Aprendizaje I
Por algún extraño motivo, ni tú te enamoras de mí, no yo me enamoro de ti. Y sin embargo, mientras soy una especie de témpano, tú me enseñas a ser mejor persona. Y sobre todo me enseñas que muchos, muchísimos hombres, son transparentes como la luz.
Aprendizaje II
Qué tú pertenezcas a un mundo que cruza el Atlántico y yo a uno de este lado, de por sí me emociona. Porque son tus gestos los mismos que los míos, y tu acento es uno que me suena a hogar.
Mientras movías tus piezas de ajedrez pensaba cómo terminaría todo. Acostumbrada a desvestirme y a que los demás hagan lo propio, cambiaste mis planes.
- Me desvisto.
- No, yo voy a desvestirte.
Y de repente mi mente voló a 1992, cuando alguna vez dejé que lo hicieran. Tú, yo, somos esas piezas de ajedrez que avanzan por la vida, escapando de los cuadros predestinados. Caen piezas mientras cae nuestra ropa. Hace mucho frío fuera y contigo me siento en casa, aunque no sea la mía, y tampoco la nuestra.
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