Mi casa se ha transformado en una mamushka enorme desde donde salen objetos desconocidos. Miré dentro de un mueble lleno de bolsos y pensé que durante 2008 había usado las mismas 6-8 carteras cuando ese sitio estaba lleno de alternativas. Y que habían quedado allí desde mi mudanza en enero 2008. Esperando. Abrí mi armario de pared a pared y vi que había ropa ajena y mía sin uso, tampoco, que ni recordaba que existía. Quité una lámpara roja de la pared de mi habitación y me quedé pensando en cómo había hecho él la instalación. No podía entenderlo y pensé en él explicándome (una vez más) de qué se trataba y yo poniendo cara de que no entendía nada: soy nula con lo que a él le resulta cosa de todos los días. Así que pensé: enchufe, interruptor, foco. Pero esa lámpara no tenía a la vista esa lógica, y yo que soy mujer muchas veces estructurada, me quedé pensando mientras miraba la pared vacía. Quité cada uno de los cuadros y vi la prolijidad suya en colocar tornillitos y otras cosas cuyo nombre desconozco que dejaron la pared igual que antes, sin una marca. Y mi ansiedad e ignorancia clavando clavos que la mayoría de las veces quedaban torcidos. Ahora que preparé Poxi-Mix fui rellenando cada agujerito en la pared para dejar todo en orden y me quedé pensando un rato. Debo haber pensado más de 15 minutos porque cuando agarré nuevamente el Poxi-Mix estaba más duro que una roca y tuve que tirarlo. Entendí entonces por qué se llama Poxi-Mix 15. Antes del acto de fin de curso de Zoe me empeñé en quitar de la pared una estantería. No hubo problemas con los primeros tornillos, pero cuando quité el último se me vino encima, justo sobre el pecho, y me dejó sin aire y con la piel ardiendo. Recordé que hace unos meses, cuando él la hizo de la nada, la habíamos subido juntos. Deseé haberlo recordado antes, porque ahora lucía una hermosa raya roja a flor de piel de hombro a hombro.
Miré la cuna de Zoe, el cochecito, tantas cosas que como las había dejado habían quedado. Y ahora volvían a estar allí. Al igual que mis libros y papeles que estaban al alcance de la mano, cosa tras cosa, objeto tras objeto iba apareciendo, emergiendo.
De muchos me había olvidado: ropa, bolsos, objetos, apuntes, música, fotos. Pero todo vuelve como un boomerang. Con la paz y alegría necesarias. De todas formas, iba desmontando la casa una vez más, y van ...
En síntesis: una estantería que se me vino encima, la cuna de Zoe que me cayó de lleno en el pie derecho, un brazo dolorido por levantar mal algo, sonrisas muchas, insultos por los golpes algunos, alegría toda.
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