"...Después de la primera decepción, nunca más se entregó por completo.
Temía el sufrimiento, la pérdida, la inevitable separación.
Claro, estas cosas estaban siempre en el camino del amor y la única manera de evitarlas era renunciando a recorrerlo.
Para no sufrir era preciso también no amar.
Como si, para no ver las cosas malas de la vida, terminase necesitando agujerearse los ojos.
Era muy complicado vivir. Había que correr riesgos, seguir ciertos caminos y abandonar otros..."
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