23 de noviembre de 2006

El proceso, Flavia Ricci

El sabía que ella no tenía amigos, lo que no sabía, ni sospechaba, era el por qué. Lo cierto era que tarde o temprano, sus amigos caían enamorados. Ella lo llamaba amor por proximidad, y no le daba mayor importancia, segura de que se les pasaría cuando la proximidad fuese mayor con otra mujer. Así, una vez enamorados, sus amigos y ella misma preferían alejarse, para evitar mayores e innecesarias proximidades. Y ella terminaba por quedarse, de la noche a la mañana, sin uno o varios amigos. Así fue que lo conoció a él, que creyó que ella no tenía (tal vez jamás había tenido) amigos. Todo era un proceso, no un estado. Y de repente en la vida de ella comenzaron a aparecer nuevamente amigos. Lo que para él fue novedad, para ella era parte de un ciclo.
Un día ella lo miró a los ojos y le preguntó si él no tenía amigas. Y él le dijo que no. Ella regresó a su casa y, por primera vez, tardó casi toda la noche en conciliar el sueño.

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