10 de septiembre de 2008

El Laberinto de la Felicidad, Àlex Rovira y Francesc Miralles


¿Quién eres?

Aquella era la pregunta que debía responder para pasar al otro lado y proseguir su camino. Tranquilizada por la sencillez de la prueba, se limitó a decir bien alto.

- Soy Ariadna.
- ¡No! -repuso lúgubremente la máscara-. Ese es sólo tu nombre. Yo te pregunto QUIÉN ERES.
- Soy una mujer de treinta y tres años que se ha perdido en el Laberinto de la Felicidad.
- ¡No es suficiente! Miles de humanos, entre ellos otras mujeres de tu misma edad, se han perdido aquí dentro. Muchos ni siquiera han logrado salir y han muerto de viejos entre estos muros. ¿Quién eres tú? - bramó la voz.

Ariadna se quedó muda. No esperaba que aquella pregunta aparentemente sencilla tuviera una respuesta tan complicada. Al ver que no respondía, la máscara de la puerta empezó a increparla así:

- ¿Eres una criatura de dudas? ¿Te dedicas a negar lo que otros afirman? ¿Eres ave de mal agüero? ¿Eres ilusa, desconfiada, escéptica?

Ariadna recordó entonces cuando era muy pequeña y se metían con ella. En esos casos siempre se había rebelado. ¿Dónde había ido a parar toda esa fuerza interior?

- ¡Cállate! -saltó ante la palabrería de la máscara-. ¡Soy lo que yo decida ser!

Y, al decir esto, las puertas se abrieron.

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