10 de diciembre de 2018

Niña que escapa, Flavia Ricci

"Durante años he huido sin saber de qué. Creí que, si corría más que el horizonte, las sombras del pasado se apartarían de mi camino (...) Comprendí que ya no podía ni quería huir más. Había vuelto a casa"




La niña que escapa tiene siempre alguien que la busca. Escapa hacia cualquier sitio porque lleva red de contención. La niña que escapa se va debajo de la cama, lejos con su mente. La niña crece y escapa lejos, tiene siempre alguien que conoce, que la busca, que la encuentra. Pero la niña se esconde. O se va. La niña más grande estudia, planifica y vuela. La joven se queda con la mente en blanco. A veces enmudece con palabras específicas que ni ella conoce. Pero suele escuchar. Plaf: muda. La joven y la niña se mezclan y ellas en una siguen huyendo, siempre hay alguien que la busca. La joven se deja encontrar. Y madura de repente con su propia descendencia. La joven cree que su hija es su motivo para no huir más. La joven madre permanece. Crece en esa confianza. Hasta que su hija huye. Una y otra vez. Huye. Huye. Se marcha sin avisar ¿Quién la espera que huye tan convencida? ¿Quién es mejor que su madre? Se pregunta ella. Su hija opta por irse, por huir ¿a dónde puedo ir a buscarte? ¿a dónde? La joven madre, ya más grande, se ha quedado sola, sin motivos que la hagan permanecer. Y un día enmudece. Para siempre. Se le han atorado todas las palabras que la vida no le dio la oportunidad de decirle a su hija. Y comienza a deambular por ahí, muda. Con la esperanza de ver a su hija aunque sea unos segundos. En cualquier parte. Solo eso. Aquella que permanecía, que tenía la certeza de acostarse y levantase con su hija, ha muerto. Ahora vaga sola, deambula, sin red de contención. Sin nada.



No hay comentarios.: