27 de mayo de 2013

El sol, Pablo Neruda

A plena luz de sol sucede el día,
el día sol, el silencioso sello
extendido en los campos del camino.

Yo soy un hombre luz, con tanta rosa,
con tanta claridad destinada
que llegaré a morirme de fulgor.

Y no divido el mundo en dos mitades,
en dos esferas negras o amarillas
sino que lo mantengo a plena luz
como una sola uva de topacio.

Hace tiempo, allá lejos,
puse los pies en un país tan claro
que hasta la noche era fosforescente:
sigo oyendo el rumor de aquella luz,
ámbar redondo es todo el cielo:
el azúcar azul sube del mar.

Otra vez, ya se sabe, y para siempre
sumo y agrego luz al patriotismo:
mis deberes son duramente diurnos:
debo entregar y abrir nuevas ventanas,
establecer la claridad invicta
y aunque no me comprendan, continuar
mi propaganda de cristalería
.


14 de mayo de 2013

Vuelo, Flavia Ricci

El Dragón ha cambiado su piel. No sin dolor, no sin preguntas, no sin mirar atrás. Pero ha echado a volar, en solitario, aunque rodeado de afectos. El Dragón abre sus alas, solo. El Dragón escucha, mira, quiere descansar. No es tiempo de sonrisas, no es tiempo de ruidos, ni siquiera de sonidos. El Dragón mira tranquilo, todos los meses hacia atrás. Al Dragón lo protegen, le hablan, lo abrazan. El Dragón suelta, y le duele aunque sea Dragón. El Dragón mira, huele, sueña. Vuela alto, solo. Dragón.

2 de mayo de 2013

Mentiras, Flavia Ricci

Entre una punta y la otra del hilo que voy estirando, hay una distancia crítica que lleno con vos. Como si fueras quien llena esos dos cabos entre las verdades que no cierran. Y aunque te coloco en medio de esos extremos, no puedo decir que con verte se vayan mis dudas. Por eso resumo todo en el silencio, en mirar a lo lejos, en apartar el vacío. Ese hueco que dejan las dudas cuando son casi certezas. Con o sin vos. En mí.

1 de mayo de 2013

Hasta nunca, CC.


Más que escribirle a usted, descargo mi conciencia.
No sabe lo difícil que fue para mí algún día, buscarle, y lo difícil que va a ser ahora, perderlo. Pero no le pediré que se quede, más bien le ruego que se marche lejos, aléjese lo más que pueda de mi presencia. Ahora más que nunca me repugna su sola visión, y no creo que mi corazón resista una noche mas, llena de esta melancolía suya. Si no lo veo sanará mi alma, mi pluma podrá por fin descansar y mi mente estará tranquila. ¿Sabe usted que ya no me alcanzan las páginas? ¿Sabe que se me acaba la tinta en las cartas no enviadas? ¡Cuantas líneas me merecieron sus ojos! ¡Cuántas lágrimas, su mirada!
Por favor procure no herir más mi pecho, no me dé besos de despedida, no me regale su abrazo, no comprometa mi angustia. Váyase lejos, dígame “Adiós”, bese otros labios y no regrese nunca. Yo por mi parte cambiaré de perfume y de canción favorita, dejaré de ser yo, para así dejar de ser suya.
Sobra decirle que solo le deseo un amor inferior al mío, por que como yo, no lo querrá nadie, nunca.
CC.