3 de marzo de 2009

CJA, Flavia Ricci

Mientras esperábamos todos que comenzara el acto de bienvenida del Jardín en el Auditorio Padre Manyanet del Colegio Jesús Adolescente, miré arriba y abajo y como una especie de flashback se me amontonaron millones de pequeñas y rápidas imágenes de cuando era una niña, de mis 14 años en ese colegio, el mismo que elegí para mi hija desde este año. Al cantar convencida el Himno Nacional, que hacía años no cantaba, en esas estrofas de "sean eternos los laureles, que supimos conseguir" me entraron ganas de llorar, así que miré hacia arriba intentando disimular. Una mezcla de la maestra de música y sus consejos para cantar como se debe el himno, ver al padre Julián que después de años en Argentina conserva su acento español, ver esos niños que son como alguna vez fui yo. Y la historia se repetía a mi lado, pero yo no soy la misma. Sentir que como mi madre eligió para mí el CJA, yo lo hacía con mi hija. Tradición, orgullo, convencimiento, mezclas. Desde aquel entonces, cuando conocía poco y nada de la vida que hoy conozco, pasó mucho tiempo, más de una década que no entraba en ese colegio, intacto, parecido, mío. Ojalá Zoe, el día de mañana sonrías como yo cuando recuerdes tu paso por el CJA.

Mamá

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