24 de abril de 2014

Deleite, Flavia Ricci

- Alguna vez me dijo que hacer el amor era muy importante.

- ¿Le creíste?

- Le aclaré que lo importante no podía ser hacer el amor, sino con quién.

- ¿Y?

- Me dijo que yo no le daba el mismo lugar al sexo que él. Creo que estaba herido. O quiso llamarme la atención porque yo tengo una vida sexual cercana al deleite y alejada de los prejuicios.

- Típico

- Típico, sí. Y le dije que el sexo tiene el mismo lugar para todos, aunque algunos lo escondan. Como si alguien pudiera estar ajeno al placer. Simplemente son las personas con las que tenemos sexo las que tienen uno u otro lugar. Pueden ser reyes, princesas o anónimos acompañantes.

- ¿Y después?

- Después me di cuenta que justamente, él le daba mucha importancia al sexo. Tanta, que era más importante eso que las personas, que el valor de las personas. Estaba ciego, no veía más allá del sexo. Como niño con caramelos. Aunque por otra parte estaba convencido de que sí, de que hacer el amor era para él sagrado. A tal punto que lo practicaba con meticulosa regularidad, muy de vez en cuando y no porque sí. Según él, eso era lo mejor.

- Se engañaba, privarse de amar está muy lejos de ser lo mejor.

- Claro, mentira. Porque esas formas tan cuadriculadas no le permitían ver a la persona. Y una vez que tenía sexo con ellas las descartaba. Increíble. Él, que decía que era tan importante hacer el amor, que era magia, que era único. Finalmente me di cuenta que si fuese una persona sensible como decía ser, siempre hubiese priorizado a las personas, más allá del sexo. Hubiese sido capaz de mantener una relación conmigo, como la que teníamos antes de hacer el amor, que por otra parte fue algo fortuito porque no es una persona que me atraiga como hombre. Hay personas que se estancan en el sexo, y suelen ser las que dicen que justamente no tienen sexo porque sí. Pero no sólo una vez que están con una no son capaces de volver al punto de inicio y pasar página, sino que ni siquiera pueden hablar del tema. Se acabaron las sonrisas, charlas, confidencias que antes tenías. El sexo, tan sagrado para esas personas, finalmente termina contaminando todo ¿miedo, prejuicio? Quizás temor a mirarte a los ojos luego de haberlo conocido disfrutando de algo tan simple como el sexo. Yo creo que lo despojé de su intelecto y tenía que reconocer que no somos tan distintos. Lo que a él le impide haber estado conmigo u otras mujeres antes no es nada más que timidez. No es ni mejor ni peor que vos o que yo.

- Lo decís desde la experiencia, desde el dolor, la decepción ... ¿desde qué lugar?

- Lo digo porque una vez, quizás dos, estuvimos juntos. Desde la experiencia. Yo creía en sus palabras, en que una cosa era hacer el amor porque sí y otra su postura, de elegirme. No elegirme por única, sino elegirme para estar en su grupo de elegidas. Yo no veía inconveniente. Era simple. Pero después llegaron las palabras, aquello de "vos estuviste conmigo porque sí, mientras que yo ..." que me soltó como si nada. Lo aclaramos, también con palabras, lo charlamos cara a cara, quedamos bien pensé. Pero él jamás pudo tener la sensibilidad de ver a la persona que hay en mí, se quedó en el muro del sexo. Eso quería finalmente.

- Triste su realidad, menos mal que te diste cuenta ¿Nunca más te saludó, nunca más tomaron un café como antes, como amigos?

- Me di cuenta, claro, de que lo único que quería era eso, tener sexo, y de que sus palabras sobraban. Me recordó a quienes se casan por Iglesia porque "respetan a Dios". Y no entienden que para otras personas hay semejante respeto a Dios, que consideramos que no podríamos casarnos por Iglesia, porque nos conocemos, somos humanos, podemos equivocarnos y estamos lejos de Dios. Una cuestión de humildad diría. Pero ellos quedan como los casados responsables y nosotros como unos informales. Cuánta hipocresía.

- Hacer el amor cambia radicalmente a las personas, llegás a conocer una naturaleza que a veces desconocías. Incluso opuesta a la que te muestran. Quizás ese es el lado bondadoso del asunto. Desenmascarar a quienes creen que el sexo es sagrado y no lo practican. Y cuando lo hacen lastiman bajo el manto de inocencia. Cuidado con esas personas, son las peores.

- Pensé en Nothomb ¿leíste Metafísica de los tubos?: "El deleite en cambio nos hace humildes y admirativos con lo que lo produce, el placer despierta la mente y la empuja tanto hacia la virtuosidad como hacia la profundidad. Se trata de una magia tan potente que, a falta de voluptuosidad, la sola idea de voluptuosidad resulta suficiente. Mientras existe esta noción, el ser está a salvo. Pero la frigidez triunfante está condenada a celebrar su propia insustancialidad".




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