23 de agosto de 2006

Buenos Aires desde Mendoza, Flavia Ricci


Cada vez que marcho de Buenos Aires, vaya a donde vaya, una tristeza me invade. Será que esa ciudad amante es ahora cada vez más mía. Será que esa amante posesiva me ha tendido sus redes y he caído, una vez más y cada vez más profundamente. Me han dado ganas de sacar una mano por el autobús y tocar sus edificios de la calle Huergo, de tocar a sus habitantes, de decirles "ya vuelvo". Por esas calles que he recorrido, que quiero seguir recorriendo. Ciudad universo que avanza avasallante, segura. Ciudad hermosa, seductora, posesiva. Ciudad con todo a todas horas. Ciudad en donde todo es posible. Sobre todo, ser feliz.

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