9 de julio de 2014

Los primeros sorbos de café, Malaci


Admito que, en algún momento, amar se convirtió en uno de mis más grandes temores; permití que ser lastimada al grado de enajenarme casi por completo. Hice lo posible por alejarme de toda aquella persona que me inspirara algo de romanticismo y atracción. De a poco, me fui convirtiendo en un ser reprimido, que argumentaba no tener la capacidad de amar y se pretextaba con el hedonismo.

Lunas y soles pasaron así, mientras me acompañaba de café y licor. Entonces, cuando menos lo esperaba, apareció una persona cuya energía vibraba varios grados por encima de la mía. Se acercó cuando más me alejaba y esperaba con paciencia a que regresara. Me daba la bienvenida con café y sonrisas, iluminando mi alma oscura y vacía. No había reproches, no esperaba nada a cambio.

Y así fui cayendo, sin notarlo del todo, en manos de mi miedo. Cuando fui plenamente consciente de ello, se lo comenté. Él calló por segundos - que para mi fueron eternos - y me dijo:

"El amor es un constante ir y venir de alegrías y dolores. Es como vivir; vives aun sabiendo que vas a morir, pero eso no te detiene de salir, de disfrutar, porque esa idea no domina tu pensamiento. Lamentablemente, muchas personas no tienen ese nivel de consciencia en cuanto al amor y viven así. Escondiéndose - de cierto modo - pretextándose con alguna mala experiencia."

Volvió a callar y me miró.

Extraña(y consciente)mente, no dijo que no me lastimaría, no comentó que no me haría llorar, ni prometió una vida de color de rosa. Eso llamó mi atención.

Sonreí al notar que esperaba alguna reacción de mi parte. Le abracé por la espalda y hundí mi nariz en su nuca, aspirando su aroma, inundándome de su esencia. Él era el ancla que me mantenía firme en tierra, y a la vez el mar en el que flotaba y me sumergía. Era la fuerza con la que decidí soltar las amarras de mis miedos y exponerme ante el mundo como soy…

Hoy, casi le hemos dado la vuelta al sol y han sido tantas las aventuras, las risas y las lágrimas, las locuras y los placeres, que escribir esto, me parece, es lo menos que puedo hacer para agradecerle.

Puedo ser sin él, lo sé. Pero quiero ser y estar en su compañía. Y lejos de querer o no, de una manera que no puedo explicarles con palabras, su psique me llama y mi psique le busca. No deseo presumir, pero considero que somos como la mezcla de café y leche en las cantidades precisas. Claro, esta analogía no es apta para los que no tomen café, café con leche o analogías en general.

Resumidamente, soy una mujer completa. Y lo era antes de que él me encontrara. Sin embargo, cuando llegó me complementó (im)perfectamente. Y, aunque él ponga resistencias, he llegado a creer que todo es armoniosa y perfectamente imperfecto y que de alguna manera ya estábamos destinados a ser.

No hay comentarios.: