Cuando ya no busquemos encontrarnos, ni recuerde segmentos y momentos.
Cuando tus manos sean de las tantas manos, que he conocido y conozco.
Cuando tus ojos puedan mirarme sin que me incomode al mirarlos.
Cuando te acerques y no sienta nada, ni aquello conocido ni aquello que deseaba conocer antes.
Cuando tu sonrisa no me atraiga.
Cuando tu piel no me inhiba.
Cuando a tus palabras se las lleve el viento.
Entonces, entonces sabré que te has ido.
O que yo, por fin, te he dejado ir.
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