5 de septiembre de 2007
Mujer frontón, Flavia Ricci
Algunas veces juego frontón. Me tomo mi tiempo, escribo mensajes y los envío. Los envío como botellas al mar, deseosos de encontrar al destinatario, que sé de antemano quién es. Y de allí que mis deseos se impacienten, y que ese mensaje sea justo "ese". Pero algunas veces, mis mensajes encuentran frontones. El mensaje rebota, a veces. El mensaje llega siempre en la misma dirección, otras tantas. Y observo entonces que los mensajes parten siempre del mismo sitio, de la misma persona. Entonces parece que juego frontón. Pum ! Va un mensaje que lees, que en el mejor de los casos respondes, pero que jamás lanzas, inicias. Pam ! Otra esperanza echada por tierra porque esperas, y la vida no está hecha para esperar (mucho menos para esperarte). Entonces salgo a caminar por Corrientes, entro en un bareto a por un café negro con un libro bajo el brazo. Y llega un sms, de alguien, que me roba una sonrisa. Y vuelvo a salir a la calle, que deja de ser frontón para transformarse en un buen partido de 1 a 1, en donde los dos jugamos con las mismas reglas, ya veremos cuáles.
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