde no llegan su alma ni sus hormonas y convertirse en esa/e amante que toda/do/dis buscan a la hora de elevar, si no las emociones, al menos la autoestima. Si no lo hace por Ud. hágalo por los/las demás y que sigan los éxitos.

3. Arme su propia guarida: Fundamental a la hora de creer que lo que Ud. vive merece habitar un relato, que es la única ventaja de los poderes extraordinarios. No descuide su entorno, tenga a mano lo que cualquier persona sexualmente activa tendría si tuviera una vida sexual. Exhiba como al pasar esos elementos, incluso avergüéncese de su descuido por haber dejado el cuero justo ahí bajo el sillón. No es que las apariencias engañen, es que a veces provocan.

4. Persista en la coartada: Si va a quitarse la máscara que tan sabiamente habíamos empezado a diseñar, que sea por una buena razón. Para convencer a alguien más, por ejemplo, de que es el/la único/a que conoce su punto débil. Si no, insista, persista, pase lo que pase; siempre es mejor que lleve su tiempo antes de que nadie note que Ud. se desvaneció antes del mismo.

FUENTE: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/15-2006-09-22.html

20 de septiembre de 2006

Buenos Aires - Bogotá, Flavia Ricci


Que llegues y puedas mirar atrás con algo de nostalgia, pero con determinación por tu decisión. Que te vayas adaptando, y desde aquí yo te piense, adentrada en el Monserrate sonriendo en tu selva. Que te adentres en la Candelaria y la hagas tuya. Que conozcas mucha gente, y te guste haberla conocido. Que leas, comas en el barrio G, y H y vayas al cine igual o más que aquí. Que disfrutes de tu ron, el Viejo de Caldas y de una tarde con chicharrones y cerveza Club Colombia, que la de Rosario Tijeras no sea la única realidad, aunque es real. Que abraces, que beses, que navegues, que vueles, que corras y camines. Que muestres, porque has estado allí antes, que descubras, porque será tu primera vez viviendo allí. Que trabajes, que logres, que superes, que re-comiences, que enamores. Que todas las manos te rocen pero pienses en mí. Que ningún restaurante supere nuestras noches por Palermo Viejo. Que brindes, pero tus ojos se desvíen a un lado pensando qué haré yo a miles de km de donde estás tú. Que tus copas, manos, besos y abrazos tengan una porción de todo lo mío, de mí.
Creo que algo así fue lo que me deseó aquel día en que subí cargada de maletas pero mucho más de sueños, en el AVIANCA que 6 horas después me dejaría en Bogotá. ElDorado se llama su aeropuerto, creo que en busca de algo así me iba. Mucho tiempo después de haber llegado a Colombia, mi alma seguía viajando desde Argentina hacia el norte de sud américa. Le habían dicho que yo estaba en Colombia. Y ya todos lo sabemos .... siempre los cuerpos se trasladan más rápido que el alma de un sitio a otro.

19 de septiembre de 2006

Flora Tristán, de Burdeos a Perú


"Nunca me he lamentado de lo que hago desde hace 13 años: abandonar la vida calma y segura por la vida agitada, precaria y atormentada. Pero hoy, más que nunca me afirmo en mi apuesta".

17 de septiembre de 2006

El regalo de Cipe, Cipe Lincovsky

Habían pasado varios días y yo todavía estaba pensando qué le podía regalar... Ya le había dado los gemelos de oro y la traba que en esa época se usaba en la corbata; no podía pedirle plata a mi papá, realmente no sabía qué hacer.

Pero esa tarde se me ocurrió algo.

Fui a la florería que estaba en la esquina de la avenida San Martín y avenida América, y le pedí a don Felipe que me hiciera un moño de cinta celeste bien grande, con dos tiras largas. El me preguntó:

–¿Y con qué flores, Cipe?

–No, flores no necesito. Solamente las cintas celestes
–le contesté.

Después me fui a mi casa –a la que todavía llaman “el castillito”, porque es una casa que está sola en su manzana y es como un castillo en miniatura–, que quedaba a dos cuadras, frente a la estación Devoto, apenas llegué lo llamé a Meme y le pregunté si venía a buscarme o quería que yo fuera por él.

–No, vení vos, porque mis viejos todavía no se fueron al club y tengo que bañarme y vestirme –me dijo.

Muy bien.

Entonces me bañé, me arreglé, me puse el vestido de encaje celeste que mi mamá me había hecho el año anterior, para la fiesta de quince, y me miré en el espejo. Me puse el moño para ver cómo me quedaba. Estaba nerviosa: iba a ser la primera vez. Me saqué el moño, me peiné: me temblaba la mano con el peine. Salí caminando para su casa, a buscarlo; llevaba al moño en la mano.

Subí los dos pisos de escaleras, me puse el moño en la cabeza, y en ese instante sentí que el moño y mi cabeza se disparaban en un arrebato, pero toqué el timbre. Meme salió, mojado, envuelto en una toalla. Yo abrí los brazos, y le dije:

–Meme, acá tenés tu regalo para los dieciocho años...

Se le cayó la toalla. El fue mi primer hombre y el padre de mi única hija. Era el 4 de abril de 1945.

16 de septiembre de 2006

Distracción avanzada, Javier Castañeda

Igual ocurre con el amor, que aprovecha cualquier distracción –como bajar a por tabaco- para desaparecer. Quizá sea cierto como diría "El último de la fila" que, "cuando la tristeza entra por la puerta el amor salta por la ventana". Sea como fuere, alerta más un armario desvencijado, abierto y vacío que, al llegar a casa, un día nos anuncia que la pareja ya no estará más; que esas relaciones muertas que día a día conviven en un presente tan apolillado como la ropa que no se usa en los armarios. En este caso, la distracción hace desaparecer una pieza fundamental que vacía de sentido toda relación, como es el amor, a pesar de que la ropa permanezca en el armario y de que todo siga tediosamente igual. (Javier Castañeda, Distracción Avanzada. La Vanguardia Digital. 15-09-2006)

15 de septiembre de 2006

Razones que alientan a lanzarse sin reservas, Las/12


Amigas, amigos, amiguetes, amiguetas y amitetas! Henos aquí con la voluntad de no descuidar a las partes aunque a veces las parties nos descuiden a nos dejándonos fuera del alborozado confundirse de extremidades, lucecitas de colores, solideces alcanzadas u ortopédicas y otras tantas fantasías que sabemos que están por ahí más aunque se disfracen de dark rooms o ventas de tupper ware. Pues bien, en lugar de quejarse, bueno es mirar en derredor y tomarse de las sogas más firmes, que son las que siempre resisten. Sepa cómo identificar las oportunidades y no las suelte, o al menos esté dispuesta/to/tus/toos a compartirla:

1. Luz verde (loro) si algo se mueve dentro de la boca –siempre que en algún momento deje de hablar–. ¿Ud es de esos/sas que siguen creyendo que lo importante está en los bajos? ¿Ud. aún cree que cuando se habla de la cabeza como órgano sexual se refieren a toooda la cabeza? Pues no, amigochis, la felicidad viene cuando el vigore mengua (como bien lo decían nuestros/tras abuelas/os) cuando se avanza con la lengua. Mire bien, distinga la avidez del órgano en cuestión, sepa cuán adherida se encuentra a su cueva y cuánta curiosidad siente por otra geografía. Si esta promesa lingüística sirve para algo más que decir pavadas ¡reclámela! La felicidad está de su lado.

2. Luz verde (musgo) para quien se toma su tiempo –siempre que éste sea fuera del baño–. Avance ma no troppo. Sepa que hay riesgo en el tránsito lento y no es exactamente el que se describe para chicas en las propagandas de yogures. ¡Puede Ud. quedarse dormida/do antes de que hayan llegado donde Ud. quería! Así y todo, nada se logra con quien cree que hay algún lugar donde llegar antes. ¡Vade retro! Lo importante es permanecer, sépanlo, no hay dónde ir.

3. Luz amarilla (intermitente) para quien sabe dónde ir –¡que lo diga, que lo diga!–. No todo es jolgorio en esta vida, no todo es cosquillas y humedales, también es necesario tener un objetivo/tiva en este valle de fluidos varios y si hay quién la tiene clara, mejor que no le ponga yema. Además es bien probable que llegue al punto antes de que Ud. descubra que siempre estuvo ahí. Avance, y también dude, no vaya a ser que una vez llegada se le acabe el mapa.

4. Luz amarilla (patito) para quien se deja hacer, siempre que se dedique a lo propio. Es justo y necesario que quien está en el camino de la alegría compartida no quiera estar dirigiendo la batuta aun cuando posea la misma, ya que la posesión no implica el buen uso ni mucho menos la utilidad. Quien anda retaceando partes después pondrá remilgos para encontrar las suyas así que si lo desea dele nomás, pero sólo hasta encontrar una mejor parada, quiero decir, estación.

FUENTE: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/15-2006-09-15.html

13 de septiembre de 2006

América no es Norteamérica, Flavia Ricci

Desde hace muchos años, y no sólo como Lic. en Comunicación Social y por deformación profesional, estoy insistiendo acerca del buen uso del gentilicio "americano" y "norteamericano". Desde mis años en Barcelona, en donde era moneda corriente escuchar "los norteamericanos son unos ... #$%/&" pasando por los medios gráficos locales más convencionales como Perfil o La Nación, todos cometen el mismo error: NORTEAMÉRICA como sinónimo de Estados Unidos. O mejor dicho, y allí lo perverso del asunto: Estados Unidos es sinónimo de América. Lo más lamentable es que en muchísimos idiomas no existe el gentilicio, como en portugués, inglés, francés, italiano o catalán. Pero ello no justifica su mal uso, podríamos decir "los habitates de Estados Unidos", por ejemplo.

Tal vez parezca simplemente una corrección de estilo, pero se esconde más de fondo: ¿qué pasaría si para denominar a los franceses se utilizara "europeos"?. "Los europeos han ganado el premio X", "El Rey de España estuvo en Europa". ¿No mirarían acaso todos azorados cómo desde Francia se les ha quitado al resto de los países europeos su identidad?.

Este fin de semana, en cambio, observé otras dos expresiones. Miraba la tele en casa cuando María Fernanda Aldana, de El Otro Yo dijo que la banda argentina había tocado en países de América y también en Estados Unidos (¿¿??). El sábado pasado fui con mi hija al Teatro Astral a ver Jay Jay el Avioncito, espectáculo "made in USA" y el personaje de Vilma decía algo así como que Jay Jay estaba recorriendo América (hasta aquí todo bien) y también había estado en Estados Unidos. "¡¡ Otra vez !!", me dije.

Americanos: me da igual si Estados Unidos está dentro de "mi" América o no, pero el resto de los países, desde Canadá hasta Argentina, sí es importante que lo estén. Y somos los mismos americanos quienes debemos cuidar nuestra identidad. Entre otras cosas hablando sin negarla.

Mientras viví en España (aquí muchas veces también lo hago) cada vez que hablaba con un estadounidense me gustaba preguntarle:

- Where are you from?
Y él
- "I'm from América"
- Oh ! I'm from América too !, le respondía yo.
Y él
- But I'm from United States
- Oh ! I'm from Argentina

Y me iba feliz por haber aportado mi granito de arena discursivo e identitario.

Girona, España. Flavia Ricci




11 de septiembre de 2006

¡¡ Feliz día del maestro !!, Flavia Ricci


Abstracto y Concreta, Flavia Ricci



Abstracto y Concreta se conocieron un día y de inmediato se enamoraron. Pero Abstracto siempre pensaba cosas en abstracto y nunca precisaba de qué se trataban. Concreta pensaba sólo cosas en concreto y las expresaba sin trabas. Les costaba entenderse, era casi imposible: Abstracto, siempre abstracto. Concreta, siempre concreta.
Después de unos años se casaron, pero siguieron sin entenderse. Concreta, insatisfecha con su pareja en concreto. Abstracto, insatisfecho, pero en abstracto.
Entonces Concreta buscó un amante concreto y comenzaron a verse todos los días. Abstracto, por su lado, también buscó una amante para abandonarse en sus brazos.

- ¿Por qué me engañas con otro hombre?, preguntó Abstracto a su esposa, harto de ser un sustituto.
- En todo caso, somos dos los engañados. Vos también estás con otra persona.
- Pero en abstracto ...
- Es en abstracto porque ese es TU MUNDO, lo cual no significa que no me seas infiel, replicó concreta. No te metas en mi mundo. Vos tenés una amante en tu abstracto mundo, yo en el concreto. Ese es MI MUNDO.
- Entiendo, entiendo, se resignó Abstracto. Había caído en su propia trampa.

Todavía hoy cada uno sigue en su mundo, con sus amantes abstractos y concretos. Hacen el amor cuando tienen ganas.
Concreta continúa concretando. Abstracto se transformó en un experto de la Web y sigue abstracto: en todo.

Flavia Ricci
8 de septiembre de 1998

9 de septiembre de 2006

Charm, Flavia Ricci

Cortar amarras, Flavia Ricci


Aquel día en que lo vi desde el autobús y no fui capaz (debería decir "no quise") de bajar a besarlo, ni siquiera le hice una seña ni me asombré de cruzarlo en Buenos Aires, creo que desde aquel día había comenzado mi des-enamoramiento. Muchos me decían que desde hacía mucho más yo era quien miraba hacia los lados, y eso me impedía (o tal vez era un acto adrede) enfrentar (afrontar?) la realidad: no estaba enamorada de él. Alguna vez lo había estado? De qué me servía ese estado de "peor es nada"?

Fuimos felices, sí. Hay fotos que lo atestiguan, hay sonrisas, frases, eMails, sms, llamados por teléfono y mensajes en el contestador. Hay bares, restaurantes, teatros, cines y calles, muchas calles que lo atestiguan. Y yo? Puedo yo decir que fui feliz con él, que lo amé alguna vez? Podré mirar aunque sea una vez de frente la realidad y decir sí o no?

Aquel día sabía que poco a poco iban mermando mis ganas de verle. Y pasé de aquellas ganas locas a ese casi desgano, hasta llegar a un resignado tiempo junto a él. Curiosamente, me di cuenta que yo le daba luz, pero él me aportaba sombra. Y esa sombra me fue llevando a un estado que iba desde el rechazo (debo sobrevivir) hasta el querer sacarlo de ese estado cotidiano (debo hacer algo por él).

No sé si mis palabras habrán sido la salvación o el naufragio, tal como lo ha sido su silencio. En todo caso, no creo que hayamos corrido la suerte de Yves y Nadège en Medianoche de amor, aquel libro de Michel Tournier.

Seguramente, no sólo si le viese por Buenos Aires miraría hacia mis lados, sino que con todas mis ganas ansío no verle nunca más, porque es como ver una sombra y yo estoy llena de vida, de amor. Más que nunca, creo que es una cuestión de vida o muerte. Y yo estoy decididamente por la primera.

8 de septiembre de 2006

¿De qué hablan las novelas hoy?, Flavia Ricci

En un artículo publicado hoy por Pagina/12, 4 escritores esbozaron una posible "agenda".

No creo que sea más importante saber de qué hablan las novelas hoy, sino qué temas busca la gente que lee hoy novelas (en este caso podríamos hablar del público objetivo local). En mi caso, he estado leyendo novelas de escritores de mediana edad (alrededor de 40 años) como "La flor azteca" o "El amor enfermo", de Gustavo Nielsen, "El pasado", de Alan Pauls, "Crímenes imperceptibles", de Guillermo Martínez, "Rota", de Leandro Uría (en este caso se trata de un joven periodista que trabaja para La Nación), "Planet", de Sergio Bizzio .... He aquí algunos de los libros que he leído en este par de meses, excluyendo autores extranjeros como Boris Vian, Marie Darrieussecq, Jorge Franco Ramos, Mario Mendoza o Klaus Kinski.

¿Qué me interesa? La psicología masculina (evitando la crisis de los 40, que es espantosa y últimamente ataca, inflexible, a todo hombre que haya llegado a esa edad), la vida en las ciudades, Buenos Aires, los recuerdos de la infancia ... Estas son algunas de mis teméticas en las novelas que he ido leyendo. Ahora estoy con "El sueño realizado", de César Aira.

La edad bisagra, Flavia Ricci


"Me identifiqué al instante con ese niño, al que veía de espaldas, adelante y a mi izquierda (yo iba por el medio de la calle, devorándola). Me identifiqué cerrando una larga brecha de tiempo y experiencia. Yo había sido él. Había vivido como ahora vivía él esas mañanas de domingo solitarias y muertas en el pueblo (...)
Todo eso lo vi en un segundo. Y si reconocí los movimientos y la intención fue porque yo también había hecho cosas así, y todo niño las ha hecho. ¿Qué niño no quiere ser grande, y tener una moto, y correr como el viento? Y a los niños no es cuestión de decirles que esperen a crecer, que tengan paciencia. Lo que quieren, lo quieren ya, y como es imposible recurren a la magia de su fantasía, que para eso se las ha dado la Naturaleza. Y entonces la frágil bicicleta con rueditas se transforma en una poderosa Gilera de alta cilindrada ... Si viene una Gilera de verdad, cuando se les pone a la par le corren una carrera con "la suya", así sea durante la décima de segundo en que van lado a lado ... Yo lo había hecho, y ahora yo estaba "del otro lado", del lado en que los sueños se hacían realidad". (Un sueño realizado, César Aira, Editorial Alfaguara, Buenos Aires, 2001).

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Ahí vamos

Por este fragmento, aunque más no sea, merece ya de por sí leerse el libro de C. Aira de punta a punta.

Estoy en esa edad bisagra, ni tan allá ni tan allí, en donde muchos sueños comienzan a hacerse realidad. He viajado, tengo una hija que me enseña y sorprende día a día, una posición social, independencia, trabajo, experiencia laboral, formación académica de grado y postgrado, una casa que disfruto y unas exigencias que la vida en algunos aspectos sube, en otros baja.

No sólo ya no soy la niña de la bici con rueditas, sino que además tengo una hija. He pasado a estar a la par de mi madre, que es tan madre como yo (aunque se esmere en verme sólo como su hija, para frenar el paso del tiempo y por sus propios temores). Pero en esta edad bisagra, los 30, cada vez más comprendo que soy la dueña y señora de mi vida, que los sueños cada vez más se van haciendo realidad. Y mi hija crece, mis amigos se casan, se divorcian, se arrejuntan. Y vamos comprando cosas que antes nos daban igual: aquellas tazas de café rústicas que armonizan con la bandeja para servir infusiones varias, esos sahumerios indios de madera de cedro que encendemos después de las 23h con las luces bajas del salón y sobre la alfombra que tanto nos relaja. Y nos volvemos sibaritas y discutimos con un camarero si el Cuba Libre no está exactamente como lo pedimos, porque sabemos cómo se hace, porque hemos estado en Cuba y porque, ¡vamos!, tenemos el dinero para que nos preparen un Cuba Libre como Dios manda.

Y hacemos fiestas con comidas y bebidas que tal vez probamos en Europa o Asia, cogemos aviones y nos conducimos en los aeropuertos como si siempre lo hubiésemos hecho. Y cogemos de la mano a nuestros hijos y los adentramos en ese mundo cosmopolita, fascinante, al que accedimos en nuestra edad bisagra.

Y nos damos tiempo para salir a bailar, tomar algo, ir al teatro, al cine, leer literatura de la buena y tirarnos boca arriba en un parque junto al Río de la Plata viendo los barriletes.

Y vemos ese cielo azul profundo, en el que a veces, sólo a veces, pasan aviones. Pero no están lejos, porque los hemos cogido millones de veces recorriendo el mundo.

Miramos a nuestro lado y nuestros hijos nos sonríen. Y somos madres, y somos mujeres, y logramos llegar y hacer nuestros sueños realidad. Y hacerlo bien. Y deseamos que a nuestros padres se les vaya el miedo porque fracasemos, porque no vamos a hacerlo.

Y somos felices .... sin más.

7 de septiembre de 2006

Jane Birkin

Recomendada esta versión de Arabesque en la voz de la gran Jane Birkin.


Sous aucun pretexte,
Je ne veux
Avoir de reflexes,
Malheureux
Il faut que tu m'expliques,
Un peu mieux
Comment te dire adieu

Mon coeur de silex
Vite prend feu
Ton coeur de pyrex
Resiste au feu
Je suis bien perplexe,
Je ne veux
Me resoudre aux adieus

Je sais bien qu'un ex amour n'a pas de chance, ou si peu
Mais pour moi un explication voudrait mieux

Sous aucun pretexte
Je ne veux
Devant toi surexposer mes yeux
Derrière un kleenex
Je saurais mieux
Comment te dire adieu

Tu as mis a l'index nos nuits blanches, nos matins gris-bleu
Mais pour moi un explication voudrait mieux

Sous aucun pretexte,
Je ne veux
Devant toi surexposer mes yeux
Derrière un kleenex
Je saurais mieux
Comment te dire adieu

6 de septiembre de 2006

Jacques Prévert

Déjeuner du matin

Il a mis le café
Dans la tasse
Il a mis le lait
Dans la tasse de café
Il a mis le sucre
Dans le café au lait
Avec la petite cuiller
Il a tourné
Il a bu le café au lait
Et il a reposé la tasse
Sans me parler
Il a allumé
Une cigarette
Il a fait des ronds
Avec la fumée
Il a mis les cendres
Dans le cendrier
Sans me parler
Sans me regarder
Il s’est levé
Il a mis
Son chapeau sur sa tête
Il a mis
Son manteau de pluie
Parce qu’il pleuvait
Et il est parti
Sous la pluie
Sans une parole
Sans me regarder
Et moi j’ai pris
Ma tête dans ma main
Et j’ai pleuré.

Villa Gral. Belgrano, Córdoba. Flavia Ricci



3 de septiembre de 2006

Pasión por los libros, Álvaro Abós

Buenos Aires tiene una larga y rica tradición que ha sabido resistir los variados embates del tiempo. Librerías de viejo, librerías en los shoppings, librerías especializadas en mujeres, librerías para chicos, para amantes del tango o la historieta. Pasen y vean, los secretos mejor guardados de la ciudad cultural.

Cierto día de 1910 un hombre entró en la librería de Rafael Palumbo, en Lavalle al 800 y, tras revolver largo rato, extrajo un libraco que yacía bajo polvorienta pila. Se acercó al librero y pidió precio. Palumbo sopesó con parsimonia el volumen mirando de hito en hito al silencioso cliente. “Cien pesos”, pidió. El comprador regateó un poco y finalmente pagó ochenta. Con el libro bajo el brazo, partió raudo: nunca volvió ni nadie supo su nombre. Un tiempo después, la prensa del mundo informaba que un ejemplar de la Biblia de Gutenberg había sido descubierto en una librería de viejo de Buenos Aires y que el Museo Británico había pagado por él 10.000 libras esterlinas. Aún se exhibe como una de las joyas del Museo.
Episodios como éste han alimentado el mito de Buenos Aires como ciudad de prosapia librera, admitido desde entonces por todos sus visitantes; por ejemplo, Umberto Eco (o mejor dicho, el supuesto traductor de El nombre de la rosa) encuentra un raro volumen que contiene numerosas citas del manuscrito de Adson de Melk, el narrador de esa novela, en una librería de Corrientes...
A pesar de las sempiternas quejas por las pocas ventas, Buenos Aires fue y sigue siendo importante ciudad de librerías; como una vieja dama indigna, aún despierta deseos y hay quienes viajan miles de kilómetros para practicar en ella el vicio impune de escudriñar, descubrir, encargar, en suma, comprar libros. Será que la moneda es flaca y, por lo tanto, el botín del safari libresco se agrandó pero, ¿qué importa?
Por cierto, ¿cuándo fue? Dicen que allá por 1776, cuando se estableció un tal Joaquín Silva y Aguiar en la calle San Miguel, hoy Suipacha. El librero fundador sólo contaba, para venderles a sus clientes —funcionarios virreinales o curas—, unos veinte o treinta libros: por lo tanto, ya practicaba el supremo arte del librero, que no es tener todos los libros sino unos pocos (quizás ninguno) pero sí la confianza de quien encarga un título.
La librería más antigua de Buenos Aires es la del Colegio, hoy de Ávila, en la esquina de Bolívar y Alsina: existe desde 1824, cuando reemplazó a una botica, y en sus altos vivió Rubén Darío. Debía su nombre a que estaba frente al Colegio Mayor de San Ignacio, que en 1863 pasó a ser el Colegio Nacional de Buenos Aires.
En la rica historia de las librerías de Buenos Aires (¿sabía usted que José Hernández tuvo librería en Tacuarí 17 bajo el nombre de Librería del Plata y que también la tuvo Florentino Ameghino: estaba en Rivadavia 2239 y se llamaba El Gliptodón?), una página inolvidable la ocupa el citado don Rafael Palumbo. De Los encantadores de serpientes (1965), memorias del librero y editor Arturo Peña Lillo, tomé la anécdota de la Biblia de Gutenberg. Palumbo había venido de Nápoles junto con sus hermanos, cuatro de los cuales tuvieron librería; se los llamaba el “clan librero”. De don Rafael fue empleado un Roberto Arlt adolescente y en El juguete rabioso lo retrató con tintes sombríos bajo el nombre de don Gaetano.
Uno de los más singulares libreros y editores de Buenos Aires fue el mallorquín Juan Torrendell, cuyo sello Tor publicaba libros que no siempre respetaban su integridad (Torrendell solía tijeretear los originales para adaptarlos a los pliegos disponibles) pero que, a veinte o treinta centavos el tomo, llevaron autores clásicos y modernos a millones de lectores. Acosado por una de las tantas “crisis”, Torrendell tuvo una idea extrema: en su local de Florida, bajo una gran balanza, colocó carteles que ofrecían: “Un kilo de libros a 1 peso, dos kilos por 1, 50”. El escándalo fue memorable y a él contribuyó la airada protesta de la Academia Argentina de Letras para la cual la idea del mallorquín resultaba herética. En su erudita investigación Libreros, editores e impresores de Buenos Aires (1974), Domingo Buonocuore transcribe la solicitada aparecida en varios diarios el 6 de junio de 1934: la Academia pedía “al público lector” que no aceptara el sistema de libros por peso ya que “equipara la producción intelectual con una vil mercancía”. Pero la librería estaba colmada a toda hora.
En el 340 de Florida aún está El Ateneo, fundada por Pedro García, librero desde 1913 y establecido allí desde 1938. Su sede ha sido modernizada y, desde los ventanales del simpático bar del primer piso, mientras miro el incesante río humano de Florida, alcanzo a distinguir el edificio donde tenía su vieja sede La Nación y que albergó a escritores como Roberto J. Payró, Leopoldo Lugones, Alberto Gerchunoff o Manuel Mujica Láinez, entre tantos otros, quienes cruzaban Florida para enterarse de las novedades llegadas a El Ateneo. Los dueños de El Ateneo han reconvertido en librería el antiguo cine-teatro Gran Splendid, en Santa Fe 1850, excelente idea urbanística que restituye a la librería una de sus tantas dimensiones posibles: la de ser un teatro de la vida.
Recurso ingenioso para vender libros fue el que inventó Samuel Kohen cuando instaló su comercio, en realidad poco más que un pasillo, en el zaguán lindero a la casa del caudillo radical Hipólito Yrigoyen, en Brasil 1031. Eran tantos quienes pugnaban por ver al Peludo que no les quedaba más remedio que esperar en la librería de Kohen que, de esa manera, siempre estaba llena. Tener un cliente en el poder hizo la fortuna de don Julio Suárez, el dueño de la desaparecida librería Cervantes, en Lavalle 558, por otra parte exquisita y muy frecuentada por escritores y lectores fieles. Pero ninguno como el general-ingeniero Agustín P. Justo, presidente de la Nación, bibliófilo que adquiría, para su vasta colección privada, todo lo que Suárez le indicaba.
Tuvo la ciudad gentes que llevaron el libro a otros barrios fuera del relumbrón del centro; por ejemplo, Antonio Zamora: a partir de un humilde local en Boedo 837, en sociedad con el impresor Lorenzo Rañó y el librero Francisco Munner, inundó literalmente el país, en los felices roaring twenties, con los ejemplares de su editorial Claridad. O el inmigrante ruso Manuel Gleizer quien, por la misma época, para salvar un momento malo de su vida, debió vender doscientos libros de su biblioteca personal a 40 centavos el tomo, y terminó convirtiendo su papelería-librería, en Triunvirato 537, en el corazón de Villa Crespo, en una meca a la que peregrinaban, tranvía Lacroze arriba, escritores jóvenes como Jorge Luis Borges, Eduardo Mallea, el vecino de barrio Leopoldo Marechal y muchos más publicados por el sello “Gleizer, editor”.
¿También en materia de librerías todo tiempo pasado fue mejor? No estoy de acuerdo: será malo este tiempo pero es aquel en el que estamos vivos y éstas son las librerías que nos tocan, lo demás es polvo aunque sea polvo enamorado. Una librería es como un templo donde el tiempo ha de detenerse en el umbral —“remanso de la calle” las llamaba Marechal— pero donde, al mismo tiempo, el aire y la vibración de la época han de entrar como un viento incontenible. Que nadie se confunda y desprecie el termómetro de situación que son las librerías, lugares donde han ocurrido acontecimientos cruciales de nuestra historia: en la de Marcos Sastre (Defensa 24) se tramó la caída de Rosas, en la trastienda de la Cervantes tuvo lugar un encuentro secreto —el de los generales Justo y Uriburu— que decidió el golpe de 1930. En la primavera democrática posterior a la última dictadura, algunas librerías captaron ese aire y se convirtieron en meridianos intelectuales, readaptando las antiguas peñas literarias y fusionando el libro con la gastronomía, la música, el cine, el teatro, la discusión filosófica; persisten en esa modalidad dos lugares emblemáticos de Buenos Aires: la Clásica y Moderna (Callao 892), donde los hermanos Natu y Paco Poblet dieron nueva vida a una tradicional librería, y la Gandhi (Corrientes 1743), hoy transferida a Galerna. Mientras don Emilio Perrot (h) ha dotado a su Histórica (Azcuénaga 1846), de un “salón literario” (para nuevo, lo viejo), Natu Poblet prepara el desembarco de una Clásica y Moderna nada menos que en Salamanca.
Aunque Corrientes haya perdido el glamour que la hizo célebre, mantiene recovecos librescos, superficies nuevas y otras reconstituidas, en las que se mezclan novedad y tradición, lujo y miseria, un amasijo que es propio de la actividad librera. Las once cuadras que van de Suipacha a Ayacucho conforman una inmensa librería de 1100 metros de largo, hecho urbano que deslumbra a los visitantes pues no tiene paralelo en el mundo: allí pueden encontrarse importantes nombres del negocio librero (Hernández, Losada, Cúspide, Lorraine) junto a inmensos galpones que ofrecen polvorientos saldos, pero entre los cuales puede saltar la imprevista joya.
En cada uno de los shoppings abiertos por toda la ciudad en los últimos años, alguna librería estalla de luz y color. Quienes gustamos de la penumbra discreta de la librería clásica —y hasta de la tiniebla del antro— estamos en minoría. Triunfa ese ámbito en el que cada libro viene envuelto en los fulgores fluorescentes; la librería es el lugar limpio y bien iluminado que pedía Hemingway, en el que cada día se renueva el rito: llega un paquete con las novedades, alguien lo abre y coloca un libro flamante en la vidriera o en las mesas, para curiosidad y codicia del paseante, y así recomienza la apuesta infinita: ¿será una obra maestra o un bodrio?, ¿será olvidado en pocos meses o recordado por siempre?
También el Palermo borgeano de malevos y cuchilleros, convertido en un Soho porteño, sede de la bohemia y la gastronomía elegantes, luce ya galones libreros como el pequeño pero bien surtido espacio que un profesional joven, Luis del Mármol —sangre nueva para oficio viejo— ha instalado en los altos de un bar de moda, bautizado con el socrático nombre de Un Gallo para Esculapio (Uriarte y Costa Rica).
Conseguir un libro en Buenos Aires puede tener algo de caza del tesoro porque proliferan los lugares secretos, al margen y a veces a contramano de los circuitos conocidos, y con claves que no siempre es fácil conocer. Así, los libros de izquierda es mejor buscarlos en la Gandhi y los de derecha en la Huemul, aunque tuve ocasión de conseguir un Trotski en Huemul y un De Maistre en Ghandi. No pasa nada porque, como diría Arturo Jauretche, la imprenta los cría.
La mejor librería de tango no es librería sino quiosco: “El quiosco del tango” en la vereda sur de Corrientes al 1500, frente a la confitería Premier. La mejor librería filosófica, la de Juan Blatón, en el subsuelo de una galería con entrada por Florida 681, tenía un aire a caverna platónica. Pero este lugar único acaba de cerrar. Hay en Buenos Aires una librería especializada en Patagonia (World´s end, en las Galerías Pacífico); una librería feminista (llamada por supuesto de las Mujeres, en Montevideo 333); una librería esotérica, la Kier (Santa Fe 1260); una librería borgeana, la de Alberto Casares (Suipacha 521) y una librería erótica, en El Salvador 4521, con explícito nombre: Audaz se eleva... y una librería especializada en poesía, la Norte (Las Heras 2237), fundada por el recientemente fallecido Héctor Yánover, gran poeta y autor de unas deliciosas Memorias de un librero y su continuación, El regreso del librero establecido.
La Avenida de Mayo fue zona de prosapia librera, como que allí, en el 1333, estaba la sede del diario Crítica, donde trabajaron tantos escritores, por ejemplo Raúl González Tuñón, Conrado Nalé Roxlo, Roberto Arlt, Ulyses Petit de Murat, todos ellos voraces devoradores de papel impreso. Hoy luce varias librerías de usados o de viejo. La librería de viejo (en la modalidad del anticuario o en la variedad popular del baratillo o covacha) es un campo de batalla incruento en el que combaten clientes y libreros; el cliente, de paso o habitual, y veces de visita diaria, siempre está a la caza de la ganga o del tesoro impensado: puede ser lector de pocos recursos o de muchos, pero su obsesión es conseguir una presa difícil. El librero quizás sea un ser bonachón y cordial o quizás sea mezquino e intemperante; ambos tipos humanos han inspirado inolvidables páginas a Anatole France y a Charles Dickens.
Entre las buenas librerías de usados con que cuenta Buenos Aires, bien ordenadas, surtidas y con precios accesibles, mis preferidas son AARS (Larrea 938), Brujas (Rodríguez Peña 429), El túnel (Avenida de Mayo 767) y Romano (Ayacucho 437), a la que agrego una recién abierta: El Vitral (Montevideo 108). Abundan en la ciudad elegantes anticuarios como Acquilanti (Rincón 79) o la eterna L´amateur que estuvo mucho tiempo en Florida y sigue abierta en Esmeralda 882. Los bouquinistes —ferias de libros usados— se agrupan en el Parque Rivadavia, en el Parque Centenario, en Plaza Italia y en Primera Junta.
En suma, si usted no encuentra el libro de su gusto no es porque Buenos Aires no se lo ofrezca: perdimos muchas cosas pero sigue a nuestra disposición uno de los más grandes placeres de la vida, que además no es caro: vaya a una librería, no importa si grande o pequeña, de viejo o de nuevo, célebre o anónima, lujosa o pobre, elija el libro que más le gusta —eso sí, no lo robe, cómprelo— y después siéntese a leerlo en el bar de la esquina. De nada.

FUENTE: Publicado en La Nación el 4 de enero de 2004.

2 de septiembre de 2006

Ese orgasmo es mío, Flavia Ricci


Desde hace algunas semanas, un nuevo artilugio se ha dado a conocer en el incansable camino hacia el descubrimiento del goce femenino: se trata del Orgasmatrón, nombre por el que se conoce tanto en inglés como en castellano, al dispositivo patentado por el Dr. Stuart Meloy.

Parece que en este siglo XXI repleto de alternativas y alternancias diversas, ni el orgasmo salió ileso: ahora existe una clase de orgasmo que no implica cansancio, sudores incómodos (o no) o compañías estables o efímeras, según se prefiera.

Meloy, cirujano en el Consultorio de Anestesia y Dolor de Piedemonte, en Estados Unidos, descubrió casualmente lo que sería el origen de su aparatito destinado, de momento, a las mujeres. Según explicó la revista científica New Scientist en su edición digital en febrero de 2001. Meloy se encontraba implantando electrodos en la columna vertebral de una de sus pacientes cuando ésta emitió un gemido y le comentó que iba a tener que explicarle cómo hacer eso a su maridoí. Casi tres años después, New Scientist volvió a publicar una noticia acerca del Orgasmatrón, en donde hacía saber que se estaban buscando voluntarias para probar el aparato de marras.

Hasta el momento sólo una mujer -casada- se ha ofrecido. En octubre se le implantaron electrodos y casi inmediatamente a que el dispositivo se puso en funcionamiento, la paciente manifestó que era realmente excelente. La mujer, que no había tenido un orgasmo por 4 años, utilizó el dispositivo durante 9 días, mantuvo relaciones sexuales con su marido 7 días y tuvo un orgasmo cada vez.

Sin embargo, Marca Sipski, de la Universidad de Miami y estudioso de las disfunciones sexuales femeninas en mujeres con lesiones en la columna vertebral, señaló que un vibrador también podría generar la misma sensación, ya que el orgasmo es una respuesta puramente refleja. La sensación del orgasmo, inclusive, no requiere del cerebro. De hecho, las mujeres con lesiones en la columna vertebral pueden tener orgasmos sin ningún problema.

El procedimiento no es más riesgoso que una epidural, aclara el creador del Orgasmatrón, con la diferencia que la epidural puede causar malestares tales como el dolor de espaldas en un 50% de las mujeres. En una segunda etapa de este camino aparentemente indoloro hacia el goce caprichoso (esto es, toda vez que lo queramos) se implantaría debajo de la piel un dispositivo autónomo similar a un marcapasos que sería manejado a través de un control remoto. Para proveernos de este dispositivo nos hacen falta U$S 13.000.

Se diga lo que se diga, no hay nada como los encuentros entre los seres humanos: entre hombres, mujeres o ambos. La cantidad de personas en cada encuentro también puede ser variable.

El orgasmo es el producto, el goce por excelencia en una relación sexual. Ponernos un implante que nos haga llegar a esa clase de orgasmo, hasta ahora desconocido, no creo que tenga nada que ver.

Para quienes no pueden llegar a ese punto, siempre hay alternativas y esta es una más, aunque no suene muy humana. Para el resto creo que sobran los motivos para concluir en que ese aparatejo no tiene razón de ser.

¿Qué mejor que las miradas, las caricias previas?¿Qué mejor que salir airosos de la tan conocida fórmula CCC (cine, cena, cama) en etapas sucesivas? ¿Qué mejor que quedar extasiados "luego de"? El orgasmo es un escalón más dentro de las relaciones sexuales, entre medio de todo lo previo y posterior que hace que recordemos precisamente, ese orgasmo más.

Personalmente, prefiero los Mateo Colón de "El Anatomista" de Federico Andahazi, que proclaman "Oh mi América, mi dulce tierra hallada!", prefiero seguir pensando que es el famoso Punto G el que abre las puertas de esa sensación femenina única, aunque esté a medio camino entre el descubrimiento y la invención.

NOTA: este artículo fue publicado por Flavia Ricci en 2003.

1 de septiembre de 2006

Ars Amandi, Flavia Ricci


La idea de los manuales de seducción debe ser una de las más tristes (y en cierta forma patológica) idea que existe. Prefiero, dentro de esta clase de especímenes, aquellas "obras literarias" que remiten a técnicas amatorias, del estilo del Kamasutra, obviamente con sus gráficos y dibujos, que todos sabemos que, aquella vez que lo hacíamos, no teníamos una máquina de fotos a mano y mucho menos papel y lápiz para dibujar. Por tanto rememorar hechos con gráficos, es en principio propicio.

Y hablando de manuales de seducción: ya en aquel momento en que vi la peli Magnolia me quedé pensando en el papel de Tom Cruise, implacable y experimentado seductor que terminó siendo un pobre tipo al que su infancia le fastidió la vida y su imagen de la mujer. Pero hoy leo un interesante artículo en el suple Las 12 de Pagina/12, que jamás me pierdo, en donde aparece la mención a El Método, de Neil Strauss. Si el extracto del texto que publica Las 12 ya es para partirse de risa, cuando busqué más datos de Neil Strauss y encontré su foto, ¡¡ ya era mucho !!

Y lo mejor, los consejos para los seductores (Style):

- Cambiar o reforzar el aspecto externo; ropa vistosa, nuevo peinado, joyas, complementos...
[Nota de Flavia] Generalmente cuando hombres o mujeres cambiamos esto, es porque tenemos un amante, no porque queremos ligar.

- Una vez localizado un “set” (grupo) mostrar indiferencia hacia el objetivo elegido. Ser simpático con sus acompañantes con un encuentro casual.
[Nota de Flavia] Vaya novedad.

- No intercambiar miradas durante mucho tiempo. Eso puede estropear el interés. Hay que saber atacar a tiempo.
[Nota de Flavia] Y también puede hacer que la mujer crea que eres miope, cuando prefiera a alguien sin gafas.

- Una vez a solas con la mujer, elogios irónicos del tipo “tienes una preciosa dentadura postiza”.


- Mostrar mucho interés por su vida. A las mujeres les encanta que hablen sobre ellas. Funcionan bien unos trucos de magia o una lectura de manos, conversaciones sobre el tarot...
[Nota de Flavia] ¿Y a los hombres no les gusta hablar de "su" coche, de "su" trabajo?

- Si la cosa no marcha, o incluso para romper el hielo inicial, recurrir a frases del estilo “si no fuera gay serías mía” o “parece que la fiesta se ha acabado”.

- Nunca invites a una mujer que pretendas seducir a comer. Tampoco a una copa. No le regales nada hasta que no te hayas acostado con ella.
[Nota de Flavia] ¿Es que pretende deshacerse de la famosa fórmula CCC? Cine, cena, cama. Son etapas ineludibles, o no?

- Si tratas de besarla y te rechaza, no te incomodes. O creas un muro de silencio o lo tomas con simpatía y vuelta a empezar.

- No tomes drogas ni bebas grandes cantidades de alcohol si vas a ligar. Entorpecerán el método y alterarán tus emociones en los momentos clave.
[Nota de Flavia] Si eres un borracho o un drogadicto, está claro que te tomará por imbécil o enfermo, antes que como un hombre apetecible.

- Las mujeres anhelan tanto el sexo como nosotros, incluso más. Lo que no desean es que las presionen ni que les mientan. Sé sincero.
[Nota de Flavia] Aplicable a hombres y mujeres.

Chicos, chicas, hombres y mujeres ........ De qué sirven los métodos !! Hace algunos años y desde Barcelona, escribí un artículo a raíz del orgasmatrón, otro invento nefasto. Personalmente, me quedo con los versos de Ovidio a Corina: "Si el amor no fuera real, por las ventanas no regresaría el recuerdo".