24 de septiembre de 2014

Hay en la intimidad, Ana Ajmatova

Hay en la intimidad un límite sagrado
que trasponer no puede aun la pasión más loca
siquiera si el amor el corazón desgarra
y en medio del silencio se funden nuestras bocas.

La amistad nada puede, nada pueden los años
de vuelos elevados, de llameante dicha,
cuando es el alma libre y no la vence
la dulce languidez del goce y la lascivia.

Pretenden alcanzarlo mentes enajeadas,
y a quienes lo trasponen los colma la tristeza.
¿Comprendes tú ahora por qué mi corazón
no late a ritmo debajo de tu diestra?



Toda la belleza del mundo, Jaroslav Seifert

El profesor Marek tenía un lema para animarnos. Solía decir que cualquier tonto puede aprender a dibujar. Entonces yo me consolaba a mí mismo pensando que lo lograría también, porque, sobre todo, no me consideraba tonto. ¡Eso sí que no! Sólo cuando hubiese aprendido a dibujar tendría ganada la batalla. Con los colores sería más fácil. Sí, pintaría.
De todas maneras, no llegué a ser pintor. Porque ocurrió lo siguiente: en la cuarta o en la quinta clase, más o menos, nos sugirió el profesor Marek que trajéramos de casa los modelos con los que montaríamos en la clase el bodegón propio. Mis compañeros de clase traían manzanas, naranjas, limones, floreros con rosas, diversas cajitas y candeleros. Yo también traje conmigo objetos para hacer una naturaleza muerta muy proletaria, que armonizara con el barrio obrero de Zizkov: una botella de cerveza, un vaso, una rebanada de pan y una salchicha envuelta en un papel grasiento.
Monté el bodegón sobre la mesa de dibujo y esperé, con los demás, a que el profesor diera su visto bueno. Cuando se me acercó, me miró y soltó con violencia:
-Por Dios, Seifert, quite esa salchicha. ¡No permitiré por nada del mundo que la pinte!
No tardé más que un par de segundos en comprender su preocupación. Y me quedé estupefacto. En aquel momento memorable decidí que sería mejor escribir versos.

Canción de amor, Jaroslav Seifert

Oigo lo que no oyen los demás,
pies descalzos pisando terciopelo.

Suspiros bajo el sello de una carta,
el estremecimiento de las cuerdas, cuando no vibran.

A veces, huyendo de la gente,
veo lo que no ven los demás.

El amor, vestido con la risa
que se oculta en las pestañas, cubriendo los ojos.

Cuando aún tiene copos de nieve en los bucles,
veo florecer la rosa en el rosal.

Oí al amor partir
cuando unos labios por primera vez rozaron los míos.

Quién, sin embargo, detendrá mi esperanza:
ni siquiera el miedo al desengaño,

para que a tus rodillas no se ponga.
La más hermosa suele estar loca.

Impresiones huidizas, Rada Panchovska

El pormenor empequeñecedor de las vistas
aturde la palabra.
La infinidad de las impresiones refuerza
la inquietud.
¡¿Inspiración?! Solamente la desesperación
puede nombrar.

Completa, Flavia Ricci

Presencia
Tu presencia se presiente. Y emergen de cada beso libros, palabras, frases, fonemas. Tu presencia se nota. Y asoman películas, videos, imágenes en movimiento, algunas fotos. Desde dentro, muy dentro tuyo salen como regalos infinitos libros, canciones remotas, viajes, anécdotas. Esa es tu forma de desnudarte, de mostrarte como sos, de mostrar lo que sos, todo eso. Sutilmente.  Hay en tu universo tanta riqueza, tanta vida, tantas vivencias, tanta humanidad. 
Futuro
Me imagino entonces el momento en que abro los ojos, tomo un poco de distancia, dudando de mi buena suerte. Pero sí, sé que allí estarás. Ahora no me caben dudas. Frente a mí una persona transparente, decidida, llena de vida. Tomaré distancia, solamente para verte, la distancia justa. Dejaré de abrazarte un momento. El otro desnudo es inminente. Y casi no puedo creerlo, ahora que lo pienso. Ahora.
Presente
Una persona frente a mí se desnuda, me adentro en su universo cuando relata, cuando obsequia canciones, imágenes. Y yo la hago parte del mío en la misma medida, desmedida como soy. 
Todo está por escribirse
Ahora sí se despoja lentamente de sus ropas. Ahora sí, completa.

23 de septiembre de 2014

Imatge, Flavia Ricci

Fue en un viaje de Barcelona a Tarragona e íbamos a la casa de una de sus (mejores) amigas. Me preguntó, mientras yo miraba a través de la ventana el Mediterráneo, por qué jamás miraba a los ojos. Yo no sé si la miré, pero sonreí. Una vez más, me decía algo que los demás habían notado, pero a la vez callado. Ella no, ella no era como los demás. Le dije que no era de mirar a las personas a los ojos y esta vez ella fue quien sonrió. Me dijo que creía que tenía un problema para fijar la mirada, pero era un alivio saber que se debía a una elección. Tiempo después viajé a Brasil y cuando llevé a revelar las fotos (en aquel momento se hacía), en la tienda me dieron de obsequio un llavero. El empleado me dijo que habían elegido la foto en que se me veía más feliz. Había imágenes de Brasil, de Tarragona y de Barcelona. Di vuelta el llavero y vi una imagen en el puerto de Tarragona: estábamos ella, su amiga y yo. Es cierto, se me veía muy feliz. Aun conservo ese llavero y de vez en cuando miro la foto. Cuántos km entre Barcelona y Argentina. Pero sigo feliz.

Maybe (not), Flavia Ricci

Suelta
Quieta
No diría quieta
diría que ...
diría paralizada
como expectante
sin movimiento
excepto los ojos
cuando los párpados
suben y bajan
los brazos a ambos lados
mira para un costado
Pero no me mira
porque ya me vio.
Ahí
todo transcurre en ese momento
en que corro
lejos
sin darle tiempo
a que me diga nada
corro aliviada
lo siento
no eras
no estabas.

me voy.



Spark, Flavia Ricci

Pero, cuando imaginaba que te habías ido
que no regresarías
allí estás
tímidamente y casi oculta.
Pero, cuando imaginaste que yo hablaría
casi me escabullo
con tal de mantener el silencio
sagrado silencio
que anticipa todo lo demás.
No creas que no pierdo los papeles
No creas que no practico
una y mil veces
qué decirte
cómo ponerme
para no temblar.
Y a cambio
aparece tu ida
repentina
yo con mis brazos abiertos
vos con tu media sonrisa.
Calle de adoquines
autobuses
La nada
que no es vacío.
Cierro los brazos
retrocedo en mi sonrisa
Y pienso seriamente
qué te habrá pasado
qué, entre las dos
que te dejó paralizada.
Yo de regreso
vos siempre ahí.

Tristemente,
ahí.


17 de septiembre de 2014

Flores de un solo día, Anna Kazumi Stahl

I

"Apareció allí, porque no había desaparecido, sólo había estado fuera de la vista un poco, oculta en el pequeño espacio de una demora, o en ese tiempo corto que tarda una promesa en cumplirse. Estar sin verse no es no estar".

II

"(...) porque no era un silencio vacío, era un espacio cálido y fácil, que se abría entre dos personas y se llenaba no de las palabras sino de las cosas que hacían juntas".

Los círculos que traza el amor, Flavia Ricci


Nunca sabía cuándo nos volveríamos a ver, pero siempre le agradecí interiormente el día en que comenzó a decirme que se iba. Estaba claro que los arribos me generaban una inmensa alegría, pero sus idas sin más, pasaban de la nada al vacío. Casi ardían. Así fue como, un día, comenzó a decirme adiós. Y yo sabía que era un "hasta pronto". Y eso me generaba una inmensa alegría. Los círculos que traza el amor. Solamente se iba para regresar.

12 de septiembre de 2014

Aquella noche, Cristina Peri Rossi

La noche en que nos conocimos
yo empecé a perder
La cerilla explotó
y me quemó los dedos
manché mi blusa con el vino
Olvidé por completo el nombre
del mes y del día

Tanta turbación
sólo podía ser la prueba
de un deseo muy grande

tan grande
que ni tú misma
podías satisfacer.




1 de septiembre de 2014

Que tu mirada vaya, A. Girri

Que tu mirada vaya
dejando de separar
impresiones sensibles, afectivas,
de las meras formas,
                      y resbale, no coherente,
a despojar de relieve lo que encuentre,

                    indicaría cómo pierdes
el dominio sobre ella,
                            paralizado también
tu cuerpo en lo que hasta ahora fue:
                               manifestación y participación,
                    y en suspenso
la rutina del hablar y el pensar,
la exigencia de que hablar
y no pensar no se puede,
                               ni pensar callando.

Y más aun haría patente
un empezar a abandonarte
a lo suelto y espontáneo
como viento, como corriente,
                               viento y corriente,
no ya situaciones fijas, inmovilidad objetiva,

no ya dilemas,
                                sino un calmo estar
en el que te permitas verte
cazando pájaros con redes,
liebres con gestos,
                                irreflexivamente.