28 de diciembre de 2014

La luna y la muralla china (fragmento), M. Zariello

16
No fue un deseo sexual lo que me llevó a besarlo, menos después de verlo reír adelante del monitor. Él lo tomó para otro lado y me acarició la espalda. Siempre hace lo mismo. Se cree que está siendo el Señor Sexy rascándome la espalda. Me metí otra vez en la cama y me di vuelta para el lado de la mesa de luz. No lo veo, pero se levantó de su silla. Se decidió con una hora y media de atraso. Carece de timing para el amor. Nunca vi a nadie equivocarse tanto en la materia.

27 de diciembre de 2014

Hotaru (fragmento), S. Kawamichi

No sé por qué todo me parece más pequeño.
El mar, el cielo.
El pasado, el futuro.
La oscuridad, el silencio.
Es como si mis ganas de amarte lo hubieran
empequeñecido todo.

25 de diciembre de 2014

Descubrimientos, C. Lispector




Cosmonauta en la Tierra (fragmento)
Si yo fuera el primer astronauta, mi alegría sólo se renovaría cuando un segundo hombre volviera allá desde el mundo: pues también él lo habría visto. Porque "haber visto" no es sustituíble por ninguna descripción: haber visto sólo se compara con haber visto. Hasta que otro ser humano también hubiera visto, yo tendría dentro de mí un gran silencio, aun cuando hablara. Consideración: supongo la hipótesis de que alguien en el mundo ya haya visto a Dios. Y nunca haya dicho una palabra. Pues si ningún otro lo vio, es inútil decirlo.

Dificultad de expresión
La dificultad de encontrar, para poder expresar, eso que sin embargo está allí, da una impresión de ceguera. Es entonces cuando se pide café. No es que el café ayude a encontrar la palabra pero representa un acto histérico-liberador, es decir, un acto gratuito que libera.

 


24 de diciembre de 2014

Perfil de un ser elegido, C. Lispector

Aun muy joven, era un ser que elegía. Entre las mil cosas que podría haber sido, había ido eligiéndose. En un trabajo para el cual usaba lentes, entreviendo lo que podía y palpando con las manos húmedas lo que no veía, el ser había ido eligiendo y por eso indirectamente se elegía. De a poco se había juntado para ser. Separaba, separaba. En relativa libertad, si se descontara el furtivo determinismo que había dirigido discreto sin dar un nombre. Descontado ese furtivo determinismo, el ser elegía ser libre. Separaba, separaba la llamada cizaña del trigo, y lo mejor, lo mejor el ser lo comía. A veces comía lo peor: la elección difícil era comer lo peor. Separaba peligros del gran peligro, y era con el gran peligro que el ser, aunque con miedo se quedaba; solo para sopesar con gusto el peso de las cosas. Apartaba de sí las verdades menores que terminó por no llegar a conocer: quería las verdades difíciles de soportar. Por ignorar las verdades menores, el ser ya comenzaba a aparecer a los otros como rodeado de misterio: por ser ignorante era un ser misterioso. Se había convertido en una mezcla de lo que pensaban de él y de lo que él realmente era: un sabio ignorante, un sabio ingenuo; un olvidado que muy bien sabía de otras cosas; un sonso honesto; un pensativo distraido; un nostálgico sobre lo que había dejado de saber; un nostalgioso por lo que definitivamente al elegir había perdido; un valiente por ser demasiado tarde y ya haberse elegido. Todo eso, contradictoriamete, le dió al ser una alegría discreta y saludable de campesino que sólo lidia con lo básico. Y todo eso le dio la austeridad involuntaria que todo trabajo intelectual da. Elección y ajuste no tenían hora precisa de comenzar y terminar, duraban en realidad el tiempo de una vida.
Todo eso, contradictoriamente fue dando al ser la alegría profunda que necesita manifestarse, exponerse y comunicarse. Pasó a darse a través de la pintura. En esa comunicación el ser era ayudado por su don innato de gustar. Y eso ni lo había juntado ni lo había elegido. En efecto, era una don. Le gustaba la profunda alegría de los otros, por el don innato descubría la alegría de los otros. Por don, también era capaz de descubrir la soledad que los otros tenían. Y también por don, sabía profundamente jugar el juego de la vida, transformándola en colores y formas. Sin siquiera sentir que usaba su don, el ser se manifestaba: daba sin percibir, amaba sin percibir que a eso llamaban amor. El don era como la falta de camisa del hombre feliz: como el ser sentía muy pobre y no tenía qué dar, el ser se daba. Se daba en silencio, y daba lo que había juntado de sí, así como quien llama a los otros para que también vean.
Poco a poco el equívoco pasó a rodear al ser: los otros miraban al ser como a una estatua, como a un retrato. Un retrato muy rico. No comprendieron que para el ser, haberse reunido, había sido trabajo de despojamiento y no de riqueza. Por equívoco, el ser era festejado. Pero sentirse amado sería reconocerse a sí mismo en el amor recibido, y aquel ser era amado como si fuera un otro ser. El ser vertió las lágrimas de una estatua que de noche en la plaza llora sin moverse. Nunca la oscuridad había sido mayor en la plaza. Hasta que de nuevo amanecía y el ser renacía. El ritmo de la tierra era tan generoso que amanecía. Pero de noche, cuando llegaba la noche, de nuevo oscurecía. La plaza de nuevo crecía en soledad. De miedo, los que habían elegido dormían: ¿miedo porque pensaban que tendrían que vivir en la soledad de la plaza? No sabían que la soledad de la plaza había sido sólo el lugar de trabajo del ser. Pero que él también se sentía solo. El ser se prepara toda la vida para ser apto del lado de afuera de la plaza. Es verdad que el ser, al sentirse listo, así como quien se baña con óleos y perfumes, notó que no le había sobrado tiempo para existir como los otros: era diferente sin querer. Algo había fallado porque, cuando el ser se veía en el retrato que los otros habían sacado, se espantaba humilde frente a lo que habían hecho de él. Habían hecho de él, nada más, nada menos, que un ser elegido. Es decir, lo habian sitiado. ¿Cómo deshacer el equívoco? Por simplificación y economía de tiempo, habían fotografiado al ser en una única pose y ahora no se referían a él sino a la fotografía. Bastaba abrir el cajón para sacar de adentro el retrato. Cualquiera conseguía una copia que, además, costaba barata.
Cuando le decían al ser: te amo, el ser se perturbaba porque ni siquiera podía agradecer: ¿y yo?, ¿por qué no a mi también?, ¿por qué sólo a mi retrato? Pero no reclamaba, pues sabía que los otros no se equivocaban por maldad. El ser, a veces, por una cuestión de soledad, intentaba imitar la fotografía, lo que no obstante terminó por volverla más falsamente auténtica. A veces él se confundía todo: no aprendía a copiar el retrato, y se había olvidado de cómo era sin el retrato. De modo que, como se dice del payaso que siempre rie: el ser a veces, por así decir, lloraba bajo su callada pintura de bobo de la corte. Entonces intentó un trabajo subterráneo de destrucción de la fotografía: hacía o decía cosas tan opuestas a la fotografía que esta se erizaba en el cajón. Su esperanza era volverse más vivo que la fotografía. Pero, ¿qué ocurrió? Ocurrió que todo lo que el ser hacía en realidad sólo iba a retocar el retrato, adornarlo.
Y así fue yendo, hasta que, profundamente desilusionado en las más legítimas aspiraciones, el ser moría de soledad. Pero terminó saliendo de la estatua de la plaza, con gran esfuerzo, teniendo varias caidas, aprendiendo a pasear solo. Y, como se dice, nunca la tierra le pareció tan bella. Reconoció que ella era la tierra para la cual se había preparado: pues no se había equivocado, el mapa del tesoro tenía la indicaciones correctas. Paseando, el ser tocaba todas y, aun solitario, sonreía. El ser había aprendido a sonreir solo.

10 de diciembre de 2014

Blanes, Flavia Ricci

Nada como irnos entre semana a Blanes. Un amigo que nos había dejado las llaves de su piso y yo que iba a relajarme, vos a estudiar. Nada como ir de forma despreocupada cuando todo está por escribirse, cuando nadie fastidia ni los móviles suenan. Había una cama de una plaza, había otra cama de dos. Entré a la cocina y vi esa enorme cafetera: vos sonreíste. Salimos a caminar sin haber deshecho los bolsos. Bajamos hasta la costa por aquel camino serpenteante que en cuanto hablabas retenía tu eco. Llegamos al mar, dimos una vuelta y tomamos unas cervezas. Al otro día me levanté temprano a comprar croissants para el desayuno mientras vos dormías. A la tarde caminamos hasta la playa, entramos al mar y llegamos a una roca, donde nos sentamos a mirar el atardecer. Subió la marea y allí nos quedamos. Me propusiste no volver ese domingo a Barcelona, sino quedarnos allí una noche más y coger un tren temprano en la mañana. Sonreí aliviada, era lo que quería en alguna parte de mi mente. Vos me ganaste al nombrarlo. Subimos por otra callecita angosta y a mano izquierda me llamó la atención un restaurante pequeño y medieval. Entramos. Estaba abierto. Cenamos. Reímos en aquella callecita angosta mientras regresábamos al piso. No puedo recordar el nombre de aquella calle, ni del restaurante. Todo lo demás, ya ves, lo recuerdo.

6 de noviembre de 2014

Once again, Flavia Ricci

Señalo
Apunto 
Nombro
Miro 
Sonrío
Invito

Es a vos
Sos vos
¿Qué duda cabe?
Pero es más cómodo 
seguir con las intrigas.




sin embargo

No es tu silencio
No es un vacío
No es que no podamos comunicarnos
No llego a comprender
No puedo poner en palabras
Qué te pasa conmigo

De tantas, tantísimas, cosas que te pasan
Y que vos tampoco
podés poner en palabras.

Hay más allá detrás del "sí"
Una proyección
Un momento que pasó del "no sé"
Ahora quiero, ahora con vos
Y sin embargo
tanta intensidad
si no encuentra tu mano
tu cuerpo
tu mirada
Se va
He aprendido
a irme hasta sonriendo
No creas que siempre habrá algo detrás del "sí".
Estoy aprendiendo incluso a que no haya
ningún "sí" porque sí.
Ni porque vos.







Ninguna, Flavia Ricci

- Es el momento, ninguna está enamorada de nadie.

- Claro, se nota.

- Es nuestro momento.

- Ninguna está enamorada de nadie. Nadie. Ninguna.

- ...

1 de noviembre de 2014

La loca de la casa, Rosa Montero


Hablar de literatura, pues, es hablar de la vida; de la vida propia y de la de los otros,de la felicidad y del dolor. Y es también hablar del amor, porque la pasión es el mayor invento de nuestras existencias inventadas, la sombra de una sombra, el durmiente que sueña que está soñando. Y al fondo de todo, más allá de nuestras fantasmagorías y nuestros delirios, momentáneamente contenida por este puñado de palabras como el dique de arena de un niño contiene las olas en la playa, asoma la Muerte, tan real, enseñando sus orejas amarillas.


24 de octubre de 2014

Océano mar, A. Baricco

—O sea, fijaos ahí donde llega el agua… sube por la playa, luego se detiene…eso es, precisamente ese punto, donde se detiene…, dura apenas un instante, después desaparece, pero si se consiguiera detener ese instante…, cuando el agua se detiene, precisamente ese punto, esa curva …, es lo que estudio. Donde se detiene el agua.
—¿Y qué es lo que hay que estudiar?
—Bueno, es un punto importante… a veces no se le presta atención, pero pensándolo bien ahí sucede algo extraordinario, algo… extraordinario.
—¿De verdad?
Bartleboom se acercó ligeramente a la mujer. Se hubiera dicho que tenía un secreto que decir cuando dijo
—Ahí acaba el mar.
El mar inmenso, el océano mar, que corre infinito más allá de toda mirada, el desmesurado mar omnipotente —hay un sitio donde acaba, y un instante—, el inmenso mar, un lugar pequeñísimo y un instante de nada. Eso es lo que quería decir Bartleboom.


12 de octubre de 2014

Pistas, Flavia Ricci

Sorprendeme
Sonreíme
Leéme
Soñame
Viajame
Acariciame
Mirame
Contame
Preguntame,

que después

probablemente

venga lo demás.


Pero si
decidís
comenzar por lo demás
y aunque quizás no me oponga
vamos a perdernos de todo lo primero
que por primero tiene motivos
cercanos al descubrimiento.

Mis suspiros como conquistas
Mis sonrisas como aliadas
Mis arrebatos como preámbulos
Mis porque sí
Mis porque vos.

Empecemos por lo primero:

- Hola, me llamo Flavia Ricci.







Tres veces al amanecer, A. Baricco

“(…) Pero la mujer dijo que gran parte de la gente sueña con volver a empezar desde cero, y añadió que en eso había algo que resultaba conmovedor, no loco. Dijo que, en realidad, luego casi nadie empieza de nuevo desde cero de verdad, pero no tenemos ni idea de cuánto tiempo se pasa la gente fantaseando con hacerlo, y a menudo justo mientras está metida de lleno en sus problemas, y en la vida que querría dejar atrás (…)”

9 de octubre de 2014

Moldes, Flavia Ricci

Después de vos cerré la puerta sin mirar atrás. Y no repetí aquello. Sin embargo, la primera vez que la vida nos hace hacer nuevamente algo y volver, de alguna forma cae el molde del pasado en el presente. A veces coincide más, otras no tanto. Así que mientras vuelvo a sacar un pasaje, vuelvo a viajar, vuelve a pegarse todo ese smog húmedo en la cara y vuelvo a sentir ese olor urbano, vienen a mi mente jazmines y pájaros, y vinos y cenas, sonrisas y músicas, abrazos y besos, caminatas y letras. En ese preciso momento cae el molde del pasado sobre el presente. Llego, no estás. Y veo mucha gente, sin que hayas ido vos. Y regreso al final del día, pero levanto una copa junto a tu ausencia. Y camino largamente, pero no suena mi teléfono. Y así, este molde del pasado encima del otro, del presente, me dice que no coincide mucho, que mientras a estas horas yo deambulo sola sin rumbo ni pretensión, a esta misma hora te abrazaba a mi regreso, brillaban nuestros ojos de emoción, nos besábamos y, si mal no recuerdo, te quitaba la ropa. Malditos moldes. 

7 de octubre de 2014

La vida, Flavia Ricci

La vi, mientras miraba libros en una librería de usados. No supe qué hacer, me aferré al libro que llevaba entre manos. Se acercó. El libro era de poesías. Y debo decir entonces, que no sé si la vi o la soñé, pero estaba a mi lado. Y yo llevaba un libro de poesías.




2 de octubre de 2014

Una forma de vida, A. Nothomb

Pese a la simpatía que me inspiraba, me daba cuenta de que habría preferido una carta suya a su presencia. ¿Se trata de una patología provocada por la hegemonía del correo en mi vida? Raros son los seres cuya compañía me resulta más agradable de lo que sería una carta –suponiendo, claro está, que poseyeran un mínimo de talento epistolar–. (…)
"No te gustan las personas de verdad", me han soltado en alguna ocasión. Me sublevo: ¿por qué los individuos deberían ser obligatoriamente más auténticos cuando los tienes delante de ti? ¿Por qué su verdad no iba a expresarse mejor, o simplemente de un modo diferente, en una misiva?.
Hay personas que ganan con el trato y otras que ganan al ser leídas. De todos modos, cuando alguien me gusta al punto de vivir con él, también necesito que me escriba: una relación no me parece completa si no conlleva una parte de correspondencia".

El harén de un tímido, René Avilés Fabila

Como temía decirles que no, opté por conservar a todas las mujeres que he amado.

24 de septiembre de 2014

Hay en la intimidad, Ana Ajmatova

Hay en la intimidad un límite sagrado
que trasponer no puede aun la pasión más loca
siquiera si el amor el corazón desgarra
y en medio del silencio se funden nuestras bocas.

La amistad nada puede, nada pueden los años
de vuelos elevados, de llameante dicha,
cuando es el alma libre y no la vence
la dulce languidez del goce y la lascivia.

Pretenden alcanzarlo mentes enajeadas,
y a quienes lo trasponen los colma la tristeza.
¿Comprendes tú ahora por qué mi corazón
no late a ritmo debajo de tu diestra?



Toda la belleza del mundo, Jaroslav Seifert

El profesor Marek tenía un lema para animarnos. Solía decir que cualquier tonto puede aprender a dibujar. Entonces yo me consolaba a mí mismo pensando que lo lograría también, porque, sobre todo, no me consideraba tonto. ¡Eso sí que no! Sólo cuando hubiese aprendido a dibujar tendría ganada la batalla. Con los colores sería más fácil. Sí, pintaría.
De todas maneras, no llegué a ser pintor. Porque ocurrió lo siguiente: en la cuarta o en la quinta clase, más o menos, nos sugirió el profesor Marek que trajéramos de casa los modelos con los que montaríamos en la clase el bodegón propio. Mis compañeros de clase traían manzanas, naranjas, limones, floreros con rosas, diversas cajitas y candeleros. Yo también traje conmigo objetos para hacer una naturaleza muerta muy proletaria, que armonizara con el barrio obrero de Zizkov: una botella de cerveza, un vaso, una rebanada de pan y una salchicha envuelta en un papel grasiento.
Monté el bodegón sobre la mesa de dibujo y esperé, con los demás, a que el profesor diera su visto bueno. Cuando se me acercó, me miró y soltó con violencia:
-Por Dios, Seifert, quite esa salchicha. ¡No permitiré por nada del mundo que la pinte!
No tardé más que un par de segundos en comprender su preocupación. Y me quedé estupefacto. En aquel momento memorable decidí que sería mejor escribir versos.

Canción de amor, Jaroslav Seifert

Oigo lo que no oyen los demás,
pies descalzos pisando terciopelo.

Suspiros bajo el sello de una carta,
el estremecimiento de las cuerdas, cuando no vibran.

A veces, huyendo de la gente,
veo lo que no ven los demás.

El amor, vestido con la risa
que se oculta en las pestañas, cubriendo los ojos.

Cuando aún tiene copos de nieve en los bucles,
veo florecer la rosa en el rosal.

Oí al amor partir
cuando unos labios por primera vez rozaron los míos.

Quién, sin embargo, detendrá mi esperanza:
ni siquiera el miedo al desengaño,

para que a tus rodillas no se ponga.
La más hermosa suele estar loca.

Impresiones huidizas, Rada Panchovska

El pormenor empequeñecedor de las vistas
aturde la palabra.
La infinidad de las impresiones refuerza
la inquietud.
¡¿Inspiración?! Solamente la desesperación
puede nombrar.

Completa, Flavia Ricci

Presencia
Tu presencia se presiente. Y emergen de cada beso libros, palabras, frases, fonemas. Tu presencia se nota. Y asoman películas, videos, imágenes en movimiento, algunas fotos. Desde dentro, muy dentro tuyo salen como regalos infinitos libros, canciones remotas, viajes, anécdotas. Esa es tu forma de desnudarte, de mostrarte como sos, de mostrar lo que sos, todo eso. Sutilmente.  Hay en tu universo tanta riqueza, tanta vida, tantas vivencias, tanta humanidad. 
Futuro
Me imagino entonces el momento en que abro los ojos, tomo un poco de distancia, dudando de mi buena suerte. Pero sí, sé que allí estarás. Ahora no me caben dudas. Frente a mí una persona transparente, decidida, llena de vida. Tomaré distancia, solamente para verte, la distancia justa. Dejaré de abrazarte un momento. El otro desnudo es inminente. Y casi no puedo creerlo, ahora que lo pienso. Ahora.
Presente
Una persona frente a mí se desnuda, me adentro en su universo cuando relata, cuando obsequia canciones, imágenes. Y yo la hago parte del mío en la misma medida, desmedida como soy. 
Todo está por escribirse
Ahora sí se despoja lentamente de sus ropas. Ahora sí, completa.

23 de septiembre de 2014

Imatge, Flavia Ricci

Fue en un viaje de Barcelona a Tarragona e íbamos a la casa de una de sus (mejores) amigas. Me preguntó, mientras yo miraba a través de la ventana el Mediterráneo, por qué jamás miraba a los ojos. Yo no sé si la miré, pero sonreí. Una vez más, me decía algo que los demás habían notado, pero a la vez callado. Ella no, ella no era como los demás. Le dije que no era de mirar a las personas a los ojos y esta vez ella fue quien sonrió. Me dijo que creía que tenía un problema para fijar la mirada, pero era un alivio saber que se debía a una elección. Tiempo después viajé a Brasil y cuando llevé a revelar las fotos (en aquel momento se hacía), en la tienda me dieron de obsequio un llavero. El empleado me dijo que habían elegido la foto en que se me veía más feliz. Había imágenes de Brasil, de Tarragona y de Barcelona. Di vuelta el llavero y vi una imagen en el puerto de Tarragona: estábamos ella, su amiga y yo. Es cierto, se me veía muy feliz. Aun conservo ese llavero y de vez en cuando miro la foto. Cuántos km entre Barcelona y Argentina. Pero sigo feliz.

Maybe (not), Flavia Ricci

Suelta
Quieta
No diría quieta
diría que ...
diría paralizada
como expectante
sin movimiento
excepto los ojos
cuando los párpados
suben y bajan
los brazos a ambos lados
mira para un costado
Pero no me mira
porque ya me vio.
Ahí
todo transcurre en ese momento
en que corro
lejos
sin darle tiempo
a que me diga nada
corro aliviada
lo siento
no eras
no estabas.

me voy.



Spark, Flavia Ricci

Pero, cuando imaginaba que te habías ido
que no regresarías
allí estás
tímidamente y casi oculta.
Pero, cuando imaginaste que yo hablaría
casi me escabullo
con tal de mantener el silencio
sagrado silencio
que anticipa todo lo demás.
No creas que no pierdo los papeles
No creas que no practico
una y mil veces
qué decirte
cómo ponerme
para no temblar.
Y a cambio
aparece tu ida
repentina
yo con mis brazos abiertos
vos con tu media sonrisa.
Calle de adoquines
autobuses
La nada
que no es vacío.
Cierro los brazos
retrocedo en mi sonrisa
Y pienso seriamente
qué te habrá pasado
qué, entre las dos
que te dejó paralizada.
Yo de regreso
vos siempre ahí.

Tristemente,
ahí.


17 de septiembre de 2014

Flores de un solo día, Anna Kazumi Stahl

I

"Apareció allí, porque no había desaparecido, sólo había estado fuera de la vista un poco, oculta en el pequeño espacio de una demora, o en ese tiempo corto que tarda una promesa en cumplirse. Estar sin verse no es no estar".

II

"(...) porque no era un silencio vacío, era un espacio cálido y fácil, que se abría entre dos personas y se llenaba no de las palabras sino de las cosas que hacían juntas".

Los círculos que traza el amor, Flavia Ricci


Nunca sabía cuándo nos volveríamos a ver, pero siempre le agradecí interiormente el día en que comenzó a decirme que se iba. Estaba claro que los arribos me generaban una inmensa alegría, pero sus idas sin más, pasaban de la nada al vacío. Casi ardían. Así fue como, un día, comenzó a decirme adiós. Y yo sabía que era un "hasta pronto". Y eso me generaba una inmensa alegría. Los círculos que traza el amor. Solamente se iba para regresar.

12 de septiembre de 2014

Aquella noche, Cristina Peri Rossi

La noche en que nos conocimos
yo empecé a perder
La cerilla explotó
y me quemó los dedos
manché mi blusa con el vino
Olvidé por completo el nombre
del mes y del día

Tanta turbación
sólo podía ser la prueba
de un deseo muy grande

tan grande
que ni tú misma
podías satisfacer.




1 de septiembre de 2014

Que tu mirada vaya, A. Girri

Que tu mirada vaya
dejando de separar
impresiones sensibles, afectivas,
de las meras formas,
                      y resbale, no coherente,
a despojar de relieve lo que encuentre,

                    indicaría cómo pierdes
el dominio sobre ella,
                            paralizado también
tu cuerpo en lo que hasta ahora fue:
                               manifestación y participación,
                    y en suspenso
la rutina del hablar y el pensar,
la exigencia de que hablar
y no pensar no se puede,
                               ni pensar callando.

Y más aun haría patente
un empezar a abandonarte
a lo suelto y espontáneo
como viento, como corriente,
                               viento y corriente,
no ya situaciones fijas, inmovilidad objetiva,

no ya dilemas,
                                sino un calmo estar
en el que te permitas verte
cazando pájaros con redes,
liebres con gestos,
                                irreflexivamente.

26 de agosto de 2014

Pero entonces, el viento. Flavia Ricci

En cada extremo, las puntas de una soga, en la playa
yacen así, como vos y yo, quietas
pero entonces el viento
las hace girar
a una
a la otra
se tocan
se pasan por encima
pero entonces el viento
arrasa con las palabras dichas
ahora calladas
como si por eso
pudieran olvidarse
los extremos de la soga
una soga que se ha cortado
por lo más fino
(aquello era tan efímero)
que no se sabe si optar
por lo que había en común
o el quiebre que dio alivio
entonces viene el silencio
que se lleva las palabras
como si por ello pudieras olvidar
acaso porque no mencionas
imagino, y sé
que ni todas las sonrisas del mundo
te devolverán aquella sonrisa
yacen los extremos de la soga
en una playa solitaria y fría
desde los Acantilados
en un atardecer.

La Serena, Mar del Plata

12 de agosto de 2014

La vuelta al mundo para abrazarte por la espalda, J. Porcupine

“Y si, digo que me parecería de lo más bonito del mundo tomarnos de la mano y besarnos frente a los demás. Y comer fresas con crema de tu boca o de tus piernas en mi casa de campo mientras preparo chocolate caliente y tu enciendes la calefacción. Y estar cada noche en la azotea viendo constelaciones mientras te hago dibujos en la espalda de las mismas. Y decirte que me encantaría pasar horas dando vueltas en la cama mirándote y jugando contigo a que somos gatos que no quieren dormirse y quieren jugar hasta que se vaya la luna. Y quisiera despertar todos los días viéndote despertar. Hacerte el desayuno, el amor. Compartirte mi vida. Decir que no hay peor ciego que el que no te quiera ver, y que la verdad el mundo sería bastante aburrido sin tu existencia. Y que me ha gustado un montón haberte encontrado. Y que sólo me sentiría perdido si te suelto de la cintura cuando bailemos. Que sólo en tus labios es que puedo calmar mi sed de verdad, y en tus ojos es que puedo disfrutar de un próspero amanecer. Que con nuestros cuerpos rozados uno al otro mi corazón da latidos de fuego artificial. Que la vida sin ti es un desperdicio, y que no me importa el tiempo que tenga que pasar esperandáte por que te vistas a la hora de salir. Que no me importaría llegar tarde al trabajo si cada mañana despertamos, te hago el café comemos y hacemos el amor antes de despedirnos. Que sonreír es mucho más bonito cuando lo hago porque lo haces tú. Que me encantas con pijama, sin pijama, con lo que sea. Que eres tan bella que no dejas que nadie más para mí lo sea. Corretear por la cocina desnudos por estar jugando a las escondidas, aparecerme en la ducha cuando tu lo estás, abrazarte y besarte haciéndote saber que eres la mejor persona del mundo y que ser feliz es sinónimo de estar contigo.

Y besar tu cuello y acariciar tu vientre mientras digo que soy capaz de darle la vuelta al mundo para abrazarte por la espalda. Así te quedaría claro que eres amada por mí.” 





10 de agosto de 2014

Natural, Flavia Ricci

"Unas gotas de vino del color del rubí, un pedazo de pan, 
un buen libro de versos y tú, en un solitario lugar, 
son más valiosos para mí que los reinos de todos los sultanes". 
Omar Khayyam


Es natural. Natural que me gustes, natural invitarte a ver el mar, es natural que cenemos vos y yo, es natural que de repente te abrace, quiera besarte y te invite a dormir, conmigo. Es natural que quiera conocer más y mejor, cada día, tu mundo, es natural querer volver a verte. Y recorrer tus historias tanto o casi como tu cuerpo. Y no dejar de mirarte cuando bajás por la playa despreocupadamente, como si no supieras que te sigo con la vista feliz de estar con vos. Natural pasear por Güemes, ver los atardeceres en los acantilados, que me cuentes de tus recovecos urbanos y yo de los míos. O ir a Sierra de los Padres y llenarnos los pulmones de cuentos, café y besos.
Natural es tu sonrisa, natural la mía. Natural sentirme libre. Es natural ir a tu encuentro en medio de un atardecer, con dos copas y una botella de vino en el coche, porque sí. O "porque vos". Y llevarte a un sitio que sospecho te gustará. Y quedarnos allí, abrazos mediante. Es natural sentir que me acompañás. Que llega la noche. Que todo está por escribirse. Que quiero más, de todo esto, más y más. Es natural.


8 de agosto de 2014

Formas, Flavia Ricci

Cada cosa, cada hecho tiene una historia, algo hacia atrás. Vos viste que cuando nos miramos cara a cara, y te abrazo, o no, hay kilómetros que recorrí para estar allí. Vos no sabés y quizás tampoco quieras escuchar lo que pensé en ese tiempo, de las ganas hacia adelante, de las necesidades hacia atrás, cuando no estabas. De tu ausencia que quema y de tu presencia que enamora. Prefiero contemplarte, porque sé que hay tiempo de aprender, con vos. Quizás no sepas ni tengas ganas de escuchar que cada cosa que traigo tiene un motivo y llevó su tiempo. Que nada es directo e inmediato. Entonces, compro ingredientes para preparar una comida, vos traés el vino, nos comunicamos y cuando nos vemos, hay algo. Algo que viene del tiempo, de atrás, algo que impulsa hacia adelante. 
Me gustan tus formas. Y cuando me refiero a tus formas me refiero a todo tu cuerpo, a los contornos y a lo que contienen. A cómo te movés conmigo o sin mí. Tus formas. Me gustan tus formas, esas formas de decir, de callar, de mirarme, de abrazarme y hasta de besarme. De estar conmigo. Y en la vida. De pensar, tu sensibilidad, tu calidez, las preguntas que me hacés. Esas son las formas, las que van más allá de tu cuerpo. Tus formas claras, tus preocupaciones porque entienda. Tu reciprocidad. Quizás, muchas personas tengan una forma, me gusta ir descubriendo la tuya. Me gusta. Y me gustan más allá de todo: tu forma amante, tu forma de amistad, tu forma de familia, tu forma trabajando. Hay algo más allá del vínculo, de vos, de mí. Quizás yo no esté en tu vida mañana. Pero siempre gustaré de tus formas, porque no son formas para conmigo, son tuyas. Las vas a llevar más allá de mí. Y me gustan.

26 de julio de 2014

Teoría de los infortunios, Flavia Ricci

Las emisiones pueden ser afortunadas o desafortunadas. 
Por varias circunstancias, que son la dimensión 
de su carácter afortunado o desafortunado. 
Esto se llama teoría de los infortunios.



Performativos
Realizativos
¿explícitos o primarios?
Constatativos
Desaciertos

Las palabras sin acto
vacías
Los silencios que suenan
tan llenos.

Qué hacer con las palabras
mientras que con el último sonido de los fonemas
llegaba el silencio
y era a partir de allí que se llenaba mi mundo.
Se materializaba la palabra
en su posible acto.



21 de julio de 2014

En adelante, Flavia Ricci

Es como derramarse
como el agua
circulo por encima
por detrás
por tus lados
en la distancia justa
la que me deleita
mirándote así
a veces sin distancia.
cierro los ojos cuando estás cerca.

dame un punto de apoyo
la palabra
dame un punto de apoyo
el abrazo
dame un punto de apoyo
la mirada
dame un punto de apoyo
el encuentro
dame un punto de apoyo
tus manos
dame un punto de apoyo

como el agua contenida
estallan los puntos de apoyo
un papel en blanco
un día por delante
verde
azul
mar
no importa

y vos que decidís
en cada uno de ellos
ser mi principio, mi fin.



19 de julio de 2014

Nombrar (II), Flavia Ricci

yo te señalo
para sacarte del anonimato
sos vos
yo te elijo
vos y así
y por lo tanto
todos los silencios te nombran
todas las acciones van a vos
y todas las palabras
aunque diga silla, sol o mar
tierra, camino o verde
son palabras que encierran algo de vos.

Lento, Flavia Ricci

¿quién es aquel que no escribe sobre un cuerpo desnudo?
¿quién es aquel que no deja sus huellas, ni toca cicatrices?
¿quién es aquel que no deja marcas por cada surco?
¿quién es aquel que no gime, ni suspira, ni se agita?
¿quién es aquel que pasa, hace y se marcha?

Hace mucho tiempo.
Hoy
lento.


Idioma, Flavia Ricci

De todo ese lenguaje
que tiene que ver con las palabras
y también con los hechos
voy aprendiendo un idioma
que es el de recorrer tu cuerpo
en silencio
con cada estremecimiento
suspiro
aliento.



Hay un idioma que siento.
Es el de entender tus miradas
el de captar tu sonrisa
el de tener tu mano en la mía
y detenerme en cada una de sus líneas.



Y entonces, quizás,
ese idioma podría ser, también
el de decir una palabra precisa
para nada azarosa
y seguir recorriendo tus días.



De todo ese lenguaje
que tiene que ver con las palabras
y con los hechos
voy aprendiendo un idioma
de una forma y con tiempos
que desconocía.

Y cada vez que te recorro
o me detengo en tu boca
cada vez que te abrazo
o que te miro
cada vez que subo, que bajo
cada vez que me sumerjo
en todo tu cuerpo
todas las palabras se agolpan
de repente
para decir algo
quizás, no sea ese el momento
justo en el instante, ese preciso instante
en que yo recorro tu cuerpo.

18 de julio de 2014

Pequeñas lecciones de erotismo, Gioconda Belli

I

Recorrer un cuerpo en su extensión de vela
es dar la vuelta al mundo
Atravesar sin brújula la rosa de los vientos
islas golfos penínsulas diques de aguas embravecidas
no es tarea fácil -si placentera-
No creas hacerlo en un día o noche 
de sábanas explayadas.
Hay secretos en los poros para llenar muchas lunas



II

El cuerpo es carta astral en lenguaje cifrado.
Encuentras un astro y quizá deberás empezar
a corregir el rumbo cuando nube huracán 
o aullido profundo
te pongan estremecimientos.
Cuenco de la mano que no sospechaste
 

III

Repasa muchas veces una extensión
Encuentra el lago de los nenúfares
Acaricia con tu ancla el centro del lirio
Sumérgete ahógate distiéndete
No te niegues el olor la sal el azúcar
Los vientos profundos 
cúmulos nimbus de los pulmones
niebla en el cerebro
temblor de las piernas
maremoto adormecido de los besos
 

IV

Instálate en el humus sin miedo
al desgaste sin prisa
No quieras alcanzar la cima
Retrasa la puerta del paraíso
Acuna tu ángel caído 
revuélvele la espesa cabellera 
con la espada de fuego usurpada
Muerde la manzana


V

Huele
Duele
Intercambia miradas saliva impregnante
Da vueltas imprime sollozos piel que se escurre
Pie hallazgo al final de la pierna
Persíguelo busca secreto del paso forma del talón
Arco del andar bahías formando arqueado caminar
Gústalos
 

VI

Escucha caracola del oído
como gime la humedad
Lóbulo que se acerca al labio sonido de la respiración
Poros que se alzan formando diminutas montañas
Sensación estremecida de piel insurrecta al tacto
Suave puente nuca desciende al mar pecho
Marea del corazón susúrrale
Encuentra la gruta del agua
 

VII

Traspasa la tierra del fuego la buena esperanza
Navega loco en la juntura de los océanos
Cruza las algas ármate de corales ulula gime
Emerge con la rama de olivo 
Llora socavando ternuras ocultas
Desnuda miradas de asombro
Despeña el sextante desde lo alto de la pestaña
Arquea las cejas abre ventanas de la nariz




VIII

Aspira suspira
Muérete un poco
Dulce lentamente muérete
Agoniza contra la pupila extiende el goce
Dobla el mástil hincha las velas
Navega dobla hacia Venus
estrella de la mañana
-el mar como un vasto cristal azogado-
Duérmete náufrago.




14 de julio de 2014

Tarde (II), Flavia Ricci

Tiempo y momento no siempre van de la mano. A veces llega el momento, pero no llega a tiempo. Me he quedado sin palabras. Me duele todo el cuerpo. Me dolés vos. Me duelo yo. Me duele todo esto. Quiero estirar la mano, pero estoy cansada. Quiero hablarte, pero me he quedado muda. Me duele todo el cuerpo, tan adentro. Qué voy a decirte, si estás pero te vas. Qué voy a explicarte, si no te interesa. Qué voy a apostar, si no hay ninguna reciprocidad. Descansaba en tus palabras, ahora como mucho capto alguna. Y si no me apresuro, otra vez: desaparecés. 

Tiempo y momento no siempre van de la mano. 

Cierro los ojos, respiro. 

No he perdido nunca la serenidad. 

Quizás he perdido un poco bastante las esperanzas en vos. 

Hay que saber parar a tiempo. Puede que no haya hecho lo suficiente, pero vos no hiciste nada. O sí, paulatinamente me dejaste clara tu postura. Ante tu silencio, mis dudas. Pero ahora ante tu silencio, mis certezas. No te acerques, soy yo la que quiere alejarse. No me abraces ahora, como si te dieras cuenta en este momento. No hables, no es necesario ¿qué vas a decirme? Nada, nada puede ser suficiente cuando lo único que quería sabemos lo que era.

El tiempo se ha ido. No es tuyo, no es mío. No es nuestro. Si querías que me fuera, pues lo dicho: me he ido.

Tarde, Flavia Ricci

- He llegado, me dijo.

- Llegás tarde, respondí.

- ¿Tarde? Soy el momento, los momentos nunca llegamos tarde.

- Pues no has llegado a tiempo. Y eso para mí es llegar tarde. Tarde, tarde. Tarde de otoño cuando te conocí. Tarde de invierno cuando te dejé. Por decepción, porque esperé, porque no llegaste a tiempo, momento. Pero sí, llegaste. Y te digo adiós. Porque esperaba, porque quienes amamos esperamos, esperamos, sí. Y te digo más, esperé con ansias, con expectativas, con deseo, con entusiasmo. Esperé, di señales y nada pasó. Nada. Nada. Momento, momento ... llegás tarde, tardísimo. Porque no estabas cuando yo balbuceaba sutiles palabras que se balbucean por amor. Ni estuviste cuando fui y volví, más sola que cuando emprendí el viaje. No estabas, momento, no.

- .....

- Ante mis escasas palabras, tu silencio, ante mi espera, tu desidia. Ante mi amor, tu indiferencia. Momento, momento, llegás muy tarde. Y no, no me arrepiento de haber esperado, porque sé lo que quiero, y por eso también sé ver que llegaste tarde. Y mirá que me costó soltarte, porque te esperé a vos también: el momento, mi momento, nuestro momento (por fin). Y nunca llegaste.


Suena un teléfono. Suena, nomás.


9 de julio de 2014

Nadie penetra en los sentimientos, Flavia Ricci

Nadie penetra en los sentimientos
Nadie
Sencillamente las palabras vagan por las superficies
Insuficientes
Desde los ojos todo se proyecta
en esa mirada
Nada hacia adentro
Sale todo.
Nadie penetra en los sentimientos
escucho
me ven
¿me oyen?
callo
Muchas veces sonrío
Digo palabras que aprietan
y no suelto las que importan
Sólo salen algunas
que presurosas corren
hasta los límites que mencionan
los significados
Nadie se aventura más allá
ni penetra los sentimientos
tan hondos
tan frágiles
tan densos
allí.
Entonces vago sola
con todo aquello
cada vez menos palabras
más silencio
Tan claro todo
tan casi, casi fuera
pero sigue dentro
no lo malgasto, alegrías
sentimientos, músicas, recuerdos
Me quedo esperando
en el lugar
me quedo.
Nadie, nadie
penetra en los sentimientos.
No te fíes
Hay mucho, pero mucho más
dentro.
Donde nadie escucha
donde hay silencio
Donde
no hablo
sola y solamente
siento.

Los primeros sorbos de café, Malaci


Admito que, en algún momento, amar se convirtió en uno de mis más grandes temores; permití que ser lastimada al grado de enajenarme casi por completo. Hice lo posible por alejarme de toda aquella persona que me inspirara algo de romanticismo y atracción. De a poco, me fui convirtiendo en un ser reprimido, que argumentaba no tener la capacidad de amar y se pretextaba con el hedonismo.

Lunas y soles pasaron así, mientras me acompañaba de café y licor. Entonces, cuando menos lo esperaba, apareció una persona cuya energía vibraba varios grados por encima de la mía. Se acercó cuando más me alejaba y esperaba con paciencia a que regresara. Me daba la bienvenida con café y sonrisas, iluminando mi alma oscura y vacía. No había reproches, no esperaba nada a cambio.

Y así fui cayendo, sin notarlo del todo, en manos de mi miedo. Cuando fui plenamente consciente de ello, se lo comenté. Él calló por segundos - que para mi fueron eternos - y me dijo:

"El amor es un constante ir y venir de alegrías y dolores. Es como vivir; vives aun sabiendo que vas a morir, pero eso no te detiene de salir, de disfrutar, porque esa idea no domina tu pensamiento. Lamentablemente, muchas personas no tienen ese nivel de consciencia en cuanto al amor y viven así. Escondiéndose - de cierto modo - pretextándose con alguna mala experiencia."

Volvió a callar y me miró.

Extraña(y consciente)mente, no dijo que no me lastimaría, no comentó que no me haría llorar, ni prometió una vida de color de rosa. Eso llamó mi atención.

Sonreí al notar que esperaba alguna reacción de mi parte. Le abracé por la espalda y hundí mi nariz en su nuca, aspirando su aroma, inundándome de su esencia. Él era el ancla que me mantenía firme en tierra, y a la vez el mar en el que flotaba y me sumergía. Era la fuerza con la que decidí soltar las amarras de mis miedos y exponerme ante el mundo como soy…

Hoy, casi le hemos dado la vuelta al sol y han sido tantas las aventuras, las risas y las lágrimas, las locuras y los placeres, que escribir esto, me parece, es lo menos que puedo hacer para agradecerle.

Puedo ser sin él, lo sé. Pero quiero ser y estar en su compañía. Y lejos de querer o no, de una manera que no puedo explicarles con palabras, su psique me llama y mi psique le busca. No deseo presumir, pero considero que somos como la mezcla de café y leche en las cantidades precisas. Claro, esta analogía no es apta para los que no tomen café, café con leche o analogías en general.

Resumidamente, soy una mujer completa. Y lo era antes de que él me encontrara. Sin embargo, cuando llegó me complementó (im)perfectamente. Y, aunque él ponga resistencias, he llegado a creer que todo es armoniosa y perfectamente imperfecto y que de alguna manera ya estábamos destinados a ser.

Los amorosos, Jaime Sabines

    Los amorosos callan.
    El amor es el silencio más fino,
    El más tembloroso, el más insoportable.
    Los amorosos buscan,
    Los amorosos son los que abandonan,
    Son los que cambian, los que olvidan.
    Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
    No encuentran, buscan.
    Los amorosos andan como locos
    Porque están solos, solos, solos,
    Entregándose, dándose a cada rato,
    Llorando porque no salvan al amor.
    Les preocupa el amor. Los amorosos
    Viven al día, no pueden hacer más, no saben.
    Siempre se están yendo,
    Siempre, hacia alguna parte.
    Esperan,
    No esperan nada, pero esperan.
    Saben que nunca han de encontrar.
    El amor es la prórroga perpetua,
    Siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
    Los amorosos son los insaciables,
    Los que siempre "¡qué bueno!", han de estar solos.

    Los amorosos son la hidra del cuento.
    Tienen serpientes en lugar de brazos.
    Las venas del cuello se les hinchan
    También como serpientes para asfixiarlos.
    Los amorosos no pueden dormir
    Porque si se duermen se los comen los gusanos.

    En la obscuridad abren los ojos
    Y les cae en ellos el espanto.

    Encuentran alacranes bajo la sábana
    Y su cama flota como sobre un lago.

    Los amorosos son locos, sólo locos,
    Sin Dios y sin diablo.

    Los amorosos salen de sus cuevas
    Temblorosos, hambrientos,
    A cazar fantasmas.
    Se ríen de las gentes que lo saben todo,
    De las que aman a perpetuidad, verídicamente,
    De las que creen en el amor como en una lámpara
    De inagotable aceite.

    Los amorosos juegan a coger el agua,
    A tatuar el humo, a no irse.
    Juegan el largo, el triste juego del amor.
    Nadie ha de resignarse.
    Dicen que nadie ha de resignarse.
    Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.

    Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
    La muerte les fermenta detrás de los ojos,
    Y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
    En que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

    Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
    A mujeres que duermen con la mano en el sexo, complacidas,
    A arroyos de agua tierna y a cocinas.
    Los amorosos se ponen a cantar entre labios
    Una canción no aprendida
    Y se van llorando, llorando
    La hermosa vida.



6 de julio de 2014

Dos poemas, Constantino Kavafis

Cuanto puedas

Y si no puedes hacer tu vida como la quieres,
en esto esfuérzate al menos
cuanto puedas: no la envilezcas
en el contacto excesivo con la gente,
en demasiados trajines y conversaciones.
No la envilezcas llevándola,
trayéndola a menudo y exponiéndola
a la torpeza cotidiana
de las compañías y las relaciones,
hasta que llegue a ser pesada como una extraña.


Cuando despierten
Trata de guardarlas, poeta,
por más que sean pocas aquellas que se detienen.
Las visiones de tu amor.
Ponlas, medio ocultas, entre tus frases.
Trata de retenerlas, poeta,
cuando despierten en tu mente
en la noche o en el fulgor del mediodía.