Noche 1:
Él la siguió a ella, mientras ella lo miró extrañada y le dijo no. Había alguien que la esperaba, y cuando estuvo en sus brazos se quedó pensando en una tercera persona, mientras quien la esperaba se daba cuenta de que, aunque ella regresara a él cada noche, cada día, estar juntos no era sinónimo de encontrarse. Los dos en la cama, espalda con espalda, pensaban algo: él en por qué ella estaba tan ausente. Ella en su amor, distante, real. Solamente uno de los dos podía sonreír.
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Noche 2:
- Estamos distantes físicamente, por eso lo tuyo conmigo es imposible, sentenció ella y sus palabras golpearon duramente el corazón de su interlocutor. Sabía cómo lanzar palabras filosas como cuchillos.
- ¿Distantes? Nos vemos cada día.
- Estamos distantes físicamente porque no hay piel. Porque aunque estemos frente a frente, hay una distancia física insalvable.
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