De repente ella se dio cuenta de que él registraba todo lo que ella había hecho, hasta el más mínimo detalle. Su ropa, sus canciones preferidas, sus gestos. Ella se dio cuenta, en ese momento, del registro de la cotidianidad, del registro que él tenía. El día en que cambió sus horarios de cenar sin darse cuenta, aunque él se lo hizo notar. Estaban compartiendo algo, algo juntos y día a día.
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