4 de noviembre de 2008
Nueva sede física de HqL, Flavia Ricci
Queridos hombres que ladran, que no ladran, mujeres que maúllan y que ronronean. Parece que este año el 5 otra vez hizo de las suyas. Desde 1994, cuando pude elegir por mí misma dónde vivir, lo hice 5 años en La Plata, otros 5 en Barcelona y ahora he cumplido 5 años en Buenos Aires. Este año sería un 5 + 5, porque Zoe ha cumplido aquí también sus 5 años.
De repente cierro una etapa para abrir una nueva y mejor. Más limpia, más transparente, nueva con aroma a muebles nuevos, paredes de estreno y caras desconocidas. Nueva porque dan ganas de mirar a Zoe por el espejo retrovisor del coche mientras cantamos las dos juntas y sonreímos por lo que vendrá. Nueva por hacerme un lugar en una ciudad de la que me fui con 17 años y sin hijos. Nueva porque vamos a comenzar algo bonito.
Mientras cierro cajas en mi piso de Buenos Aires aparece una sonrisa. Porque con esas cajas me llevo sólo lo que quiero llevar y dejo en el contenedor de abajo todo lo que "se queda en Baires". Cierro los ojos y veo caras que me llevo y temas que dejo aquí. Este año pude cerrar temas como se cierran puertas y cajas: del todo. Y como hace unos meses Hombres que Ladran se lavó la cara con su nuevo diseño, más claro y limpio también, ahora esta autora se traslada a vivir a 500km hacia el sur de Buenos Aires. A una de las ciudades con mejor calidad de vida del país.
Toda mudanza implica una selección de recuerdos, objetos, personas, amores. Yo me tomé varias meses para hacer la selección de lo que dejo y lo que llevo. El balance ha sido más que positivo. Cierro la puerta, miro el piso vacío y sonrío con Zoe de la mano feliz. Llevo conmigo sólo lo que me hace bien. Pero tuve el coraje de decirle adiós para siempre a aquello que no me quería dejar crecer. El duelo ha terminado.
Y ahora comienza el orgulloso revival de ver a Zoe deambulando en el mismo colegio que yo, por las calles en donde me crié, con la familia de la cual me enorgullezco y con los amigos sanos y lugareños que se fueron algún día, y que algún día también regresaron mientras yo seguía dando vueltas por el mundo. Comienza una etapa en donde podré decirle a Zoe "porque cuando yo iba a este mismo cole ..." hasta que ella tal vez se canse de las famosas frases de madre que me salen naturalmente. Podremos tener su perro salchicha y mi tortuga de tierra. Y plantar un árbol ella, y yo escribir mi primer libro ...
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