Los versos me hicieron ruido: "Pero nunca, nunca lo que llega es igual a lo esperado". Tuvo que decirlo, tuve yo que leerlo. Y se clavaron en mi mente y allí vagan, de un lado a otro, sin cesar. Como un títere voy y vengo, dando más que lo que recibo, esperando más de lo que me esperan, o con esa sensación. Sin querer explicar nada, porque no hay nada que explicar. Esta situación incómoda de estar en desventaja, de haberme quedado sin nada y a la vez con toda tu nada, porque nada me has dado más que frases que comienzan con "tal vez".
Yo te di todo un mundo, quizás imperfecto, pero que era mío. Entraste como quisiste y cerraste la puerta detrás. Yo quería entrar en el tuyo, pero nos quedamos solamente en éste, el que vos decidiste. Con total soltura me hablaste de amantes y amores, y yo escuché sin pestañear. Me quedé en un lugar incómodo, pero me quedé. Respondiendo a todo, incluso a tus expectativas que cada día me interpelaban, pero sin recibir más que silencios pausados de acuerdo a tu capricho. No quiero esto, no me basta, no me sirve, me lastima. Quiero soltarlo, quiero soltarte. Voy a dejarte ahora, antes que sea tarde, aunque sea después de todo.
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