Cada vez que quedamos, siempre te noto más alto que lo que te imaginaba. Me saludás con un abrazo que no termina de ser abrazo y yo casi choco con tu boca porque no lo espero. Y reprimo un "ja ja". Cada vez que me das la espalda, no me canso de mirarla: los hombros rectos y fuertes, marcados aun bajo el pulover en este Buenos Aires invernal. Cada vez que te miro, me dan ganas de acercarme más de lo que debo. Cada vez que hablás te cerraría la boca con un beso. Y sin embargo fallé. Y hasta hoy no me habías dicho que TE fallé. En mi remolino de visiones y alegrías, de risas y luces rojas, de sahumerios y madrugada me perdí. Me perdí de verte, me perdí de mirarte y ... todo se desvaneció de repente. Y sin embargo puedo recordar reproches porque terminamos, asombro porque no te abrazaba, un sahumerio que me ahogaba y un calor artificial que me protegía del frío de la noche. Estiraba los brazos pero algo me vencía antes de llegar a abrazarte.
Pero en estas noches de Buenos Aires, yo quiero un retruco. Yo pido, solicito que ... si me dejás .... yo no voy a dejarte. No voy a dejarte. Y crearé un ambiente de perfumes, vinos, música y luces amarillas de velas que no cesan. Y veremos nuevamente en el balcón el wallpaper de aviones que van y vienen. Y ya no habrá ensayos. Y ya no serán fallidos.
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