Un cuerpo. De pie. Frente al espejo. Sin marcas. O sí. Las marcas de todas esas manos que pasaron por ese cuerpo. Las marcas de todas esas miradas. Las marcas de su sonrisa y de la de todos. Vasos, sonrisas, noches. Un cuerpo. Una mano. Una mano extendida. Una mano extendida que acaricia suavemente a un bebé.
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