24 de octubre de 2008

Brazos y abrazos, Flavia Ricci

Yo no puedo más que sonreír, vos me hacés sonreír, cuando estamos lado a lado extasiados en la cama y giro la cabeza hacia vos antes de que tus brazos vayan en busca de mi cuerpo, y me abraces, y yo me deje abrazar, hombre pulpo. Cierro los ojos sonriendo boca arriba y giro una vez más mi cara hacia vos, desprendiéndome parcialmente de tu abrazo para verte y mirarte y admirarte. Y entonces es cuando verdaderamente te veo: allí, dentro de los contornos de tu cuerpo aparece todo aquello que me fascina en vos, cariño, inteligencia, diversión, serenidad, expresiones, jergas, formas de ser, sutileza, compañerismo, lealtad, honestidad. Como una radiografía en rayos X puedo verlo todo en vos. Y entonces, sin que se me haya borrado una sola vez la sonrisa, vuelvo a abrazarte, vuelvo a elegirte, vuelvo a hacerte el amor una y otra vez.

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