24 de diciembre de 2013

Tuya y mía, Flavia Ricci

Tuya y mía
para siempre
un año
encima
de frente
atrás
a un lado
así has estado
con misterios
de mentira
con palabras
de mentira
con amores
de mentira
con una farsa que sí
era de verdad
y con este sentimiento
que era tan fuerte
de mi parte
pero tan solitario
tan unilateral
que quedó solo
frente a tu cínica sonrisa
tus oscuros principios
tu mundo hostil
ahora me pregunto
sabiendo incluso la respuesta
cómo pude creer
qué buscaba.
Tu palabra que coincidió con la mía
tu momento con el mío
tu deseo con el mío
tus días y noches con los míos
tuya y mía
para siempre
hubo un quiebre
donde no necesitaste mentirme más
era insostenible
donde te fuiste despojando
de tus palabras
o dejándolas vacías
y yo me preguntaba
viendo sus cascarones
qué contenido encerraban
por qué no estaba allí el significado
por qué amor, era tan vacío
si antes, poco antes,
esa palabra lo abarcaba todo
y cuando allí penetraba
encontraba sin dudarlo su significado
que tanto, tanto, tenía que ver con vos
Tuya y mía
para siempre
Mentira
era todo, todo
una gran mentira.



23 de diciembre de 2013

Cuentos de Eva Luna, I. Allende

Tú piensas en palabras, para ti el lenguaje es un hilo inagotable que tejes como si la vida se hiciera al contarla. Yo pienso en imágenes congeladas en una fotografía. Sin embargo, ésta no está impresa en una placa, parece dibujada a plumilla, es un recuerdo minucioso y perfecto, de volúmenes suaves y colores cálidos, renacentista, como una intención captada sobre un papel granulado o una tela. Es un momento profético, es toda nuestra existencia, todo lo vivido y lo por vivir, todas las épocas simultáneas, sin principio ni fin. Desde cierta distancia yo miro ese dibujo, donde también estoy yo. Soy espectador y protagonista. Estoy en la penumbra, velado por la bruma de un cortinaje traslúcido. Sé que soy yo, pero yo soy también este que observa desde afuera. Conozco lo que siente el hombre pintado sobre esa cama revuelta, en una habitación de vigas oscuras y techos de catedral, donde la escena aparece como el fragmento de una ceremonia antigua. Estoy allí contigo y también aquí, solo, en otro tiempo de la conciencia. En el cuadro la pareja descansa después de hacer el amor, la piel de ambos brilla húmeda. El hombre tiene los ojos cerrados, una mano sobre su pecho y la otra sobre el muslo de ella, en íntima complicidad. Para mí esa visión es recurrente e inmutable, nada cambia, siempre es la misma sonrisa plácida del hombre, la misma languidez de la mujer, los mismos pliegues de las sábanas y rincones sombríos del cuarto, siempre la luz de la lámpara roza los senos y los pómulos de ella en el mismo ángulo y siempre el chal de seda y los cabellos oscuros caen con igual delicadeza. Cada vez que pienso en ti, así te veo, así nos veo, detenidos para siempre en ese lienzo, invulnerables al deterioro de la mala memoria. Puedo recrearme largamente en esa escena, hasta sentir que entro en el espacio del cuadro y ya no soy el que observa, sino el hombre que yace junto a esa mujer. Entonces se rompe la simétrica quietud de la pintura y escucho nuestras voces muy cercanas.

–Cuéntame un cuento –te digo.
–¿Cómo lo quieres?
–Cuéntame un cuento que no le hayas contado a nadie.

19 de diciembre de 2013

Geometrías imprecisas, Flavia Ricci

No es que use las mismas palabras con las distintas personas,
es que en todas las personas veo un poquito de vos
y entonces les hablo con algunas palabras clave, ancladas
en tu historia y la mía:
permitime decir en la nuestra.
No es que llame a todas las personas para ver si aparece alguien,
es que te llamo a través de todas ellas, a vos.
Y lamento que no veas la diferencia
en ese trato especial
en ese lugar que ocupás
y de donde yo no te saco:
porque entonces
en tu creencia errada y errante, mezclás todo.
Y allí donde yo te proponía un círculo
vos me diste un triángulo
y justamente por eso, amor
ahora estamos en este cuadrilátero.
Geometrías imprecisas
¿Cómo creo en tus palabras?
si mezclás siempre todo
como si no pudieras ser vos
-y vaya que lo sos-
la persona en donde todo confluye.
Y justamente por eso,
la persona innombrable,
para que con algún truco lacaniano,
entonces, quizás, tal vez ...
no existas.

27 de noviembre de 2013

Abrazos, Flavia Ricci

Me dijiste que jamás nombraba
y empecé a nombrar
Me dijiste que pocas veces abrazaba
y con vos nunca fueron pocas las veces
Me dijiste que me iba a aburrir
y volé tan alto con vos
Me dijiste que te iba a dejar
y no fue el caso
tantas veces lo intenté
que sobrevuelo en solitario
desde que no estás conmigo
que temo más a tus respuestas
que a mis preguntas
que esperé no verte
más
y sin embargo ahora
ahora que hay un solo ahora
voy a levantar la vista
voy a abrazarte
que es lo que me sale de adentro
como cada vez que te veía
y voy a intentar sonreírte
como en cada encuentro
de días, noches, madrugadas
y repeticiones
La ciudad queda vacía
Con certezas de no verte
Sobrevuelo en solitario
Abrazos pendientes
Te llevás tanto de mí con vos
Tanto
Tanto.
Y yo también quedo un poco vacía
me voy un poco con vos
sin saber a donde
Palabras pendientes
Por hoy no tengo voz.



26 de noviembre de 2013

Cartas a Chepita, Jaime Sabines

“Tengo una gran ternura y un gran deseo de ti. Es inútil buscarte, inútil esperarte, no estás, no llegas. Tengo que escribirte estas cosas cuando quisiera no escribirte ni decirte nada, sino abrazarte y besarte en silencio, y mirarte, y sentirte a mi lado y estar juntos no más, así, todo el tiempo.”

El hilo rojo, Pedro de Miguel

“Le fui a quitar el hilo rojo que tenía sobre el hombro, como una culebrita. Sonrió y puso la mano para recogerlo de la mía. Muchas gracias, me dijo, muy amable, de dónde es usted. Y comenzamos una conversación entretenida, llena de vericuetos y anécdotas exóticas, porque los dos habíamos viajado y sufrido mucho. Me despedí al rato, prometiendo saludarle la próxima vez que le viera, y si se terciaba tomarnos un café mientras continuábamos charlando.
No sé qué me movió a volver la cabeza, tan sólo unos pasos más allá. Se estaba colocando de nuevo, cuidadosamente, el hilo rojo sobre el hombro, sin duda para intentar capturar otra víctima que llenara durante unos minutos el amplio pozo de su soledad”.

Castillos (en el aire), Flavia Ricci

Afinidades
yo creía encontrarlas en vos
vos las habías investigado en mí
antes
Confianza
yo creía que era compartida
vos en cambio la ignorabas
y el castillo crecía solo
casi por inercia
Con dos habitantes
que eran tan extraños
todo lo distante
se transformó en personal
pero aun así
mirándote cara a cara
siempre fuiste una farsa
las coincidencias forzadas
las sonrisas impuestas
tu rabia contenida
tus huidas y regresos
para buscar más farsas
de las que alimentarte
Y aprendí
que mi identidad no estaba a tu lado
que realidad y verdad
casi se peleaban
por el protagonismo 
mientras mi deseo corría desenfrenado
sin que la conciencia pusiera un límite
casi en el borde
o más allá
como en una caída libre
cuando un día
de repente
sin pensarlo
pero de alguna forma sabiéndolo
todo el castillo se derrumbó
como si fueran naipes
cayeron uno a uno
encima de mí
aplastaste con tu verdad
a mí confiada realidad
tus afinidades se separaron de las mías
y por tanto, ya no eran nuestras
mi seguridad a tu lado
fue escepticismo
y hasta la mentira 
se clavó como un puñal
Derrumbaste mis coincidencias
mi confianza
mi proyecto
mi fe
mis ilusiones
mi realidad
mi verdad
Pero
un día también
supe que eras objeto de mi deseo
y como una pieza de puzzle
te quité de mi vida
luego de varias despedidas
hubo una, la mía
que fue para siempre.
De vez en cuando escucho coincidencias
que prometen encuentros
pero camino muy cerca
para que no haya distancias
y para que verdad y realidad
vayan de la mano junto a mí.





Noches tresarroyenses, Flavia Ricci

Noche 1:

Él la siguió a ella, mientras ella lo miró extrañada y le dijo no. Había alguien que la esperaba, y cuando estuvo en sus brazos se quedó pensando en una tercera persona, mientras quien la esperaba se daba cuenta de que, aunque ella regresara a él cada noche, cada día, estar juntos no era sinónimo de encontrarse. Los dos en la cama, espalda con espalda, pensaban algo: él en por qué ella estaba tan ausente. Ella en su amor, distante, real. Solamente uno de los dos podía sonreír.

----------------------------------------

Noche 2:

- Estamos distantes físicamente, por eso lo tuyo conmigo es imposible, sentenció ella y sus palabras golpearon duramente el corazón de su interlocutor. Sabía cómo lanzar palabras filosas como cuchillos.

- ¿Distantes? Nos vemos cada día.

- Estamos distantes físicamente porque no hay piel. Porque aunque estemos frente a frente, hay una distancia física insalvable.

25 de noviembre de 2013

La mujer justa, S. Márai

Las almas apasionadas son orgullosas, sufren muchísimo. Usted dice que quiere conquistar el corazón de su marido. También dice que su marido es una buena persona (...), pero tiene un secreto ¿Y cuál puede ser ese secreto? Por eso se debate usted, querida hija, le gustaría averiguar de qué se trata. Pero ¿no sabe que Dios nos ha dado a cada uno nuestra propia alma? Un alma llena de secretos, como el Universo ¿Por qué quiere usted averiguar lo que Dios ha ocultado en un alma?

--------------------------------

- Cometemos pecado cada vez que no nos contentamos con lo que el mundo nos ofrece de forma espontánea, con lo que una persona nos da libremente, es pecado siempre que tendemos una mano ávida hasta el secreto de otra persona (...) Quiere conquistar a su marido ... a pesar de que Dios ya ha dispuesto su vida en la tierra ¿No lo comprende?

- Sufro mucho, reverendo padre (...)

- Pues entonces sufra (...) ¿Por qué teme el sufrimiento? Es una llama que quemará su egoísmo y su orgullo (...) ¿Está usted segura de que su amor y su deseo son tan desinteresados y de verdad merece la felicidad?
 


--------------------------------

De pronto vemos con claridad todo el entramado de la vida: desaparecen entre bastidores personas que creíamos importantes y del fondo en sombras emergen otras de las que no sabíamos nada, pero en cuanto aparecen sabemos que estábamos esperándolas, y ellas a nosotros, en un destino común.


23 de noviembre de 2013

Charlas con Santiago, Flavia Ricci

Y pensaba ayer charlando con Santiago, cada uno frente a un café, en las posibilidades de lectura. Yo, que leo y simultáneamente reflexiono sobre lo leído cuando el texto lo amerita, que reflexión y lectura son partes del mismo proceso, durante la misma y él, que lee hasta el final y a partir de allí va hacia atrás con la memoria recogiendo trozos a tener en cuenta. Yo desgloso paso a paso el texto. Él lo desglosa hacia atrás una vez finalizado apelando a su memoria. La lectura como proceso. Y me quedé pensando que leo al revés de cómo escribo, que escribo todo de repente bajo el imperio de la pasión, como muchos desaconsejan, y quedan textos pequeños y abigarrados que luego complemento en charlas o reflexiones, sin letras escritas que agoté ya. La escritura como proceso. Charlas con Santiago.

22 de noviembre de 2013

Relato de playa con chicas, Flavia Ricci

Atardecía en aquel pueblo con mar, lejos, muy lejos cada una de sus casas. ELLA se encontraba junto a la playa con los ojos cerrados, escuchando cómo iba y venía el sonido de las olas, un poco como su vida, como todo. ella se sentó a su lado y la miró, pero ELLA no abrió los ojos, tan sólo sonrió sabiéndola cerca. Y así se quedaron las dos, cara al mar. El sol iba cayendo, al rato se fueron a preparar algo para comer. Era el día en que todo estaba por escribirse. "Me molesta que las visitas lleguen de otra ciudad un sábado", le había dicho ELLA una vez, por lo que ella siempre llegaba por la madrugada, los viernes, que ELLA consideraba el día en que todo está por escribirse, donde todo está en potencial, adelante, atrás. Donde ELLA podría tomarse el tiempo de descansar más y mejor que el resto de la semana.
Pasó la cena, el vino, una caminata, pasó la noche y llegó la madrugada. Y también llegó la mañana. Y el sol.

- Tratá de acordarte de este momento, de tu sonrisa, tranquilidad, plenitud, cuando dudes si volver a verme o no. Cuando dejes entrar en tu mente todos esos fantasmas que no te dejan ser feliz.

- No sé si he sido tan feliz acá, con vos. Le respondió ella.

ELLA sonrió y le mostró una fotografía de su celular, mientras ella dormía.

- Si podés tener esta misma paz en cualquier otro momento de tu vida, si lo has tenido, si lo tendrás, entonces podrás decirme que no has sido tan feliz en estos días de mar conmigo. Respondió ELLA tranquilamente, con esa media sonrisa que siempre tenía cuando decretaba algo inobjetable.

Y ella calló ...


21 de noviembre de 2013

El momento, Flavia Ricci

¿Cuándo fue el momento en que vos me abrazaste por primera vez?
¿Cuándo fue el momento en que comencé a ser yo quien te abrazaba primero?
¿Cuándo me transformé en la única que abrazaba?
¿Cuándo dejé de ver, por sentir tanto?
¿Cuándo volé tan alto tomando tu mano que no me di cuenta que te arrastraba, que vos no podías volar?
¿Cuándo empezamos a mirar para los lados?
¿Cuándo fue el momento, cuándo?
Porque sí recuerdo la terrible noche en que me di cuenta que todo era un cuento
me quedé esperando
un abrazo
un beso
y vos te diste la vuelta, como cada noche
desde hacía tanto
y ahí me di cuenta.

20 de noviembre de 2013

Columnas, Flavia Ricci

Yo
Que miré a tantos hombres de lado, por encima, debajo y detrás.
Que los vi pasar, permanecer, abandonar, agotarse
Conmigo
Yo
Que los observé segundos, minutos, horas y días enteros
Que creí conocerlos
Que creí decepcionarme
O me decepcioné con ellos
Y sin ellos también
Que bajé la vista para no ver
Ni mirar
Que cerré mis manos
Para que fueran puños
Que permanecí sola
Aun estando con tantas personas
Que sonreí, que disfruté, que reflexioné
Que transité otras aceras, géneros y realidades
Mientras ellos esperaban
Mientras ellos pacientemente esperaban
Mientras ellos contenían
Me contenían, como amigos
Todos esos hombres se levantan
Son columnas fuertes en mi vida
Todos esos brazos, abrazos, sonrisas, silencios y palabras
de todos esos hombres, queridos hombres
columnas de mi vida
Ironías del destino
Tanto alejarme y con las respuestas
frente a mis ojos
en mi ciudad adoptiva
tantas letras, palabras, silencios
Todo lo que ha quedado de aquellos momentos
es una explosión
pequeños trozos de momentos rondan
en órbita alrededor de mi cabeza
los veo pasar
a veces tomo un trocito
a veces lo uno con otro, o con varios
como piezas de un puzzle
y voy construyendo mis memorias
que arden a veces
que duelen otras
que satisfacen
que aman
que gritan
que silencian
que empiezan
o terminan
Los hombres se levantan como columnas
fuertes columnas
sólidas columnas
columnas amigas
a mi alrededor
con seguridad, amor, valentía
todo sentimiento.


11 de noviembre de 2013

Si te digo "ven", Flavia Ricci

Te hablo con mis palabras, te extiendo mi mano 
y te digo "ven"
Te miro a los ojos, te siento cercano
y te digo "ven"
Me temes, me alejo
no centro
hay mucho
sonrío
dudas
y te digo "ven"
con mi mano extendida
mirándote a los ojos
con media sonrisa
sin mucho tiempo
y te digo "ven"
Tienes que venir
tienes que hacerlo
si te digo
"ven"

6 de noviembre de 2013

Continente, Flavia Ricci

Ahora mis emociones vuelan donde sea
Porque ya no te nombro y VOS puede ser cualquier persona
Porque se escapan del continente que era tu nombre y apellido
Cuyo sonido solamente yo era capaz de escuchar
Ahora no es nada, no hay nadie, o hay varias personas
Ahora mis sentimientos remontaron vuelo
Hasta que alguien los llame a todos y cada uno de ellos
Hacia sí
Y tengan un límite
Y el VOS sea uno solo
El que ese nombre y apellido encierre
Y cuyo sonido, bajito pero certero, escuche dentro de mí.




Par, Flavia Ricci

Sos vos
¿yo?
Sí, vos.
Y se dio vuelta, mirando por encima de su hombro.

Sos vos, repetí.
¿yo?
Sí, vos.
No puede ser, me respondió.

Tanta gente, tantas cosas, tantos mundos.
vos
Y tomé su mano, y la miré entre las mías
Y corrimos por una playa anónima y desierta
Y en un momento sentí que corría detrás de mí, aunque no soltara mi mano
Entonces solté la suya, y se detuvo
Yo corrí a la misma velocidad pero ahora sola
Sin mirar atrás
Y tuve la sensación que me miraba allí mismo donde se había detenido
Y que yo necesitaba una mano sobre mi mano, dos manos juntas
Y corrí de ese lugar sin mirar atrás.
A aquel otro sitio, donde alguien va conmigo a la par.


5 de noviembre de 2013

Sal con una chica que lee, Rosemary Urquico

Sal con alguien que se gasta todo su dinero en libros y no en ropa, y que tiene problemas de espacio en el clóset porque ha comprado demasiados. Invita a salir a una chica que tiene una lista de libros por leer y que desde los doce años ha tenido una tarjeta de suscripción a una biblioteca. 

Encuentra una chica que lee. Sabrás que es una ávida lectora porque en su maleta siempre llevará un libro que aún no ha comenzado a leer. Es la que siempre mira amorosamente los estantes de las librerías, la que grita en silencio cuando encuentra el libro que quería. ¿Ves a esa chica un tanto extraña oliendo las páginas de un libro viejo en una librería de segunda mano? Es la lectora. Nunca puede resistirse a oler las páginas de un libro, y más si están amarillas.

Es la chica que está sentada en el café del final de la calle, leyendo mientras espera. Si le echas una mirada a su taza, la crema deslactosada ha adquirido una textura un tanto natosa y flota encima del café porque ella está absorta en la lectura, perdida en el mundo que el autor ha creado. Siéntate a su lado. Es posible que te eche una mirada llena de indignación porque la mayoría de las lectoras odian ser interrumpidas. Pregúntale si le ha gustado el libro que tiene entre las manos.

Invítala a otra taza de café y dile qué opinas de Murakami. Averigua si fue capaz de terminar el primer capítulo de Fellowship y sé consciente de que si te dice que entendió el Ulises de Joyce lo hace solo para parecer inteligente. Pregúntale si le encanta Alicia o si quisiera ser ella. 

Es fácil salir con una chica que lee. Regálale libros en su cumpleaños, de Navidad y en cada aniversario. Dale un regalo de palabras, bien sea en poesía o en una canción. Dale a Neruda, a Pound, a Sexton, a Cummings y hazle saber que entiendes que las palabras son amor. Comprende que ella es consciente de la diferencia entre realidad y ficción pero que de todas maneras va a buscar que su vida se asemeje a su libro favorito. No será culpa tuya si lo hace. 

Por lo menos tiene que intentarlo.

Miéntele, si entiende de sintaxis también comprenderá tu necesidad de mentirle. Detrás de las palabras hay otras cosas: motivación, valor, matiz, diálogo; no será el fin del mundo. 

Fállale. La lectora sabe que el fracaso lleva al clímax y que todo tiene un final, pero también entiende que siempre existe la posibilidad de escribirle una segunda parte a la historia y que se puede volver a empezar una y otra vez y aun así seguir siendo el héroe. También es consciente de que durante la vida habrá que toparse con uno o dos villanos. 

¿Por qué tener miedo de lo que no eres? Las chicas que leen saben que las personas maduran, lo mismo que los personajes de un cuento o una novela, excepción hecha de los protagonistas de la sagaCrepúsculo

Si te llegas a encontrar una chica que lee mantenla cerca, y cuando a las dos de la mañana la pilles llorando y abrazando el libro contra su pecho, prepárale una taza de té y consiéntela. Es probable que la pierdas durante un par de horas pero siempre va a regresar a ti. Hablará de los protagonistas del libro como si fueran reales y es que, por un tiempo, siempre lo son.

Le propondrás matrimonio durante un viaje en globo o en medio de un concierto de rock, o quizás formularás la pregunta por absoluta casualidad la próxima vez que se enferme; puede que hasta sea por Skype.

Sonreirás con tal fuerza que te preguntarás por qué tu corazón no ha estallado todavía haciendo que la sangre ruede por tu pecho. Escribirás la historia de ustedes, tendrán hijos con nombres extraños y gustos aún más raros. Ella les leerá a tus hijos The Cat in the Hat y Aslan, e incluso puede que lo haga el mismo día. Caminarán juntos los inviernos de la vejez y ella recitará los poemas de Keats en un susurro mientras tú sacudes la nieve de tus botas.

Sal con una chica que lee porque te lo mereces. Te mereces una mujer capaz de darte la vida más colorida que puedas imaginar. Si solo tienes para darle monotonía, horas trilladas y propuestas a medio cocinar, te vendrá mejor estar solo. Pero si quieres el mundo y los mundos que hay más allá, invita a salir a una chica que lee.

O mejor aún, a una que escriba.

Juro, Flavia Ricci

La mayoría de las acciones las realizamos por lo menos de a dos. 
Excepto reflexionar, que no sirve de nada si no nos lleva a la acción. 
Y esa acción probablemente será, por lo menos, 
teniendo en cuenta a alguien más.
(Flavia Ricci)

Juro que lo intenté, que me esforcé, que estuve hasta cuando no quería estar.
Juro que te esperé, que te soñé, que solamente pensaba en vos.
Juro que sonreí, juro que estuve allí, lo juro.
Juro que formaste parte de mis días y fuiste responsable de mis alegrías.
Juro que por verte pasé noches en vela, por si ...
Juro que fue duro darme cuenta de que era una ilusión. Y otra vez la canción sonaba en mi cabeza. Y era demasiado.
Juro que no mentí con cada palabra escrita.
Juro que iba a llevarte a volar. Lo juro.

Pero yo, enemiga de los adverbios de tiempo, condenada muchas veces por los verbos y aburrida de los sustantivos pude ver. Que necesito verte tanto que no me basta con esto de verte aunque no te mire. De condicionales sin presentes, de futuros que no llegan y se transforman en pasado a velocidad de la luz.
Juro que hubiera dado todo porque tuvieras al menos un poco de mi constancia. Lo juro. Juro que si te suelto no es porque no te quiera, sino porque así me siento más sola que sin vos. Juro que calaste tan hondo en mis días que no era todo igual. Y por hacer la diferencia te estaré siempre agradecida. Juro que fue duro darme cuenta, que con mi constancia no alcanzaba. Que no sirve comandar a solas un vínculo de a dos. Juro que tuve y tengo fuerzas suficientes, pero mayor es mi inteligencia para decirme que no es lo que necesito. Ojalá mis ausencias te significaran algo como a mí las tuyas. Juro que sí, que me pesan, que me arden por dentro.

Juro que hice lo posible, me conozco.
Juro que fue duro darse cuenta.
Lo juro.
Lo juro.


La importancia de llamar(se), Flavia Ricci

La importancia de llamarse, de nombrarse, de dar entidad a quiénes somos real y verdaderamente.
La importancia de llamarse, de mencionarse, de escuchar el sonido de nuestra identidad en todos sus aspectos.
La importancia de llamarse, de llamarse con la gente que nos acompaña y a la que queremos acompañar, de sentir esa reciprocidad que tiene que ver con dar y recibir. En definitiva, con el compartir. Llamarse, que nos llamen, llamar.
Acudir, encontrarse, encontrarse de verdad, en serio, predispuestos a ese encuentro. Encontrarse, hacer lo posible para que ocurra y, cuando están dadas las circunstancias, dar ese paso venciendo las distancias y encontrarse. Todo tiene su tiempo, y el tiempo no vuelve.
Soltar, soltar a quienes no nos ofrecen esa reciprocidad, ese entusiasmo, esa decisión. Y apostar todo por las personas que están, porque solamente lo auténtico queda en pie. Apostar por lo real, por los abrazos, los besos, las caricias, las sonrisas dormidas y despiertas. Apostar por lo auténtico.
Llamarse, la importancia de llamarse. De encontrarnos con que fuimos capaces, con que fueron capaces quienes están a nuestro lado. 
Eso es lo que he encontrado durante este año en donde aprendí a apostar por lo real, y dentro de lo real por lo presencial. Que aprendí a distinguir realidad de verdad. Que aprendí de la importancia de llamarse, mirar a nuestro lado y enorgullecernos de quienes están ahí, firmes, llamándonos. 


Quizás esto me ha hecho más medida, pero a la vez mucho más focalizada. No he dejado de hacer cosas, sino que he aprendido a hacerlas por aquellas personas que están a mi lado y apuestan por mí. No puedo ni quiero convencer a nadie de hacer cosas, no tengo tiempo para eso. Quiero personas que estén a mi lado sin que las llame. Incluso llamándolas. Quiero ver sus manos extendidas de la misma forma que están las mías. Quiero gente valiente. Quiero gente sana. Quiero gente en paz.
Aprendí finalmente a soltar a quienes no entran en este círculo de bienestar. Aprendí a focalizarme.
Esto es lo que he aprendido durante todo este año.
Esto es lo que trajo consigo noviembre.
Esto es lo que es.





30 de octubre de 2013

Virtual, Flavia Ricci

"El amor es como el fuego, 
que si no se comunica se apaga".

Giovanni Papini



Virtual corre. Corre, porque cree que si corre pronto escapará de Real. Real tiende su mano, honestamente, realmente, como es: real. Virtual corre y corre y escapa y cierra, le da Apagar a su vida y cree que así, todo queda allí. Real sigue dando vueltas en su cabeza como una posibilidad, Real. Y Virtual no puede escapar ni siquiera desapareciendo de esa virtualidad, porque la red se extiende, tan real, por su vida. Virtual comienza a pensar en Presencial. Y es así donde descubre todos sus miedos: Real sonríe, no es quien se opone a Virtual. Es Virtual, vaya, quien se opone a Presencial, quiere seguir siendo así, Virtual. Tan de sí, tan solitario, tan ajeno, tan desconcertante. Entonces Real mira a Presencial y ambos se alejan de Virtual. Virtual extiende su mano, pero ellos ni siquiera miran atrás: Virtual queda solo, en su terreno, ajeno, dudoso, triste. Y se da cuenta de lo que perdió: Real y Presencial, dos compañías insustituíbles en su vida. Porque Virtual quería sentir y sintió de forma Real. Quería amar y quizás alguna vez amó de forma Presencial. Ahora no. El miedo recubre toda su vida y las dudas se apropian de su mente. Nada de eso interesa a Presencial o a Real, porque su vida es una, la que es y eligen que sea.


21 de octubre de 2013

Donde el corazón te lleve, Susana Tamaro

"Cada vez que te sientas extraviada, confusa, piensa en los árboles, recuerda su manera de crecer. Recuerda que un árbol de gran copa y pocas raíces es derribado por la primera ráfaga de viento, en tanto que un árbol con muchas raíces y poca copa a duras penas deja circular la savia. Raíces y copa han de tener la misma medida, has de estar en las cosas y sobre ellas: sólo así podrás ofrecer sombra y reparo, sólo así al llegar la estación apropiada podrás cubrirte de flores y de frutos. Y luego, cuando ante ti se abran muchos caminos y no sepas cuál recorrer, no te metas en uno cualquiera al azar: siéntate y aguarda. Respira con la confiada profundidad que respiraste el día que viniste al mundo, sin permitir que nada te distraiga: aguarda y aguarda más aun. Quédate quieta, en silencio, y escucha a tu corazón. Y cuando te hable, levántate y ve donde él te lleve".

7 de octubre de 2013

La soledad de los números primos, P. Giordano

En primer curso de la universidad había estudiado ciertos números primos más especiales que el resto, y a los que los matemáticos llaman primos gemelos: son parejas de primos sucesivos, o mejor, casi sucesivos, ya que entre ellos siempre hay un número par que les impide ir realmente unidos, como el 11 y el 13, el 17 y el 19, el 41 y el 43. Si se tiene paciencia y se sigue contando, se descubre que dichas parejas aparecen cada vez con menos frecuencia. Lo que encontramos son números primos aislados, como perdidos en ese espacio silencioso y rítmico hecho de cifras, y uno tiene la angustiosa sensación de que las parejas halladas anteriormente no son sino hechos fortuitos, y que el verdadero destino de los números primos es quedarse solos. Pero cuando, ya cansados de contar, nos disponemos a dejarlo, topamos de pronto con otros dos gemelos estrechamente unidos. Es convencimiento general entre los matemáticos que, por muy atrás que quede la última pareja, siempre acabará apareciendo otra, aunque hasta ese momento nadie pueda predecir dónde.

6 de octubre de 2013

Puzzle, Flavia Ricci

Palabras que caen sobre sonrisas, abrazos sobre miradas
Todo va poniéndose en su lugar poco a poco
Mientras vos vas regresando y yo puedo decir que no,
no más
Vas queriendo llamar mi atención cuando miro hacia otro lado
Corrés, aunque yo vuelvo a caminar
Los cimientos demuestran su fortaleza
responden en el momento justo
No necesito correr
No necesito llamar tu atención
Los cimientos están fuertes
Las piezas que no encontraba
poco a poco van apareciendo
aunque las hayas escondido algún día
se dibujan con claridad
y las palabras caen sobre sonrisas
los abrazos sobre las miradas
los cimientos dispuestos a seguir construyendo
sin grietas
No hay una nómade nocturna esta vez
Es tiempo de volver
es tiempo de encuentros
es octubre.
No hay nada en vos que me interese
No es necesario que te maquilles una vez más.


1 de octubre de 2013

Flecha, Flavia Ricci

"¿Y quién es aquel que os podrá hacer daño, 
si vosotros seguís el bien" (1 P. 3.13)

Voy quitando el velo poco a poco y entra la justicia a mi vida.
Voy separando de a poco y con cierto temor la verdad de la realidad
Ahora que lo veo todo claro
que casi me quema los ojos la verdad
la que vi enseguida
la que quise ocultar
hasta de mí
para defenderte
para defendernos
incluso en mi contra
voy quitándome poco a poco la flecha venenosa que me clavaste
cuando yo sonreía pensando que esto que era realidad era verdad
y arde
y quema
pero poco a poco
está cicatrizando ...

Vuela el Dragón de Fuego ...


30 de septiembre de 2013

Duodécima poesía vertical, R. Juarroz

Aprender a descender escalón por escalón 
y detenerse en cada uno, 
para mirar desde cada uno el horizonte, 
no el siguiente escalón. 

Sólo así no rodaremos: 
cada horizonte nos sostendrá hasta el siguiente. 

Y al bajar al último escalón, 
aunque ya no necesitemos horizontes, 
el último suavizará el descenso, 
la bajada de quien prefirió otear los horizontes 
antes que vigilar cada paso hacia abajo 
por temor a caer. 

Sólo las miradas más largas 
pueden abarcar lo más próximo. 

12 de septiembre de 2013

No te rindas, Mario Benedetti

No te rindas, aún estás a tiempo
De alcanzar y comenzar de nuevo,
Aceptar tus sombras,
Enterrar tus miedos,
Liberar el lastre,
Retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
Continuar el viaje,
Perseguir tus sueños,
Destrabar el tiempo,
Correr los escombros,
Y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se esconda,
Y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma
Aún hay vida en tus sueños.
Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo
Porque lo has querido y porque te quiero
Porque existe el vino y el amor, es cierto.
Porque no hay heridas que no cure el tiempo.
Abrir las puertas,
Quitar los cerrojos,
Abandonar las murallas que te protegieron,
Vivir la vida y aceptar el reto,
Recuperar la risa,
Ensayar un canto,
Bajar la guardia y extender las manos
Desplegar las alas
E intentar de nuevo,
Celebrar la vida y retomar los cielos.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se ponga y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma,
Aún hay vida en tus sueños
Porque cada día es un comienzo nuevo,
Porque esta es la hora y el mejor momento.
Porque no estás solo, porque yo te quiero.

11 de septiembre de 2013

Después, ahora y todavía; Flavia Ricci

Es después, después, y después. El ahora es después, después de vos. Nado alejándome sin mirar atrás en el mundo del después, que es mi ahora, que es ahora. Y vos tratándome de hacer volver, con tu todavía, con tu ahora, ahora todavía en plural. Y yo pienso en mí, primera persona del singular, despegada y habiéndote soltado para siempre. Recordándote de tanto en tanto. Nado hacia el ahora, después del después. Después de vos, que jamás vas a ser mi ahora todavía, no más.

9 de septiembre de 2013

Entrada triunfal, Flavia Ricci

En algún momento de nuestra vida sentimos que la mirada de esa persona se clava en nosotros. Y que toda su atención confluye allí. En algún momento de nuestra vida la cornisa se transforma en planicie y podemos ver más allá. En algún momento de nuestra vida todos los satélites confluyen en un planeta y giran a su alrededor. En algún momento de nuestra vida tenemos la posibilidad de hacer la entrada triunfal en la vida de una persona y hasta quizás le abramos de par en par las puertas de la nuestra. En algún momento de nuestras vidas un café se transforma en un llamado y un llamado en una cena y una cena en un amanecer. Y es real. Y es verdadero. Simplemente es.

7 de septiembre de 2013

Fonética, Flavia Ricci

Enfrentar, afrontar, mirar a los ojos, fijarlos y poder seguir. Avanzar. Su nombre se pronunciaba exactamente igual como el de aquella persona que no quería nombrar. Fonética irreductible, sonidos indómitos. Recuerdos tramposos. Las dos personas, pretérito y presente, se convirtieron en innombrables. De momento la fonética marcaba ruido, y no sonido. Por el momento, prefería no mencionar su nombre.

3 de septiembre de 2013

Estados, Flavia Ricci

Estado 1

Me preguntó mi estado civil y dije "cazada". El empleado no reparó en la diferencia fonética, así que escribió "casada". Lo corregí: "cazada, con zeta. Fui una presa para él. Cazada, poné cazada con zeta por favor".

Estado 2

Tus cuernos me queman, me arden, por dentro. No son de esos cuernos que se llevan encima, son de esos nefastos que se clavan por la espalda, que no esperás, que en definitiva te desarman. Me mentiste tanto, tanto, que hasta me dijiste "te amo".

Estado 3

Él esperaba que me creyera eso de que el vino que había comprado era de una bodega boutique. Recibí el vino, lo abrí y me quedó clarísimo que además de mentiroso, era un avaro. Ni buen gusto, ni descorchar un buen vino porque sí con alguien un fin de semana, por la noche, por el mero gusto de degustar algo bueno y rico. No. Él no era hombre de buen gusto. Y me quedó tan chico que ni cabida le dí. Aburrido. No le hace falta a Cervantes hacer marketing para que sepan que El Quijote, es un buen libro.



29 de agosto de 2013

Empiezan los días, Flavia Ricci

Empiezan los días en que una deja la ventana abierta y la persiana algo baja, como para resguardarse del sol. Empiezan los días en que los atardeceres son más tardíos. Empiezan los días en que llegar a casa es quizás volver a salir después. Empiezan los días en que las caminatas y los encuentros con amigos son excusas para prolongar los días. Empiezan los días en que salimos a ver la luna y nos sentamos horas en el patio a disfrutarla. Empiezan los días de la gente afuera. Empiezan los días del "qué noche hoy ¿no vecino?". Empiezan los días del "qué calor". Empiezan los días de refrescos y cervezas y picadas y asados. Empiezan los días de tomarse todo el sol en la playa. Empiezan los días en que siento necesidad de resumen, de síntesis. En los que miro qué hacía hace un año cuando empezaban estos días, con quién, cómo. Cuáles eran mis expectativas cuando comenzaba este calorcito que invitaba al encuentro, quién me desvelaba con llamados, sonrisas, sueños. Cierro los ojos, con la sensación de que puedo abrir los brazos. De que justo para esta época comencé a perder un año. Y llegará ese día que preferiría olvidar. Y habrá pasado un año. Y quién sabe en dónde estarás. Porque me mentiste tanto, tanto, que hasta llegaste a decirme varias veces "te amo". Hace casi un año cuando empezaban estos días ...

28 de agosto de 2013

Cuadro de una muerte dudosa, V. Kociancich

No se puede vivir en el mundo de lo posible, sin certezas. Lo posible constante enloquece. Por eso vine y por eso me quedo. Me quedo hasta encontrar la explicación que falta o hasta aprender a resignarme.


21 de agosto de 2013

La gente que me gusta, M. Benedetti

Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace. La gente que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su propia realidad. 
Me gusta la gente con capacidad para asumir las consecuencias de sus acciones, la gente que arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño, quien se permite huir de los consejos sensatos dejando las soluciones en manos de nuestro padre Dios.
Me gusta la gente que es justa con su gente y consigo misma, la gente que agradece el nuevo día, las cosas buenas que existen en su vida, que vive cada hora con buen ánimo dando lo mejor de sí, agradecido de estar vivo, de poder regalar sonrisas, de ofrecer sus manos y ayudar generosamente sin esperar nada a cambio.
Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente, pero sin lastimarme ni herirme. La gente que tiene tacto.Me gusta la gente que posee sentido de la justicia.A estos los llamo mis amigos.
Me gusta la gente que sabe la importancia de la alegría y la predica. La gente que mediante bromas nos enseña a concebir la vida con humor. La gente que nunca deja de ser aniñada.Me gusta la gente que con su energía, contagia.
Me gusta la gente sincera y franca, capaz de oponerse con argumentos razonables a las decisiones de cualquiera.Me gusta la gente fiel y persistente, que no desfallece cuando de alcanzar objetivos e ideas se trata.
Me gusta la gente de criterio, la que no se avergüenza en reconocer que se equivocó o que no sabe algo. La gente que, al aceptar sus errores, se esfuerza genuinamente por no volver a cometerlos.La gente que lucha contra adversidades.Me gusta la gente que busca soluciones.
Me gusta la gente que piensa y medita internamente. La gente que valora a sus semejantes no por un estereotipo social ni cómo lucen. La gente que no juzga ni deja que otros juzguen.
Me gusta la gente que tiene personalidad.Me gusta la gente capaz de entender que el mayor error del ser humano, es intentar sacarse de la cabeza aquello que no sale del corazón.La sensibilidad, el coraje, la solidaridad, la bondad, el respeto, la tranquilidad, los valores, la alegría, la humildad, la fe, la felicidad, el tacto, la confianza, la esperanza, el agradecimiento, la sabiduría, los sueños, el arrepentimiento y el amor para los demás y propio son cosas fundamentales para llamarse GENTE.
Con gente como ésa, me comprometo para lo que sea por el resto de mi vida, ya que por tenerlos junto a mí, me doy por bien retribuido.

3 de julio de 2013

El último encuentro, Sándor Márai

“- Que quieres de ese hombre?- pregunto de repente la nodriza.
- La verdad - respondió el general.
- Conoces muy bien la verdad.
- No la conozco - dijo el en voz alta, sin preocuparse por el servicio, que había interrumpido abajo la colocación de las flores y miraba hacia arriba. Volvieron a bajar la mirada inmediatamente, con un gesto mecánico y continuaron con sus quehaceres- La verdad es precisamente lo que no conozco.
- Pero conoces la realidad- observo la nodriza con un tono agudo, casi agresivo.
- La realidad no es lo mismo que la verdad- respondió el general- La realidad son sólo detalles.” 

5 de junio de 2013

A una persona "desconocida", Flavia Ricci

Querida persona desconocida,

Yo, Flavia Ricci, declaro haberme enamorado de usted. Así, de la noche a la mañana y sin saber a ciencia cierta por qué, aunque ya le gustaría que se lo contara y por eso haré un esfuerzo.
Creo que fue su sonrisa la que me conquistó. Y si bien yo no la conocía, usted siempre fue para mí una persona desconocida, su sonrisa casi, casi, me resultó familiar. Su sonrisa y yo fuimos conociéndonos poco a poco hasta hacernos como de la familia. Quizás, seguramente, su sonrisa fue lo que más me gustó siempre de usted, porque cada vez que usted abría la boca por lo general era para decirme algo entre mezquino y durillo.
Pero esa sonrisa hablaba por sí misma.
Cuando la conocí a usted, de forma un poco forzada pero no por ello azarosa, pensé enseguida que si venía naufragando en las aguas de mi entonces amor, quizás con usted podríamos navegar. Piense, con toda mi sinceridad por delante y también con su sonrisa. Pero a cambio recibí toda su desconfianza y malos entendidos, mientras yo intentaba aferrarme a la única balsa que me ofrecía usted: los escasos e inflexibles momentos en que usted y yo estábamos cara a cara.
Bien es cierto que con usted todo es desconcierto, que una no sabe si mandarla a paseo, querida persona desconocida, o aferrarse a usted con ganas y a ojos cerrados y decir “que sea lo que Dios quiera, porque vaya si te quiero”. Pero para no caer en la cursilería preferí callar, al menos callar con usted, incluso callar a la evidencia. Tonta de mí, porque cuando algo es, simplemente hay que dejarlo ser. Incluso sé que debí nadar contracorriente a pesar de sus esquivos abrazos. Pero, ya ve, los años no vienen solos y finalmente decidí que el amor no nace de a una, es una relación de dos personas.
Así es que, querida persona desconocida, si usted hubiera tenido las ganas, diría que si hubiera sido más atrevida allí donde yo le daba cabida, sabría a ciencia cierta que de verdad la quise, cada vez que la abracé. A pesar de no conocerla, porque siempre se esmeró en ser una persona desconocida. Pero llegué a conocerla un poco, y ese poco me dio ganas de conocerla más. Usted, ilusa, desconfiada, poco amada en su vida, siempre creyó que le mentía. Pero, si lo piensa mejor, verá que pocas personas son capaces de salir a decir todo esto que le digo a usted a riesgo de quedarse solas. Sí, yo puedo quedarme sola, querida persona desconocida, pero sepa usted que me quedo con la certeza de haberlo dicho todo, de haber sido sincera y de haber fracasado, como se fracasa a veces en el amor. Yo la quise, la elegí, si supiera cómo y cuánto tiempo la pensé y elegí, hasta que hoy dije basta. Porque me enseñaron de chica que una relación es de a dos. Porque nadé en las aguas de la incerteza. Y porque hoy, supongo que hoy, abrí los ojos para darme cuenta qué pretendo de mi amada persona, de quien me ame. Sencillamente que pueda mirarme a los ojos y me diga lo que siente, que me hable de su vida, de su entorno, y que pueda incluirme en él. Sí, quizás nada de esto haya ocurrido con usted porque sencillamente no me haya querido jamás, no crea que no lo he pensado. Pero quería que supiera, porque ahora no van a caberle dudas, que es a usted a quien le dedico estas líneas. Y a nadie más. No va a saber nada de mí a menos que usted lo desee. No soy de insistir cuando dicen que no quieren. Las cosas que se abren, han de cerrarse y es lo que hice esta noche.
Mi querida desconocida. Un gusto las noches y días de sonrisas y manjares. Espero que la vida le sonría siempre, como usted a veces me sonreía a mí. Generalmente cuando nos veíamos. Y esa sonrisa me acompañaba todo el día, todos los días, hasta que usted se dignaba a verme de nuevo, mi querida persona desconocida.


Suya,

Flavia

27 de mayo de 2013

El sol, Pablo Neruda

A plena luz de sol sucede el día,
el día sol, el silencioso sello
extendido en los campos del camino.

Yo soy un hombre luz, con tanta rosa,
con tanta claridad destinada
que llegaré a morirme de fulgor.

Y no divido el mundo en dos mitades,
en dos esferas negras o amarillas
sino que lo mantengo a plena luz
como una sola uva de topacio.

Hace tiempo, allá lejos,
puse los pies en un país tan claro
que hasta la noche era fosforescente:
sigo oyendo el rumor de aquella luz,
ámbar redondo es todo el cielo:
el azúcar azul sube del mar.

Otra vez, ya se sabe, y para siempre
sumo y agrego luz al patriotismo:
mis deberes son duramente diurnos:
debo entregar y abrir nuevas ventanas,
establecer la claridad invicta
y aunque no me comprendan, continuar
mi propaganda de cristalería
.


14 de mayo de 2013

Vuelo, Flavia Ricci

El Dragón ha cambiado su piel. No sin dolor, no sin preguntas, no sin mirar atrás. Pero ha echado a volar, en solitario, aunque rodeado de afectos. El Dragón abre sus alas, solo. El Dragón escucha, mira, quiere descansar. No es tiempo de sonrisas, no es tiempo de ruidos, ni siquiera de sonidos. El Dragón mira tranquilo, todos los meses hacia atrás. Al Dragón lo protegen, le hablan, lo abrazan. El Dragón suelta, y le duele aunque sea Dragón. El Dragón mira, huele, sueña. Vuela alto, solo. Dragón.

2 de mayo de 2013

Mentiras, Flavia Ricci

Entre una punta y la otra del hilo que voy estirando, hay una distancia crítica que lleno con vos. Como si fueras quien llena esos dos cabos entre las verdades que no cierran. Y aunque te coloco en medio de esos extremos, no puedo decir que con verte se vayan mis dudas. Por eso resumo todo en el silencio, en mirar a lo lejos, en apartar el vacío. Ese hueco que dejan las dudas cuando son casi certezas. Con o sin vos. En mí.

1 de mayo de 2013

Hasta nunca, CC.


Más que escribirle a usted, descargo mi conciencia.
No sabe lo difícil que fue para mí algún día, buscarle, y lo difícil que va a ser ahora, perderlo. Pero no le pediré que se quede, más bien le ruego que se marche lejos, aléjese lo más que pueda de mi presencia. Ahora más que nunca me repugna su sola visión, y no creo que mi corazón resista una noche mas, llena de esta melancolía suya. Si no lo veo sanará mi alma, mi pluma podrá por fin descansar y mi mente estará tranquila. ¿Sabe usted que ya no me alcanzan las páginas? ¿Sabe que se me acaba la tinta en las cartas no enviadas? ¡Cuantas líneas me merecieron sus ojos! ¡Cuántas lágrimas, su mirada!
Por favor procure no herir más mi pecho, no me dé besos de despedida, no me regale su abrazo, no comprometa mi angustia. Váyase lejos, dígame “Adiós”, bese otros labios y no regrese nunca. Yo por mi parte cambiaré de perfume y de canción favorita, dejaré de ser yo, para así dejar de ser suya.
Sobra decirle que solo le deseo un amor inferior al mío, por que como yo, no lo querrá nadie, nunca.
CC.

30 de abril de 2013

La boa y el dragón, Flavia Ricci


Había una vez un dragón, que se lo pasaba volando, surcando los aires. En sus vuelos no dejaba de mirar hacia la Tierra, porque es bien sabido que gracias a ello tenía perfecta noción de su vuelo. De vez en cuando bajaba, estaba un tiempo, reponía energías y volaba nuevamente. Desplegaba sus alas con una energía voraz, llena de vida. Un día conoció a una boa, que lo llenó de fascinación. 
Debido a que la boa no volaba, el dragón pasaba más y más horas en tierra, lejos de sus nubes y de las estrellas. La boa lo fue cercando, pero el dragón muchas veces se escapaba para poder volar y así no perder su naturaleza de dragón. 
A medida que pasaba el tiempo, la boa iba aferrándose al dragón cada vez más, de una forma nociva. La boa maltrataba al dragón cuanto podía, pero con la sutileza necesaria para que éste no huyera, sino todo lo contrario. 
El dragón, de buen corazón, trataba por todos los medios de hacer feliz a la boa. Creyó que la boa se aferraba a él por amor, e intentaba darle más tiempo juntos. El dragón un día llevó a la boa a volar. Porque quería mostrarle su mundo, compartirlo con ella. La montó en su cuerpo de dragón y le mostró esos aires por los que volaba. 
La boa le dijo que era feliz con él, pero una vez en tierra, cercó más al dragón y casi le exigió dejar de volar. El dragón quería volar con ella, pero la boa no quería. No quería que el dragón volara, eso era todo. El dragón se sintió cercado, dañado, lastimado, en su naturaleza de dragón. Pasó largos días solo, incluso aunque estuviera con la boa. Y se dio cuenta de que ello no era amor. La boa continuaba maltratándolo, como si ser feliz fuese un pecado. Nunca estaba conforme, porque en realidad no lo estaba consigo misma. La boa era un ser infeliz.
Un buen día de abril, el dragón fue al borde de la Tierra, miró largamente hacia el cielo, desplegó lentamente las alas, y echó a volar. Dio grandes rodeos por la Tierra, miró a todos los seres que allí quedaban y se dijo para sí que siempre regresaría, una y otra vez para estar con ellos, incluso para llevarlos a volar con él. Pero estaba claro que tenía que alejarse de la boa. Y se dio cuenta, que hasta los dragones de fuego sufren por amor. Y voló lo más lejos que pudo de esa boa nociva.

Dragón de fuego