11 de septiembre de 2012

Cucharitas, Flavia Ricci

Entré apurada buscando las cucharitas.
Tu sonrisa, amplia, me iluminó el día. De paso, me saludaste como si me conocieras, o me esperaras, y yo te creí, porque vivo en una pequeña ciudad y es factible.
"Acá podés encontrar todas las cucharitas que hayas soñado", fue tu frase certera. Y yo te dije que soñaba con muchas cosas, pero no quería terminar soñando con las cucharitas.
Me vendiste unas sueltas, sin muchos detalles de mi parte y con muchas ganas de seguir el diálogo de la tuya ... Omití la frase que suele alejar ligues rápidos: "es que MI HIJA necesita las cucharitas para el colegio" ... bla bla bla ...
Te devolví la sonrisa, franca, con mi pelo habitualmente despeinado ... pagué, te saludé cordialmente y me fui pensando "si vos supieras, si supieras ....".





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