22 de noviembre de 2006

Rabia, Flavia Ricci

Ella murió de soledad. No por estar sola, sino por sentirse sola. Pero él, él tuvo una muerte más horrenda. Murió de rabia. Y hasta los perros se asombraron cuando vieron salir las burbujas blancas de su boca y lo escucharon vociferar, entre sollozos e impotencia, su nombre, el de ella.

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