9 de octubre de 2014

Moldes, Flavia Ricci

Después de vos cerré la puerta sin mirar atrás. Y no repetí aquello. Sin embargo, la primera vez que la vida nos hace hacer nuevamente algo y volver, de alguna forma cae el molde del pasado en el presente. A veces coincide más, otras no tanto. Así que mientras vuelvo a sacar un pasaje, vuelvo a viajar, vuelve a pegarse todo ese smog húmedo en la cara y vuelvo a sentir ese olor urbano, vienen a mi mente jazmines y pájaros, y vinos y cenas, sonrisas y músicas, abrazos y besos, caminatas y letras. En ese preciso momento cae el molde del pasado sobre el presente. Llego, no estás. Y veo mucha gente, sin que hayas ido vos. Y regreso al final del día, pero levanto una copa junto a tu ausencia. Y camino largamente, pero no suena mi teléfono. Y así, este molde del pasado encima del otro, del presente, me dice que no coincide mucho, que mientras a estas horas yo deambulo sola sin rumbo ni pretensión, a esta misma hora te abrazaba a mi regreso, brillaban nuestros ojos de emoción, nos besábamos y, si mal no recuerdo, te quitaba la ropa. Malditos moldes. 

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