29 de junio de 2015

Realidad del amor, Coventry Patmore

Camino, confío, con los ojos abiertos;
He recorrido la mitad del terrenal desierto;
Detrás de mis pasos se esconde
Mucha vanidad y algo de remordimiento;
He vivido para sentir el orgullo de los espíritus,
Anclados entre sí como la mano al guante;
Me he sonrojado por el castillo del amor,
Jamás descreí de él, aún sin mi corazón,
Jamás negué al amor, la única cosa mortal
Cuyo valor es eterno, inmortal;
Nunca tuve en cuenta los errores,
Residuos que cantan terrores,
Indignos de una grave canción;
Y el Amor es mi recompensa, por ahora,
Cuando la mayoría de los espectros se quejan,
El mirto florece sobre mi frente,
Y su aroma echa raíces en mi mente.





24 de junio de 2015

Dos palabras, Flavia Ricci

Las mismas palabras rozan a cada una de las personas a tu alrededor, llegan hasta sus oídos, pero vienen a mí. Y yo en cambio cuido de esas dos palabras que únicamente van hacia la persona elegida, lo demás sería un abuso. Palabras sagradas, palabras únicas, para una única persona. Yo, guardiana de ellas, las libero en el momento preciso, cuando extiendo mi mano y nombro. Y vos que en cambio sin nombrar las usás, abusando de su significado, de su resonancia. Sin embargo, usadas hasta el hartazgo, hasta que dejan de significar algo único, aún tienen un peso y una persona hacia quién se dirigen. No creas que las palabras vuelan por los acantilados hacia el mar porque sí. Vuelan en círculos, circundan las arenas, permanecen en la playa. Esa playa precisa desde donde las escucho. Cierro los ojos y vienen a mí. De todos los cuerpos que rozan, vienen a mí. Y yo las tomo con mis manos y las pongo cerca de mis oídos. Palabras precisas. Las mismas palabras que yo guardo tanto. Las mismas palabras que para mí son sagradas, que pronuncio con cautela y certeza a la vez. Las mismas que pronunciadas por vos tantas veces, como porque sí, esperan en la playa cada día. Esperan que extiendas la mano. Esperan que nombres.
Nombrar. Dar entidad. Sacar del anonimato. Nombrar a una persona con las dos mismas palabras que tanto usaste porque sí. Hacer coincidir, cuando cierro los ojos, todo lo que significa esa persona con las palabras que la nombran, solamente dos. Unidas. Y entonces, mis dos palabras sagradas, tus dos palabras tan malgastadas. Las mías tan certeras, las tuyas que cada día, sobrevuelan la playa, la arena, el mar. Y siguen buscando mis manos.











Mujer espejo, Flavia Ricci

Mujer espejo, que sin decirme dijiste y sin nombrarme aparecí, con la fuerza de tu silencio. Mujer espejo, que me remontaste a quince años atrás, la vida da tantas vueltas, tantísimas. Mujer que sella su boca cuando me mira y yo no digo nunca en nombre de los demás. Silencio. Espejos. Sos vos. Soy yo. Mujer. Mujer espejo. Que hace lo mismo que yo, tan previsible, calcada. Espejo que ciega, refleja, muestra. Tu silencio tiene tantas aristas pero una se llama cobardía. Y refleja la mía años atrás. Ahora que aprendí el significado de los sentimientos, callo. Entiendo. Todo. Quizás por eso, mujer espejo, quizás por eso mi mirada te devuelva un respetuoso silencio. 





21 de junio de 2015

El verdadero conocimiento, O. Wilde

Tú que lo sabes todo; sabes que busco en vano
Semillas y tierras para cultivar con certeza,
Pero la tierra es oscura entre la maleza,
Indiferente a la lluvia o lágrimas que derramo.

Tú lo sabes todo; sabes que me siento y espero,
Con las manos frágiles y los ojos ciegos,
Hasta el último pliegue del velo,
Hasta el ocaso de la puerta.

Tú lo sabes todo; sabes de mi vanidad,
Confío en que mi vida no es en vano,
En que algún día nos tomaremos de la mano
En una extraña y divina eternidad.




¿De qué modo te amo?, E. Barret Browning

¿De qué modo te amo? Deja que cuente las formas:
Te amo desde el hondo abismo hasta la región más alta
que mi alma pueda alcanzar, cuando persigo en vano
las fronteras del Ser y la Gracia.

Te amo en el calmo instante de cada día,
con el sol y la tenue luz de la lámpara.
Te amo en libertad, como se aspira al Bien;
Te amo con pureza, como se alcanza la Gloria.

Te amo con la pasión que antes puse
en mis viejos lamentos, con mi fe de niña.
Te amo con la ternura que creí perder
cuando mis santos se desvanecieron.

Te amo con cada frágil aliento,
con cada sonrisa y con cada lágrima de mi ser;
y si Dios así lo desea,
tras la muerte te amaré aun más.




El abismo, K. Mansfield

Un abismo de silencio nos separa

Yo estoy de un lado del abismo - tú del otro -

No puedo verte ni oírte - pero sé que estás allí -

Suelo llamarte por tu nombre infantil

y finjo que el eco de mi grito es tu voz.

Cómo podemos franquear el abismo -nunca hablándonos, tocándonos-

antes pensaba que podríamos llenarlo con nuestras lágrimas,

ahora quiero destrozarlo con nuestra risa.




El encuentro, K. Mansfield

Comenzamos a hablar
Nos miramos; dejamos de mirarnos
Las lágrimas ascendían a mis ojos
Pero no podía llorar
Deseaba tu mano
Pero mi mano temblaba.
No dejabas de contar los días
Para nuestro siguiente encuentro
Pero las dos sentíamos en el corazón
Que nos separábamos para siempre.
El crujido del reloj llenaba la habitación,
Escucha, dije, es tan fuerte
Como el galope de un caballo en un sendero solitario
Así de fuerte - un caballo galopando en la noche.
Me hiciste callar en tus brazos
Pero el sonido del reloj ahogó el latido de nuestros corazones.
Dijiste `No puedo irme: todo lo que vive de mí
Está aquí para siempre'.
Después te fuiste.
El mundo cambió. El ruido del reloj se hizo débil
Se fue perdiendo –se tornó minúsculo-
Susurré en la oscuridad: “Moriré si se detiene”.





15 de junio de 2015

Esto es mi cuerpo, Juan Antonio González Iglesias

Esto es mi cuerpo...
Esto es mi cuerpo. Aquí
coinciden el lenguaje y el amor.
La suma de las líneas
que he escrito ha dibujado
no mi rostro, sino algo más humilde:
mi cuerpo. Esto que tocas es mi cuerpo.
Otro lo dijo
mejor. Esto que tocas
no es un libro, es un hombre.
Yo añado que esto que te toca ahora
es un hombre.
Soy yo, porque no hay
ni una sola sílaba que esté libre de amor,
no hay ni una sola sílaba
que no sea un centímetro
cuadrado de mi piel.
En el poema soy acariciable
no menos que en la noche, cuando tiendo
mi sueño paralelo al sueño que amo.
No mosaico, ni número, ni suma.
No sólo eso.
Esto es una entrega. Soy pequeño
y grande entre tus manos.
Ésta es mi salvación. Éste soy yo.

Este rumor del mundo es el amor.





6 de junio de 2015

Viene llegando, Flavia Ricci

Viene llegando a través del tiempo en que he pedido que llegue, claramente, cuando sea, pero de forma indudable, de repente. Voy viajando, devorando kilómetros, acercándome mientras ella se acerca. Viene llegando esa persona que antes de que nombre, me ha nombrado, que antes que escriba, ha dicho palabras certeras dirigidas a mí, que antes que suenen sonidos de mi parte me los ha obsequiado. Viene llegando, una sonrisa cotidiana, ideas claras, todo en colores. Cierro los ojos y no veo peros. Viene llegando, más allá de mi analfabetismo emocional, alguien que me enseña con abrazos, que trae poesías encima, mundos imaginarios.Y esa noche que avanza y llega el día. Viene llegando, desde lejos hasta mí. Y las dos hacia el mar. Tan distinto, tan de repente. Llana y decidida, viene llegando. Yo, extiendo mi mano y te digo VEN.





4 de junio de 2015

Se fue, Flavia Ricci

Perdón, pero todo aquello se fue
no puedo hacer nada
se fue
Descenso
leo dos palabras
certeras
te llevaste todo
con vos
Me separo
todo aquello se fue
me viene un dolor
quizás de tu ausencia
de esto de sacarte
desde abajo del pecho,
por encima del ombligo
o algo así
Lo único que sé
es que con puntería magistral
te llevaste todo
no puedo hacer nada
te borré.