Dos fragmentos de Sándor Márai ...
1.- Durante meses vivió pacientemente en habitaciones desconocidas, con una mujer desconocida, con el patético disfraz de un hombre maduro enamorado, en un entorno difícil de definir, esperando una señal.
2.- Comenzó a comprender que la felicidad no podía considerarse una propiedad privada que uno adquiere un día, como una herencia, y luego ya sólo tiene que cuidarla y evitar que se la roben o que pierda valor. La felicidad había que descubrirla cada media hora, cada minuto, se manifestaba de forma impredecible, y en términos generales era más agotadora e irritante que agradable y tranquilizadora.
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