26 de julio de 2014

Teoría de los infortunios, Flavia Ricci

Las emisiones pueden ser afortunadas o desafortunadas. 
Por varias circunstancias, que son la dimensión 
de su carácter afortunado o desafortunado. 
Esto se llama teoría de los infortunios.



Performativos
Realizativos
¿explícitos o primarios?
Constatativos
Desaciertos

Las palabras sin acto
vacías
Los silencios que suenan
tan llenos.

Qué hacer con las palabras
mientras que con el último sonido de los fonemas
llegaba el silencio
y era a partir de allí que se llenaba mi mundo.
Se materializaba la palabra
en su posible acto.



21 de julio de 2014

En adelante, Flavia Ricci

Es como derramarse
como el agua
circulo por encima
por detrás
por tus lados
en la distancia justa
la que me deleita
mirándote así
a veces sin distancia.
cierro los ojos cuando estás cerca.

dame un punto de apoyo
la palabra
dame un punto de apoyo
el abrazo
dame un punto de apoyo
la mirada
dame un punto de apoyo
el encuentro
dame un punto de apoyo
tus manos
dame un punto de apoyo

como el agua contenida
estallan los puntos de apoyo
un papel en blanco
un día por delante
verde
azul
mar
no importa

y vos que decidís
en cada uno de ellos
ser mi principio, mi fin.



19 de julio de 2014

Nombrar (II), Flavia Ricci

yo te señalo
para sacarte del anonimato
sos vos
yo te elijo
vos y así
y por lo tanto
todos los silencios te nombran
todas las acciones van a vos
y todas las palabras
aunque diga silla, sol o mar
tierra, camino o verde
son palabras que encierran algo de vos.

Lento, Flavia Ricci

¿quién es aquel que no escribe sobre un cuerpo desnudo?
¿quién es aquel que no deja sus huellas, ni toca cicatrices?
¿quién es aquel que no deja marcas por cada surco?
¿quién es aquel que no gime, ni suspira, ni se agita?
¿quién es aquel que pasa, hace y se marcha?

Hace mucho tiempo.
Hoy
lento.


Idioma, Flavia Ricci

De todo ese lenguaje
que tiene que ver con las palabras
y también con los hechos
voy aprendiendo un idioma
que es el de recorrer tu cuerpo
en silencio
con cada estremecimiento
suspiro
aliento.



Hay un idioma que siento.
Es el de entender tus miradas
el de captar tu sonrisa
el de tener tu mano en la mía
y detenerme en cada una de sus líneas.



Y entonces, quizás,
ese idioma podría ser, también
el de decir una palabra precisa
para nada azarosa
y seguir recorriendo tus días.



De todo ese lenguaje
que tiene que ver con las palabras
y con los hechos
voy aprendiendo un idioma
de una forma y con tiempos
que desconocía.

Y cada vez que te recorro
o me detengo en tu boca
cada vez que te abrazo
o que te miro
cada vez que subo, que bajo
cada vez que me sumerjo
en todo tu cuerpo
todas las palabras se agolpan
de repente
para decir algo
quizás, no sea ese el momento
justo en el instante, ese preciso instante
en que yo recorro tu cuerpo.

18 de julio de 2014

Pequeñas lecciones de erotismo, Gioconda Belli

I

Recorrer un cuerpo en su extensión de vela
es dar la vuelta al mundo
Atravesar sin brújula la rosa de los vientos
islas golfos penínsulas diques de aguas embravecidas
no es tarea fácil -si placentera-
No creas hacerlo en un día o noche 
de sábanas explayadas.
Hay secretos en los poros para llenar muchas lunas



II

El cuerpo es carta astral en lenguaje cifrado.
Encuentras un astro y quizá deberás empezar
a corregir el rumbo cuando nube huracán 
o aullido profundo
te pongan estremecimientos.
Cuenco de la mano que no sospechaste
 

III

Repasa muchas veces una extensión
Encuentra el lago de los nenúfares
Acaricia con tu ancla el centro del lirio
Sumérgete ahógate distiéndete
No te niegues el olor la sal el azúcar
Los vientos profundos 
cúmulos nimbus de los pulmones
niebla en el cerebro
temblor de las piernas
maremoto adormecido de los besos
 

IV

Instálate en el humus sin miedo
al desgaste sin prisa
No quieras alcanzar la cima
Retrasa la puerta del paraíso
Acuna tu ángel caído 
revuélvele la espesa cabellera 
con la espada de fuego usurpada
Muerde la manzana


V

Huele
Duele
Intercambia miradas saliva impregnante
Da vueltas imprime sollozos piel que se escurre
Pie hallazgo al final de la pierna
Persíguelo busca secreto del paso forma del talón
Arco del andar bahías formando arqueado caminar
Gústalos
 

VI

Escucha caracola del oído
como gime la humedad
Lóbulo que se acerca al labio sonido de la respiración
Poros que se alzan formando diminutas montañas
Sensación estremecida de piel insurrecta al tacto
Suave puente nuca desciende al mar pecho
Marea del corazón susúrrale
Encuentra la gruta del agua
 

VII

Traspasa la tierra del fuego la buena esperanza
Navega loco en la juntura de los océanos
Cruza las algas ármate de corales ulula gime
Emerge con la rama de olivo 
Llora socavando ternuras ocultas
Desnuda miradas de asombro
Despeña el sextante desde lo alto de la pestaña
Arquea las cejas abre ventanas de la nariz




VIII

Aspira suspira
Muérete un poco
Dulce lentamente muérete
Agoniza contra la pupila extiende el goce
Dobla el mástil hincha las velas
Navega dobla hacia Venus
estrella de la mañana
-el mar como un vasto cristal azogado-
Duérmete náufrago.




14 de julio de 2014

Tarde (II), Flavia Ricci

Tiempo y momento no siempre van de la mano. A veces llega el momento, pero no llega a tiempo. Me he quedado sin palabras. Me duele todo el cuerpo. Me dolés vos. Me duelo yo. Me duele todo esto. Quiero estirar la mano, pero estoy cansada. Quiero hablarte, pero me he quedado muda. Me duele todo el cuerpo, tan adentro. Qué voy a decirte, si estás pero te vas. Qué voy a explicarte, si no te interesa. Qué voy a apostar, si no hay ninguna reciprocidad. Descansaba en tus palabras, ahora como mucho capto alguna. Y si no me apresuro, otra vez: desaparecés. 

Tiempo y momento no siempre van de la mano. 

Cierro los ojos, respiro. 

No he perdido nunca la serenidad. 

Quizás he perdido un poco bastante las esperanzas en vos. 

Hay que saber parar a tiempo. Puede que no haya hecho lo suficiente, pero vos no hiciste nada. O sí, paulatinamente me dejaste clara tu postura. Ante tu silencio, mis dudas. Pero ahora ante tu silencio, mis certezas. No te acerques, soy yo la que quiere alejarse. No me abraces ahora, como si te dieras cuenta en este momento. No hables, no es necesario ¿qué vas a decirme? Nada, nada puede ser suficiente cuando lo único que quería sabemos lo que era.

El tiempo se ha ido. No es tuyo, no es mío. No es nuestro. Si querías que me fuera, pues lo dicho: me he ido.

Tarde, Flavia Ricci

- He llegado, me dijo.

- Llegás tarde, respondí.

- ¿Tarde? Soy el momento, los momentos nunca llegamos tarde.

- Pues no has llegado a tiempo. Y eso para mí es llegar tarde. Tarde, tarde. Tarde de otoño cuando te conocí. Tarde de invierno cuando te dejé. Por decepción, porque esperé, porque no llegaste a tiempo, momento. Pero sí, llegaste. Y te digo adiós. Porque esperaba, porque quienes amamos esperamos, esperamos, sí. Y te digo más, esperé con ansias, con expectativas, con deseo, con entusiasmo. Esperé, di señales y nada pasó. Nada. Nada. Momento, momento ... llegás tarde, tardísimo. Porque no estabas cuando yo balbuceaba sutiles palabras que se balbucean por amor. Ni estuviste cuando fui y volví, más sola que cuando emprendí el viaje. No estabas, momento, no.

- .....

- Ante mis escasas palabras, tu silencio, ante mi espera, tu desidia. Ante mi amor, tu indiferencia. Momento, momento, llegás muy tarde. Y no, no me arrepiento de haber esperado, porque sé lo que quiero, y por eso también sé ver que llegaste tarde. Y mirá que me costó soltarte, porque te esperé a vos también: el momento, mi momento, nuestro momento (por fin). Y nunca llegaste.


Suena un teléfono. Suena, nomás.


9 de julio de 2014

Nadie penetra en los sentimientos, Flavia Ricci

Nadie penetra en los sentimientos
Nadie
Sencillamente las palabras vagan por las superficies
Insuficientes
Desde los ojos todo se proyecta
en esa mirada
Nada hacia adentro
Sale todo.
Nadie penetra en los sentimientos
escucho
me ven
¿me oyen?
callo
Muchas veces sonrío
Digo palabras que aprietan
y no suelto las que importan
Sólo salen algunas
que presurosas corren
hasta los límites que mencionan
los significados
Nadie se aventura más allá
ni penetra los sentimientos
tan hondos
tan frágiles
tan densos
allí.
Entonces vago sola
con todo aquello
cada vez menos palabras
más silencio
Tan claro todo
tan casi, casi fuera
pero sigue dentro
no lo malgasto, alegrías
sentimientos, músicas, recuerdos
Me quedo esperando
en el lugar
me quedo.
Nadie, nadie
penetra en los sentimientos.
No te fíes
Hay mucho, pero mucho más
dentro.
Donde nadie escucha
donde hay silencio
Donde
no hablo
sola y solamente
siento.

Los primeros sorbos de café, Malaci


Admito que, en algún momento, amar se convirtió en uno de mis más grandes temores; permití que ser lastimada al grado de enajenarme casi por completo. Hice lo posible por alejarme de toda aquella persona que me inspirara algo de romanticismo y atracción. De a poco, me fui convirtiendo en un ser reprimido, que argumentaba no tener la capacidad de amar y se pretextaba con el hedonismo.

Lunas y soles pasaron así, mientras me acompañaba de café y licor. Entonces, cuando menos lo esperaba, apareció una persona cuya energía vibraba varios grados por encima de la mía. Se acercó cuando más me alejaba y esperaba con paciencia a que regresara. Me daba la bienvenida con café y sonrisas, iluminando mi alma oscura y vacía. No había reproches, no esperaba nada a cambio.

Y así fui cayendo, sin notarlo del todo, en manos de mi miedo. Cuando fui plenamente consciente de ello, se lo comenté. Él calló por segundos - que para mi fueron eternos - y me dijo:

"El amor es un constante ir y venir de alegrías y dolores. Es como vivir; vives aun sabiendo que vas a morir, pero eso no te detiene de salir, de disfrutar, porque esa idea no domina tu pensamiento. Lamentablemente, muchas personas no tienen ese nivel de consciencia en cuanto al amor y viven así. Escondiéndose - de cierto modo - pretextándose con alguna mala experiencia."

Volvió a callar y me miró.

Extraña(y consciente)mente, no dijo que no me lastimaría, no comentó que no me haría llorar, ni prometió una vida de color de rosa. Eso llamó mi atención.

Sonreí al notar que esperaba alguna reacción de mi parte. Le abracé por la espalda y hundí mi nariz en su nuca, aspirando su aroma, inundándome de su esencia. Él era el ancla que me mantenía firme en tierra, y a la vez el mar en el que flotaba y me sumergía. Era la fuerza con la que decidí soltar las amarras de mis miedos y exponerme ante el mundo como soy…

Hoy, casi le hemos dado la vuelta al sol y han sido tantas las aventuras, las risas y las lágrimas, las locuras y los placeres, que escribir esto, me parece, es lo menos que puedo hacer para agradecerle.

Puedo ser sin él, lo sé. Pero quiero ser y estar en su compañía. Y lejos de querer o no, de una manera que no puedo explicarles con palabras, su psique me llama y mi psique le busca. No deseo presumir, pero considero que somos como la mezcla de café y leche en las cantidades precisas. Claro, esta analogía no es apta para los que no tomen café, café con leche o analogías en general.

Resumidamente, soy una mujer completa. Y lo era antes de que él me encontrara. Sin embargo, cuando llegó me complementó (im)perfectamente. Y, aunque él ponga resistencias, he llegado a creer que todo es armoniosa y perfectamente imperfecto y que de alguna manera ya estábamos destinados a ser.

Los amorosos, Jaime Sabines

    Los amorosos callan.
    El amor es el silencio más fino,
    El más tembloroso, el más insoportable.
    Los amorosos buscan,
    Los amorosos son los que abandonan,
    Son los que cambian, los que olvidan.
    Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
    No encuentran, buscan.
    Los amorosos andan como locos
    Porque están solos, solos, solos,
    Entregándose, dándose a cada rato,
    Llorando porque no salvan al amor.
    Les preocupa el amor. Los amorosos
    Viven al día, no pueden hacer más, no saben.
    Siempre se están yendo,
    Siempre, hacia alguna parte.
    Esperan,
    No esperan nada, pero esperan.
    Saben que nunca han de encontrar.
    El amor es la prórroga perpetua,
    Siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
    Los amorosos son los insaciables,
    Los que siempre "¡qué bueno!", han de estar solos.

    Los amorosos son la hidra del cuento.
    Tienen serpientes en lugar de brazos.
    Las venas del cuello se les hinchan
    También como serpientes para asfixiarlos.
    Los amorosos no pueden dormir
    Porque si se duermen se los comen los gusanos.

    En la obscuridad abren los ojos
    Y les cae en ellos el espanto.

    Encuentran alacranes bajo la sábana
    Y su cama flota como sobre un lago.

    Los amorosos son locos, sólo locos,
    Sin Dios y sin diablo.

    Los amorosos salen de sus cuevas
    Temblorosos, hambrientos,
    A cazar fantasmas.
    Se ríen de las gentes que lo saben todo,
    De las que aman a perpetuidad, verídicamente,
    De las que creen en el amor como en una lámpara
    De inagotable aceite.

    Los amorosos juegan a coger el agua,
    A tatuar el humo, a no irse.
    Juegan el largo, el triste juego del amor.
    Nadie ha de resignarse.
    Dicen que nadie ha de resignarse.
    Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.

    Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
    La muerte les fermenta detrás de los ojos,
    Y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
    En que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

    Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
    A mujeres que duermen con la mano en el sexo, complacidas,
    A arroyos de agua tierna y a cocinas.
    Los amorosos se ponen a cantar entre labios
    Una canción no aprendida
    Y se van llorando, llorando
    La hermosa vida.



6 de julio de 2014

Dos poemas, Constantino Kavafis

Cuanto puedas

Y si no puedes hacer tu vida como la quieres,
en esto esfuérzate al menos
cuanto puedas: no la envilezcas
en el contacto excesivo con la gente,
en demasiados trajines y conversaciones.
No la envilezcas llevándola,
trayéndola a menudo y exponiéndola
a la torpeza cotidiana
de las compañías y las relaciones,
hasta que llegue a ser pesada como una extraña.


Cuando despierten
Trata de guardarlas, poeta,
por más que sean pocas aquellas que se detienen.
Las visiones de tu amor.
Ponlas, medio ocultas, entre tus frases.
Trata de retenerlas, poeta,
cuando despierten en tu mente
en la noche o en el fulgor del mediodía.



Como si nada, Flavia Ricci

Briser le langage pour toucher la vie.

Antonin Artaud


Háblame para que yo te vea.
Séneca


Miró fijamente su fotografía, como para penetrar a través de sus ojos en primer plano en aquella mente semioculta. El cabello, que poco antes había estado tendido en su almohada, ahora se mostraba casi prolijo, por efecto del peinado. La cama, aun revuelta. Esos ojos, brillantes y abiertos, no dejaban ver a nadie que poco antes se habían cerrado para disfrutar, un momento, efímero, de unas palabras dichas, como flechas certeras. Y aún resonaban. 
Esa foto se clavó en su mente, esa foto de minutos después, no mucho más. Como si nada, como si todo. Tan lejano era todo aquello que tanto conocía, de cerca. Y tan de cerca que no creía que ahora estuvieran tan lejos. Como si nada.

Fue a buscarle.

- Entonces te vas
- Entonces me voy
- Así nomás
- Ahora
- No vas a hablar, como si nada.

 Y ella calló.

Las palabras se agolparon, pero iba a decírselas a quien tuviese la certeza de que pudiera valorarlas. No era como si nada. Pero de qué servía explicarse, había pasado el momento. Apostar por la incerteza no la satisfacía. Miró hacia arriba, hacia el único sitio en donde estaban las respuestas. No hubo ni un adiós. O quizás fue aquel, las más honda de las despedidas: la del silencio. Como si nada. Como si ...




1 de julio de 2014

Remos, Flavia Ricci

He pasado suavemente mi mano sobre tu espalda 
desnuda
He cerrado los ojos
He pronunciado las palabras agolpadas
francamente
Has pasado la vista por mi cara
quizás reconociéndome
Has sonreído
Luego tu mirada habló
No busques más allá
en historias 
aquí es donde estoy
hacia allí es donde quiero caminar
voy a hacerlo
No voy a esconderme
ésta es quien soy
ni más ni menos
que vengan todos tus besos
todas tus sonrisas
todos tus abrazos
aquí los espero
desnuda
para luego lanzarme a caminar,
hacia vos
sola
francamente
sin recovecos
ni tiempos vagos
Que hablen las palabras
que griten los abrazos
que giman las horas sin vos
que la única distancia sea el olvido
porque entonces no habrá distancia
en cada uno de mis recuerdos
cada vez que cierro los ojos
que se derrumben las dudas
que sean nuestros los instantes.




Entonces,
con mi sonrisa como compañía
cerraré los ojos
dormiré encima de tu vientre
descansaré en vos.