Caminar a miles de kilómetros. Acá mismo es de día y miro desde la senda peatonal, en el medio de la avenida, cómo avanzan los coches frente a mí. Pienso que en Argentina mis padres seguramente duermen. A miles de kilómetros de donde crecí nadie sabe nada: de mis caminatas, de mis sueños ni temores. A miles de kilómetros puedo pisar llanura o cornisa. Me voy, huyo, cambio, jamás regreso. No sé qué pasará a miles de kilómetros si alguna vez me caigo.
Lejos.
16 de noviembre de 2019
10 de diciembre de 2018
Niña que escapa, Flavia Ricci
"Durante años he huido sin saber de qué. Creí que, si corría más que el horizonte, las sombras del pasado se apartarían de mi camino (...) Comprendí que ya no podía ni quería huir más. Había vuelto a casa"
La niña que escapa tiene siempre alguien que la busca. Escapa hacia cualquier sitio porque lleva red de contención. La niña que escapa se va debajo de la cama, lejos con su mente. La niña crece y escapa lejos, tiene siempre alguien que conoce, que la busca, que la encuentra. Pero la niña se esconde. O se va. La niña más grande estudia, planifica y vuela. La joven se queda con la mente en blanco. A veces enmudece con palabras específicas que ni ella conoce. Pero suele escuchar. Plaf: muda. La joven y la niña se mezclan y ellas en una siguen huyendo, siempre hay alguien que la busca. La joven se deja encontrar. Y madura de repente con su propia descendencia. La joven cree que su hija es su motivo para no huir más. La joven madre permanece. Crece en esa confianza. Hasta que su hija huye. Una y otra vez. Huye. Huye. Se marcha sin avisar ¿Quién la espera que huye tan convencida? ¿Quién es mejor que su madre? Se pregunta ella. Su hija opta por irse, por huir ¿a dónde puedo ir a buscarte? ¿a dónde? La joven madre, ya más grande, se ha quedado sola, sin motivos que la hagan permanecer. Y un día enmudece. Para siempre. Se le han atorado todas las palabras que la vida no le dio la oportunidad de decirle a su hija. Y comienza a deambular por ahí, muda. Con la esperanza de ver a su hija aunque sea unos segundos. En cualquier parte. Solo eso. Aquella que permanecía, que tenía la certeza de acostarse y levantase con su hija, ha muerto. Ahora vaga sola, deambula, sin red de contención. Sin nada.
23 de junio de 2018
Pequeñas conquistas del espacio físico, Flavia Ricci
Tus dedos rozando apenas el mío
Un susurro en mi oído una noche de jazz
Tu mirada atenta a lo que hacía
La sola posibilidad de encontrarte
Las invitaciones a las que me decías que sí
Una cena pensada hacía meses
Las caminatas con aroma a mar
Escribirte y ver tu nombre en la respuesta
Que alguien te nombrara y no me fuese indiferente
Tu presencia, que ponía en segundo plano a todo lo demás
Pequeñas conquistas del espacio físico
'Una tendría que salir a conquistar a la otra de esta forma siempre', te dije hace unos días
Con esa especie de extrañamiento
Ese afán de conquista paulatina
Y esa felicidad por ese pequeño paso dado
Una vez, hace dos meses, comencé a abrazarte
Y cada gesto tuyo es una conquista que revisito y vuelvo a descubrir
Una vez, aquella, hubo una pequeña conquista de nuestro espacio físico común
Y nunca más me alejé de vos.
Un susurro en mi oído una noche de jazz
Tu mirada atenta a lo que hacía
La sola posibilidad de encontrarte
Las invitaciones a las que me decías que sí
Una cena pensada hacía meses
Las caminatas con aroma a mar
Escribirte y ver tu nombre en la respuesta
Que alguien te nombrara y no me fuese indiferente
Tu presencia, que ponía en segundo plano a todo lo demás
Pequeñas conquistas del espacio físico
'Una tendría que salir a conquistar a la otra de esta forma siempre', te dije hace unos días
Con esa especie de extrañamiento
Ese afán de conquista paulatina
Y esa felicidad por ese pequeño paso dado
Una vez, hace dos meses, comencé a abrazarte
Y cada gesto tuyo es una conquista que revisito y vuelvo a descubrir
Una vez, aquella, hubo una pequeña conquista de nuestro espacio físico común
Y nunca más me alejé de vos.
7 de mayo de 2018
Carta de creencia, Octavio Paz
CARTA DE CREENCIA
CANTANTA
1
Entre la noche y el día
hay un territorio indeciso.
No es luz ni sombra:
es tiempo.
Hora, pausa precaria,
página que se obscurece,
página en la que escribo,
despacio, estas palabras.
La tarde
es una brasa que se consume.
El día gira y se deshoja.
Lima los confines de las cosas
un río obscuro.
Terco y suave
las arrastra, no sé adónde.
La realidad se aleja.
Yo escribo:
hablo conmigo
—hablo contigo.
Quisiera hablarte
como hablan ahora,
casi borrados por las sombras
el arbolito y el aire;
como el agua corriente,
soliloquio sonámbulo;
como el charco callado,
reflector de instantáneos simulacros;
como el fuego:
lenguas de llama, baile de chispas,
cuentos de humo.
Hablarte
con palabras visibles y palpables,
con peso, sabor y olor
como las cosas.
Mientras lo digo
las cosas, imperceptiblemente,
se desprenden de sí mismas
y se fugan hacia otras formas,
hacia otros nombres.
Me quedan
estas palabras: con ellas te hablo.
Las palabras son puentes.
También son trampas, jaulas, pozos.
Yo te hablo: tú no me oyes.
No hablo contigo:
hablo con una palabra,
Esa palabra eres tú,
esa palabra
te lleva de ti misma a ti misma.
La hicimos tú, yo, el destino.
La mujer que eres
es la mujer a la que hablo:
estas palabras son tu espejo,
eres tú misma y el eco de tu nombre.
Yo también,
al hablarte,
me vuelvo un murmullo,
aire y palabras, un soplo,
un fantasma que nace de estas letras.
Las palabras son puentes:
la sombra de las colinas de Meknès
sobre un campo de girasoles estáticos
es un golfo violeta.
Son las tres de la tarde,
tienes nueve años y te has adormecido
entre los brazos frescos de la rubia mimosa.
Enamorado de la geometría
un gavilán dibuja un círculo.
Tiembla en el horizonte
la mole cobriza de los cerros.
Entre peñascos vertiginosos
los cubos blancos de un poblado.
Una columna de humo sube del llano
y poco a poco se disipa, aire en el aire,
como el canto del muecín
que perfora el silencio, asciende y florece
en otro silencio.
Sol inmóvil,
inmenso espacio de alas abiertas;
sobre llanuras de reflejos
la sed levanta alminares transparentes.
Tú no estás dormida ni despierta:
tú flotas en un tiempo sin horas.
Un soplo apenas suscita
remotos países de menta y manantiales.
Déjate llevar por estas palabras
hacia ti misma.
hay un territorio indeciso.
No es luz ni sombra:
es tiempo.
Hora, pausa precaria,
página que se obscurece,
página en la que escribo,
despacio, estas palabras.
La tarde
es una brasa que se consume.
El día gira y se deshoja.
Lima los confines de las cosas
un río obscuro.
Terco y suave
las arrastra, no sé adónde.
La realidad se aleja.
Yo escribo:
hablo conmigo
—hablo contigo.
Quisiera hablarte
como hablan ahora,
casi borrados por las sombras
el arbolito y el aire;
como el agua corriente,
soliloquio sonámbulo;
como el charco callado,
reflector de instantáneos simulacros;
como el fuego:
lenguas de llama, baile de chispas,
cuentos de humo.
Hablarte
con palabras visibles y palpables,
con peso, sabor y olor
como las cosas.
Mientras lo digo
las cosas, imperceptiblemente,
se desprenden de sí mismas
y se fugan hacia otras formas,
hacia otros nombres.
Me quedan
estas palabras: con ellas te hablo.
Las palabras son puentes.
También son trampas, jaulas, pozos.
Yo te hablo: tú no me oyes.
No hablo contigo:
hablo con una palabra,
Esa palabra eres tú,
esa palabra
te lleva de ti misma a ti misma.
La hicimos tú, yo, el destino.
La mujer que eres
es la mujer a la que hablo:
estas palabras son tu espejo,
eres tú misma y el eco de tu nombre.
Yo también,
al hablarte,
me vuelvo un murmullo,
aire y palabras, un soplo,
un fantasma que nace de estas letras.
Las palabras son puentes:
la sombra de las colinas de Meknès
sobre un campo de girasoles estáticos
es un golfo violeta.
Son las tres de la tarde,
tienes nueve años y te has adormecido
entre los brazos frescos de la rubia mimosa.
Enamorado de la geometría
un gavilán dibuja un círculo.
Tiembla en el horizonte
la mole cobriza de los cerros.
Entre peñascos vertiginosos
los cubos blancos de un poblado.
Una columna de humo sube del llano
y poco a poco se disipa, aire en el aire,
como el canto del muecín
que perfora el silencio, asciende y florece
en otro silencio.
Sol inmóvil,
inmenso espacio de alas abiertas;
sobre llanuras de reflejos
la sed levanta alminares transparentes.
Tú no estás dormida ni despierta:
tú flotas en un tiempo sin horas.
Un soplo apenas suscita
remotos países de menta y manantiales.
Déjate llevar por estas palabras
hacia ti misma.
2
Las palabras son inciertas
y dicen cosas inciertas.
Pero digan esto o aquello,
nos dicen.
Amor es una palabra equívoca,
como todas.
No es palabra,
dijo el Fundador:
es visión,
comienzo y corona
de la escala de la contemplación
—y el florentino:
es un accidente
—y el otro:
no es la virtud
pero nace de aquello que es la perfección
—y los otros:
una fiebre, una dolencia,
un combate, un frenesí, un estupor,
una quimera.
El deseo lo inventa,
lo avivan ayunos y laceraciones,
los celos lo espolean,
la costumbre lo mata.
Un don,
una condena.
Furia, beatitud.
Es un nudo: vida y muerte.
Una llaga
que es rosa de resurrección.
Es una palabra:
al decirla, nos dice.
El amor comienza en el cuerpo
¿dónde termina?
Si es fantasma,
encarna en un cuerpo;
si es cuerpo,
al tocarlo se disipa.
Fatal espejo:
la imagen deseada se desvanece,
tú te ahogas en tus propios reflejos.
Festín de espectros.
Aparición:
el instante tiene cuerpo y ojos,
me mira.
Al fin la vida tiene cara y nombre.
Amar:
hacer de un alma un cuerpo,
hacer de un cuerpo un alma,
hacer un tú de una presencia.
Amar:
abrir la puerta prohibida,
pasaje
que nos lleva al otro lado del tiempo.
Instante:
reverso de la muerte,
nuestra frágil eternidad.
Amar es perderse en el tiempo,
ser espejo entre espejos.
Es idolatría:
endiosar una criatura
y a lo que es temporal llamar eterno.
Todas las formas de carne
son hijas del tiempo,
simulacros.
El tiempo es el mal,
el instante
es la caída;
amar es despeñarse:
caer interminablemente,
nuestra pareja
es nuestro abismo.
El abrazo:
jeroglífico de la destrucción.
Lascivia: máscara de la muerte.
Amar: una variación,
apenas un momento
en la historia de la célula primigenia
y sus divisiones incontables.
Eje
de la rotación de las generaciones.
Invención, transfiguración:
la muchacha convertida en fuente,
la cabellera en constelación,
en isla la mujer dormida.
La sangre:
música en el ramaje de las venas;
el tacto:
luz en la noche de los cuerpos.
Trasgresión
de la fatalidad natural,
bisagra
que enlaza destino y libertad,
pregunta
grabada en la frente del deseo:
¿accidente o predestinación?
Memoria, cicatriz:
—¿de dónde fuimos arrancados?,
memoria: sed de presencia,
querencia
de la mitad perdida.
El Uno
es el prisionero de sí mismo,
es,
solamente es,
no tiene memoria,
no tiene cicatriz:
amar es dos,
siempre dos,
abrazo y pelea,
dos es querer ser uno mismo
y ser el otro, la otra;
dos no reposa,
no está completo nunca,
gira
en torno a su sombra,
busca
lo que perdimos al nacer;
la cicatriz se abre:
fuente de visiones;
dos: arco sobre el vacío,
puente de vértigos;
dos:
Espejo de las mutaciones.
y dicen cosas inciertas.
Pero digan esto o aquello,
nos dicen.
Amor es una palabra equívoca,
como todas.
No es palabra,
dijo el Fundador:
es visión,
comienzo y corona
de la escala de la contemplación
—y el florentino:
es un accidente
—y el otro:
no es la virtud
pero nace de aquello que es la perfección
—y los otros:
una fiebre, una dolencia,
un combate, un frenesí, un estupor,
una quimera.
El deseo lo inventa,
lo avivan ayunos y laceraciones,
los celos lo espolean,
la costumbre lo mata.
Un don,
una condena.
Furia, beatitud.
Es un nudo: vida y muerte.
Una llaga
que es rosa de resurrección.
Es una palabra:
al decirla, nos dice.
El amor comienza en el cuerpo
¿dónde termina?
Si es fantasma,
encarna en un cuerpo;
si es cuerpo,
al tocarlo se disipa.
Fatal espejo:
la imagen deseada se desvanece,
tú te ahogas en tus propios reflejos.
Festín de espectros.
Aparición:
el instante tiene cuerpo y ojos,
me mira.
Al fin la vida tiene cara y nombre.
Amar:
hacer de un alma un cuerpo,
hacer de un cuerpo un alma,
hacer un tú de una presencia.
Amar:
abrir la puerta prohibida,
pasaje
que nos lleva al otro lado del tiempo.
Instante:
reverso de la muerte,
nuestra frágil eternidad.
Amar es perderse en el tiempo,
ser espejo entre espejos.
Es idolatría:
endiosar una criatura
y a lo que es temporal llamar eterno.
Todas las formas de carne
son hijas del tiempo,
simulacros.
El tiempo es el mal,
el instante
es la caída;
amar es despeñarse:
caer interminablemente,
nuestra pareja
es nuestro abismo.
El abrazo:
jeroglífico de la destrucción.
Lascivia: máscara de la muerte.
Amar: una variación,
apenas un momento
en la historia de la célula primigenia
y sus divisiones incontables.
Eje
de la rotación de las generaciones.
Invención, transfiguración:
la muchacha convertida en fuente,
la cabellera en constelación,
en isla la mujer dormida.
La sangre:
música en el ramaje de las venas;
el tacto:
luz en la noche de los cuerpos.
Trasgresión
de la fatalidad natural,
bisagra
que enlaza destino y libertad,
pregunta
grabada en la frente del deseo:
¿accidente o predestinación?
Memoria, cicatriz:
—¿de dónde fuimos arrancados?,
memoria: sed de presencia,
querencia
de la mitad perdida.
El Uno
es el prisionero de sí mismo,
es,
solamente es,
no tiene memoria,
no tiene cicatriz:
amar es dos,
siempre dos,
abrazo y pelea,
dos es querer ser uno mismo
y ser el otro, la otra;
dos no reposa,
no está completo nunca,
gira
en torno a su sombra,
busca
lo que perdimos al nacer;
la cicatriz se abre:
fuente de visiones;
dos: arco sobre el vacío,
puente de vértigos;
dos:
Espejo de las mutaciones.
3
Amor, isla sin horas,
isla rodeada de tiempo,
claridad
sitiada de noche.
Caer
es regresar,
caer es subir.
Amar es tener ojos en las yemas,
palpar el nudo en que se anudan
quietud y movimiento.
El arte de amar
¿es arte de morir?
Amar
es morir y revivir y remorir:
es la vivacidad.
Te quiero
porque yo soy mortal
y tú lo eres.
El placer hiere,
la herida florece.
En el jardín de las caricias
corté la flor de sangre
para adornar tu pelo.
La flor se volvió palabra.
La palabra arde en mi memoria.
Amor:
reconciliación con el Gran todo
y con los otros,
los diminutos todos
innumerables.
Volver al día del comienzo.
Al día de hoy.
La tarde se ha ido a pique.
Lámparas y reflectores
perforan la noche.
Yo escribo:
hablo contigo:
hablo conmigo.
Con palabras de agua, llama, aire y tierra
inventamos el jardín de las miradas.
Miranda y Fernand se miran,
interminablemente, en los ojos
—hasta petrificarse.
Una manera de morir
como las otras.
En la altura
las constelaciones escriben siempre
la misma palabra;
nosotros,
aquí abajo, escribimos
nuestros nombres mortales.
La pareja
es pareja porque no tiene Edén.
Somos los expulsados del Jardín,
estamos condenados a inventarlo
y cultivar sus flores delirantes,
joyas vivas que cortamos
para adornar un cuello.
Estamos condenados
a dejar el Jardín:
delante de nosotros
está el mundo.
isla rodeada de tiempo,
claridad
sitiada de noche.
Caer
es regresar,
caer es subir.
Amar es tener ojos en las yemas,
palpar el nudo en que se anudan
quietud y movimiento.
El arte de amar
¿es arte de morir?
Amar
es morir y revivir y remorir:
es la vivacidad.
Te quiero
porque yo soy mortal
y tú lo eres.
El placer hiere,
la herida florece.
En el jardín de las caricias
corté la flor de sangre
para adornar tu pelo.
La flor se volvió palabra.
La palabra arde en mi memoria.
Amor:
reconciliación con el Gran todo
y con los otros,
los diminutos todos
innumerables.
Volver al día del comienzo.
Al día de hoy.
La tarde se ha ido a pique.
Lámparas y reflectores
perforan la noche.
Yo escribo:
hablo contigo:
hablo conmigo.
Con palabras de agua, llama, aire y tierra
inventamos el jardín de las miradas.
Miranda y Fernand se miran,
interminablemente, en los ojos
—hasta petrificarse.
Una manera de morir
como las otras.
En la altura
las constelaciones escriben siempre
la misma palabra;
nosotros,
aquí abajo, escribimos
nuestros nombres mortales.
La pareja
es pareja porque no tiene Edén.
Somos los expulsados del Jardín,
estamos condenados a inventarlo
y cultivar sus flores delirantes,
joyas vivas que cortamos
para adornar un cuello.
Estamos condenados
a dejar el Jardín:
delante de nosotros
está el mundo.
Coda
Tal vez amar es aprender
a caminar por este mundo.
Aprender a quedarnos quietos
como el tilo y la encina de la fábula.
Aprender a mirar.
Tu mirada es sembradora.
Plantó un árbol.
Yo hablo
porque tú meces los follajes.
a caminar por este mundo.
Aprender a quedarnos quietos
como el tilo y la encina de la fábula.
Aprender a mirar.
Tu mirada es sembradora.
Plantó un árbol.
Yo hablo
porque tú meces los follajes.
13 de agosto de 2017
Un amor indeciso, Dulce M. Loynaz
Un amor indeciso se ha acercado a mi puerta…
Y no pasa; y se queda frente a la puerta abierta.
Y el amor no responde, no saluda, no pasa…
Venía ya la noche… Y con la noche vino.
¿Qué palabra no dice, qué nombre no me nombra?…
se le quedó en el fondo de los ojos cerrado?
es del color del viento, de la huella que un ave
los ojos neblinosos aun de Lázaro… Vienes
de los ebrios, los locos… ¡Y los resucitados!
que huele las naranjas y que las rosas muerde…,
Que esconde estrellas nuevas en la ceniza vieja…
que el mañana es tan sólo el hoy muerto… El cadáver
Un amor indeciso se ha dormido a mi puerta…
Yo le digo al amor: -¿Que te trae a mi casa?
Es un amor pequeño que perdió su camino:
¡Qué amor tan pequeñito para andar con la sombra!…
¿Qué deja ir o espera? ¿Qué paisaje apretado
Este amor nada dice… Este amor nada sabe:
deja en el viento… -Amor semi-despierto, tienes
de una sombra a otra sombra con los pasos trocados
Extraño amor sin rumbo que me gana y me pierde,
Que todo lo confunde, lo deja… ¡Y no lo deja!
Y no sabe morir ni vivir: Y no sabe
futuro de este hoy claro, de esta hora cierta…
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decepción.,
desamor,
indecisos
30 de abril de 2017
El vino que yace en la copa, Flavia Ricci
De las charlas, de observarte, de la noche, de los recuerdos. Vinos que se abren, porque viniste. De las comidas, de las sonrisas, de poder decir sin temor, de poder desnudarme sin abandonos, de copas que se rozan en un brindis. De ganas de bailar. De Física, de Química, de sentirte como una columna: ahí firme. De las convicciones. De todo por delante, y también de los recuerdos que bailan en la memoria sin dar tregua al olvido. De la comprensión. De abrir los ojos.
Deshago el camino que hice al despedirte y miro todo como por primera vez. De vinos abiertos y por abrir.
Tomo a la mañana siguiente esa copa: miro el vino que yace en la copa. Lo bebo. Cierro los ojos. Dicen que el aire le da otro sabor al vino, yo creo que es el tiempo y la compañía. El vino que yace en la copa. La copa que acoge al vino, con una marca que fija el límite. Hasta dónde bebimos. Hasta dónde dejamos de beber. Hasta dónde quedó allí el vino y hasta dónde hoy sabe diferente. El vino que yace en la copa al día siguiente. En una especie de desuso. Vino que marca en esa copa hasta dónde.
Vino. Del verbo venir.
Deshago el camino que hice al despedirte y miro todo como por primera vez. De vinos abiertos y por abrir.
Tomo a la mañana siguiente esa copa: miro el vino que yace en la copa. Lo bebo. Cierro los ojos. Dicen que el aire le da otro sabor al vino, yo creo que es el tiempo y la compañía. El vino que yace en la copa. La copa que acoge al vino, con una marca que fija el límite. Hasta dónde bebimos. Hasta dónde dejamos de beber. Hasta dónde quedó allí el vino y hasta dónde hoy sabe diferente. El vino que yace en la copa al día siguiente. En una especie de desuso. Vino que marca en esa copa hasta dónde.
Vino. Del verbo venir.
Etiquetas:
felicidad.,
Tres Arroyos,
vino
19 de abril de 2017
Dentro, Flavia Ricci
Desde que te conocí todo en mi vida sigue su curso. Nada ha cambiado. Excepto que me lo paso pensando en vos. Eso, y todos sus derivados, es lo que cambió. Por lo demás todo sigue igual. Pero vos, únicamente vos, mágicamente vos, dentro muy dentro de mí. Cada día.
Etiquetas:
abrazos,
amor,
Mar del Plata,
Tres Arroyos.
23 de febrero de 2017
Y no quiero que ocurra nada, T. Anguera
Te pienso
y el tiempo se para en algo tan ligero
como el gesto de la marquesa dándome sombra en la tarde.
y crezco
y no quiero que ocurra nada
y no me muevo
y no pregunto
y amo el momento
y todo es calma.
Como en el bolero, T. Anguera
Pronuncias palabras delicadas:
mar, levante, arena, cuerpo, ola…
mis dedos enloquecen,
y las transcriben literalmente
en el paisaje que me muestras.
posteriormente, inventas algún verbo nuevo
y me invade la necesidad de descifrarlo.
la inspiración sale de tu boca.
a toda prisa, como en el bolero,"lo dejo todo"
y voy, sin que tengas que decirme, ven.
You were the moonshine of my life, C. Callejo
Yo quiero ser la luna y renunciar al brillo
para poder tener caras ocultas
en las que refugiarme.
para poder tener caras ocultas
en las que refugiarme.
O para que los días alumbren
cada noche mi cuerpo.
Pero también querría ser,
al menos una noche,
la luna para agitar
tus mareas de dentro.
Para poder (ad)mirar la inmensidad
de los mares que guardas
estrellándose sin control sobre las rocas
sabiendo que, de algún modo,
a pesar de la distancia,
esa belleza
también
fue culpa mía.
cada noche mi cuerpo.
Pero también querría ser,
al menos una noche,
la luna para agitar
tus mareas de dentro.
Para poder (ad)mirar la inmensidad
de los mares que guardas
estrellándose sin control sobre las rocas
sabiendo que, de algún modo,
a pesar de la distancia,
esa belleza
también
fue culpa mía.
Si no saben volar pierden el tiempo conmigo, C. Callejo
Le digo que la quiero y me pregunta
"Qué significa eso para ti?"
"Qué significa eso para ti?"
Yo intento responder.
Pero una bandada de pájaros furiosos
sale volando desde el fondo de sus ojos
directa
a mi garganta.
sale volando desde el fondo de sus ojos
directa
a mi garganta.
Y quiero decirle
que quiero esta magia cada día en mi vida .
que quiero esta magia cada día en mi vida .
Y que no soy yo quien tiembla,
sino mi mundo entero
cada vez que me aprieta contra su pecho
en medio de la noche.
sino mi mundo entero
cada vez que me aprieta contra su pecho
en medio de la noche.
Y que no es casualidad
que cuando camino a su lado
el mundo se nos llene de pájaros
que deciden aterrizar en mi piel
que cuando camino a su lado
el mundo se nos llene de pájaros
que deciden aterrizar en mi piel
porque es cuando me coge de la mano
que la carne se me empieza a llenar de alas.
que la carne se me empieza a llenar de alas.
Y entiendo entonces
que solo puede andar entre las nubes
aquel que sabe volar a ras de suelo.
Y que ella puede.
que solo puede andar entre las nubes
aquel que sabe volar a ras de suelo.
Y que ella puede.
Y que no existe el miedo si mis precipicios
empiezan a tomar la forma de su cuerpo.
empiezan a tomar la forma de su cuerpo.
Y quiero decirle todo lo que las palabras no podrán contarle nunca.
Pero la miro.
-Como se mira a lo inalcanzable cuando nos roza por primera vez-.
Y callo.
Porque no hay silencio más hermoso
que este que viene cada noche
a bailar al compás de su respiración
a ras de mi piel
cuando las yemas de sus dedos
buscan mi cuerpo entre la oscuridad
para trazar en él
dibujos imposibles.
que este que viene cada noche
a bailar al compás de su respiración
a ras de mi piel
cuando las yemas de sus dedos
buscan mi cuerpo entre la oscuridad
para trazar en él
dibujos imposibles.
Y supongo que no se quedará conmigo,
pero quién quiere futuros
cuando el presente está tan repleto de infinitos.
pero quién quiere futuros
cuando el presente está tan repleto de infinitos.
Cuando su piel aquí.
Llenándome la sábana de plumas.
Llenándome la sábana de plumas.
No hay altura en el cielo que pueda competir con este vértigo.
Etiquetas:
amor,
ingenuidad.,
pasión,
sinceridad,
vida
4 de febrero de 2017
El amor del lobo y otros remordimientos, H. Cixous
Para nosotros, comer y ser comidos pertenece al terrible secreto del amor. Sólo queremos a la persona que podemos devorar. A la persona que amamos sólo soñamos en comérnosla. Es una historia bellísima, la del propio tormento. Porque amar es querer y poder comer y detenerse en el límite. En el mínimo latido entre el brinco y el acecho brota el miedo. El brinco estaba ya en los aires. El corazón se detiene. El corazón arranca de nuevo. Todo en el amor está vuelto hacia esta absorción. Al mismo tiempo, el verdadero amor es un no-tocar, pero casi-tocar de todos modos. Devórame, amor mío, de lo contrario te devoraré. El miedo a comer, el miedo de lo comible, el miedo de aquél de ambos que se siente amado, deseado, que quiere ser amado, deseado, que desea ser deseado, que sabe que no hay mayor prueba de amor que el apetito del otro, que se muere de ganas de ser comido y se muere de miedo ante la idea de ser comido, que dice o no dice, pero significa: te lo suplico, devórame. Quiéreme hasta el tuétano. Y sin embargo arréglatelas para dejarme vivir. Pero a menudo se transpone, porque se sabe que el otro no devorará finalmente, y se dice: muérdeme. Firma mi muerte con tus dientes.
30 de octubre de 2016
Listas, Flavia Ricci
Ella prepara listas previas para mostrarme su ciudad. Ella elabora salidas. Y entonces las mañanas quedan pobladas de museos, parques, sol, de café y caminatas. Y nunca falta el río, que no es necesario explicar. Porque yo me escapo de su mano y sus listas caminando despacito por su calle empedrada. Y llego, siempre con su mano con la mía, hasta ver esa inmensidad que me da paz. Y permanezco, como se permanece cuando una está segura. Miro hacia las islas y permanezco casi hipnotizada. Y quizás me escape de esa lista que ella ha elaborado. O se nos haga tarde para. Pero entonces, siempre de su mano, camino bordeando el río, mirándola. Y subo las escaleras de ese parque. Escaleras infinitas. Y vuelvo a mirar el río por detrás de su cara. Y llegamos a los silos. Y quizás tomemos algo. Y recuerdo la primera vez que me habló de esos túneles. O de Pichincha. O que fuimos a La Florida. O de nuestro bar. Intento seguir su lista de lugares mágicos por descubrir. O revisitar. Pero es tanto lo que siento cuando ella está junto al río, conmigo, que me detengo en ese tiempo que parece infinito. Pero ella prepara listas. Y a veces me dice que cuando marcho nos faltó recorrer esto o aquello. Y yo la miro, casi sonriendo. Y siento que con tanto por delante, lo nuestro es tranquilo y convincente como el río, que a nuestro lado, fluye. Pienso en todo eso, mientras ellla hace crucecitas en su lista de sitios mágicos inconclusos.
5 de septiembre de 2016
¿?, Flavia Ricci
De ella de aquella la arrojada, la sabia, la misteriosa, solamente me queda lo que pudo ser. La mano oculta, la mirada esquiva, el vuelo interrumpido, sus ganas reprimidas o casi. De la otra, la mano tendida, las sonrisas, los proyectos realizados. Y por realizar. La palabra pronunciada, la compañía, la certezas y yo en aquel abismo para decidir. Mi mano que se lanza, mi mano temerosa, mi mano que elige. Entre mis dos, las dos, nos dos, allá, dos.
30 de agosto de 2016
Barreras, Flavia Ricci
Esa
Que miro de lejos
mientras voy avanzando
estiro la mano
y
tengo
o quizás
estira su mano
y me tiene
esa
sin barreras
y a la vez
con todas las barreras
hacia los demás
esa que miro
esa que huelo
esa que duerme
esa que sueña
hay más
en este atardecer hay más
en esta noche hay más
y más hay cuando llego cansada
y gira la llave en la cerradura
y abro la puerta de casa
y te veo.
Que miro de lejos
mientras voy avanzando
estiro la mano
y
tengo
o quizás
estira su mano
y me tiene
esa
sin barreras
y a la vez
con todas las barreras
hacia los demás
esa que miro
esa que huelo
esa que duerme
esa que sueña
hay más
en este atardecer hay más
en esta noche hay más
y más hay cuando llego cansada
y gira la llave en la cerradura
y abro la puerta de casa
y te veo.
Café caliente, Flavia Ricci
Hay
en la cocina
un aroma que me invade
bajo
la
escalera
y viene a mí
al punto que cierro los ojos
hasta casi llegar a la cafetera
humeante
sirvo el café
sólo para mí
y espero
como si estuvieras en mi cama
o quizás pudieras
agarrarme por la cintura
desde atrás
luego vuelvo a la realidad
y bebo sola mi café
cada mañana
no sea cosa que se enfríe
¿sabés?
sola no me pongo nerviosa
sola
me sale café caliente.
en la cocina
un aroma que me invade
bajo
la
escalera
y viene a mí
al punto que cierro los ojos
hasta casi llegar a la cafetera
humeante
sirvo el café
sólo para mí
y espero
como si estuvieras en mi cama
o quizás pudieras
agarrarme por la cintura
desde atrás
luego vuelvo a la realidad
y bebo sola mi café
cada mañana
no sea cosa que se enfríe
¿sabés?
sola no me pongo nerviosa
sola
me sale café caliente.
6 de agosto de 2016
La lección de economía, M. Montalbetti
¿Por qué los mercados no son afectados
por los grandes abandonos, por los amores que acaban,
por los desencantos y los crepúsculos?
Nadie lo sabe. Algunos lo saben:
porque los mercados responden a dos cosas
y a dos cosas solamente: al flujo de capital
y a las expectativas de ganancia.
Se repitió todo esto mientras andaba
con pasos apurados, preparando la clase
antes de dar la clase. Cruzó la calle.
El vendedor de lotería estaba parado
en la esquina, con las suertes enganchadas
con un imperdible a su camisa de franela.
Imaginó gallos. Siguió caminando.
Se preguntó retóricamente:
¿y qué afecta al amor? La clase sigue.
Nadie lo sabe. Algunos lo saben:
una cosa y una cosa solamente afecta al amor:
la demanda de amor.
(Esta es la ley sorprendente
de la que tiene que convencerlos:
la oferta de amor no afecta al amor.)
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Montalbetti.,
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5 de julio de 2016
De aquí en más, Flavia Ricci
Una nunca sabe hasta que mira hacia atrás
entonces, en aquellas fotos
nos veía tan felices
que no suponía lo que hoy sé:
estábamos al borde del abismo.
Los planes son así, una proyecta
cumpleaños, bodas, Navidades, vacaciones
y después es quedarse leyendo
un libro
en el jardín.
Allí empieza todo.
Pero claro, antes había mucho
Créase o no.
entonces, en aquellas fotos
nos veía tan felices
que no suponía lo que hoy sé:
estábamos al borde del abismo.
Los planes son así, una proyecta
cumpleaños, bodas, Navidades, vacaciones
y después es quedarse leyendo
un libro
en el jardín.
Allí empieza todo.
Pero claro, antes había mucho
Créase o no.
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desamor,
Ricci.,
Tres Arroyos
26 de mayo de 2016
Mundo sin descuidos, Flavia Ricci
Los ojos curiosos. Silencio. Mira todo. Es enorme.
Piensa, en las horas que faltan. La espera. Baranda de madera. Dedos que pasa
por la superficie. Piensa en ella. Sonríe. La mirada que va más allá (se
aventura). La tarde que cae. Todo el fin de semana por delante. Sonríe de
nuevo. Ella, ahí. Un encuentro entre tanta arquitectura racionalista. Como ella
(no es casualidad el lugar). Las palabras dejan lugar a las miradas. Se callan,
trastabillan. La mano se desliza por la baranda de madera. Se impacienta. Se
encuentran a mitad de camino. Levanta la vista. Quizás suene impertinente, pero
aflora una invitación. El deseo avanza, sigiloso. Todo se detiene. Sus sentidos
se concentran y afina el oído. Escucha. Tiene todo el tiempo del mundo y a la
vez … La mano se desliza hacia un libro de poesías. Lo abre en la página 35 y
lee. (Le) lee. (Le) sonríe. La gente circula alrededor ajena a ese pequeño
mundo perfecto. Y como si nada: poesía. Destinataria de lo que pasa. Para ella
y por ella. Se mantiene racional en su mundo sin descuidos. Pero, una mano se
desliza, al encuentro del libro que va a devolverle. Las manos apenas se rozan.
La piel apenas se toca (pero es claro que desde el principio esa piel busca su
piel). Cierra suavemente el libro. Levanta la vista. Arquitectura racional.
Como ella, y su mundo sin descuidos.
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Tres Arroyos
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