3 de septiembre de 2013

Estados, Flavia Ricci

Estado 1

Me preguntó mi estado civil y dije "cazada". El empleado no reparó en la diferencia fonética, así que escribió "casada". Lo corregí: "cazada, con zeta. Fui una presa para él. Cazada, poné cazada con zeta por favor".

Estado 2

Tus cuernos me queman, me arden, por dentro. No son de esos cuernos que se llevan encima, son de esos nefastos que se clavan por la espalda, que no esperás, que en definitiva te desarman. Me mentiste tanto, tanto, que hasta me dijiste "te amo".

Estado 3

Él esperaba que me creyera eso de que el vino que había comprado era de una bodega boutique. Recibí el vino, lo abrí y me quedó clarísimo que además de mentiroso, era un avaro. Ni buen gusto, ni descorchar un buen vino porque sí con alguien un fin de semana, por la noche, por el mero gusto de degustar algo bueno y rico. No. Él no era hombre de buen gusto. Y me quedó tan chico que ni cabida le dí. Aburrido. No le hace falta a Cervantes hacer marketing para que sepan que El Quijote, es un buen libro.



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