10 de febrero de 2014

Tan, todo, igual, Flavia Ricci

En el tiempo entre tu respuesta y mi pregunta hay un abismo que me genera vértigo. Es el vértigo de esperarte, de ir adelante o quedarme en el sitio. Porque es mentira que una va por la vida solamente con su impulso. En este caso trato de medir los efectos. Así que, soy perfectamente consciente que todo puede cambiar por hablarte o no. Hay un abismo de dudas entre estar así, y dejarlo todo como si nada, o hablar. Dado que vos no sos quien vaya a hacerlo. Doy un paso, vuelvo a darlo, y eso debiera ser motivo suficiente para saber la importancia que tenés en mi vida. No una importancia estática, imprescindible, sino una importancia que si es correspondida podría tener la fuerza del amor. Pero también sé que no sos imprescindible, aunque te necesite, aunque me pierda en tus abrazos, aunque no pueda con mi genio. Pensás que muestro mi sonrisa porque sí, y no es así. Pensás que todo me da igual, con tal de no profundizar. Voy a quedarme en silencio, aun a costa de perderte. Sé que un día de estos no vas a volver. Y yo fingiré alegrarme. O como vos decís, que parezca que todo me da igual con vos.

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