15 de octubre de 2006

Miniaturas (5), Eduardo Berti


Antes de cruzarme con algún conocido al que no he visto por años, los días anteriores comienzo a encontrármelo por aproximación. Esto quiere decir que dos días antes me cruzo con un extraño que me recuerda vagamente a ese conocido, y horas después, o un día después, vuelvo a cruzarme con otro extraño, todavía más parecido a este amigo mío. En ocasiones la aproximación es breve: una o dos caras similares y por fin el sujeto conocido. Pero en otras ocasiones la cadena se prolonga a tal punto que los últimos eslabones, vale decir los últimos extraños, son casi idénticos a mi amigo. A veces hemos llegado a saludarnos con uno de esos extraños, y en medio de la confusión he pensado que en verdad se trata de quien pienso, sólo que ya se ha olvidado de mí o simula no reconocerme.

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