26 de abril de 2015

Hablo, Flavia Ricci

Tu mundo es de imagen, yo soy de palabra, pero hubo un puente que quizás hablaba de otra forma de comunicación, a medio camino entre una y otra. Quizás transitamos ese puente, o al menos lo hemos visto. Hablo de las distancias, hablo de tu mano con la mía una tarde cualquiera, hablo de tu mirada hacia mí en los momentos justos y enfatizando tus palabras, nombrándome sin decirlo, justo ahí y no porque sí. Hablo de mi sorpresa por tu forma de decir, hablo de tus gritos en silencio. Hablo de la distancia que pusiste en las palabras, hablo de retroceder. Hablo de verte cada vez más lejos, hablo de ceñirme a tu mundo-imagen. Y entonces jamás nombrarme, bastarte esa mirada justa cuando decís algunas palabras, siempre a medias, que avanzan y retroceden como olas. Hablo de tu torpeza por no constatar que yo miraba por la ventana mientras hablabas. Atenta a lo que escuchaba pero sin poder fijar mis ojos en vos. Hablo entonces de querer disfrutar de lo que decías, los tonos, texturas, pausas en tus palabras. Pero hablo también de tu apropiada distancia física, de los abrazos medidos, de tu "hasta acá llegamos" diciéndomelo sin palabras. Y hablo de mí misma, quedándome en tu mundo de imagen. Al parecer el único que sabés decodificar. Hablo de verte aunque no te mire. 
Pero entonces ya sin hablar, sin nombrarte, así, solamente poder recordarte cuando alguien te nombre. Hablo entonces de poder decírmelo todo pero no confiar no en mí, sino en vos, qué grave eso. Hablo de no ser valiente ni tener coraje. Algo me indica que has construido tu seguridad a fuerza de no salir de tu mundo. O quizás solamente cuando alguien te invita. Hablo de que no sos capaz de nombrar. De elegir. Esa voz está tan dentro tuyo que solamente sos capaz de escucharla en el silencio de tu intimidad. Hay una voz que te indica qué hacer, qué mundos recorrer, hasta cómo sonreír. Hablo de que esa voz te recorre cada día, cada noche, aunque cierres los ojos, no escuches y estés en la más absoluta soledad. Hablo de traicionar mi confianza por tu cobardía. Y yo testigo mudo de tu evidencia. Hablo de algo mucho más allá. Hablo de que todo eso hace que en mí se desvanezca toda admiración, ilusión, ansias de verte. Y quede solamente es cascarón, si es que queda, del inicio que tuvimos.






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