22 de junio de 2007
Mujer nómade, Flavia Ricci
Cada vez que estás por aparecer, no imaginas las ansias que me invaden. Cada vez que quedamos, es como si ese día, esa noche y su madrugada se extendieran por todo un fin de semana y una vida. Sobre todo, porque no sé en qué otras circunstancias, ni cuándo ni dónde nos volveremos a ver (aunque ahora tengo la certeza de que SIEMPRE volveremos a vernos en esta vida). Pero no te confundas, si lo que te hace huir es el compromiso, estamos iguales chaval. No es que quiera que te quedes, sino que si me gusta repetir hasta el hartazgo nuestros encuentros es simplemente porque quiero reproducir una y otra vez esas ansias de verte que me generas. Lo chungo viene después, después de ello, en donde huiría abruptamente de ti, que me aburres. Se fueron las ansias (te he visto) y el deseo (lo hemos hecho) y quedas tú, nosotros. Pero es que no hay "nosotros" ni me apetece que lo haya. Y entonces, estamos iguales, porque no quiero que te quedes, sólo quiero que una y otra vez llegues a mí. Quiero esperarte. Cuando llegue un hombre que me haga soñar con él (junto a él y acerca suyo) supongo que no sólo querré verle, sino que dejaré mi calidad de nómade para cogerle de la mano y abrirle mi vida de par en par. Mientras tanto, te espero ver llegar, con unas ansias adolescentes que me llenan el alma. Aunque después de ello presionaría un botón de stop y lo dejaría estar ...
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