- Tienes el pelo muy bonito, le dije.
- Gracias, repuso ella.
- ¿Te lo había dicho alguien antes?
- No, nunca. Tú eres el primero.
- ¿Y qué efecto te ha producido?
- Pues no sé, dijo y, con las manos embutidas en los bolsillos del abrigo me miró a la cara- Ya he comprendido que has alabado mi pelo. Pero, en realidad, no es más que eso. Mi pelo ha despertado algo en tu interior y es de eso de lo que estás hablando, ¿verdad?
- No, yo estoy hablando de tu pelo.
Ella esbozó una pequeña sonrisa y pareció buscar algo en el aire.
- Lo siento. Es que no logro acostumbrarme a tu manera de hablar.
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- Quizá me esté metiendo donde no me llaman, pero voy a darte un consejo. Pasados los treinta y cinco, es mejor dejar la cerveza -dijo el canijo-. La cerveza es para los estudiantes o para los obreros. Echas barriga, y es una bebida sin clase. Cuando llegas a cierta edad, sientan mejor el vino o el brandy.
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