30 de septiembre de 2013

Duodécima poesía vertical, R. Juarroz

Aprender a descender escalón por escalón 
y detenerse en cada uno, 
para mirar desde cada uno el horizonte, 
no el siguiente escalón. 

Sólo así no rodaremos: 
cada horizonte nos sostendrá hasta el siguiente. 

Y al bajar al último escalón, 
aunque ya no necesitemos horizontes, 
el último suavizará el descenso, 
la bajada de quien prefirió otear los horizontes 
antes que vigilar cada paso hacia abajo 
por temor a caer. 

Sólo las miradas más largas 
pueden abarcar lo más próximo. 

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