24 de febrero de 2015

Compartir el código, Flavia Ricci

Hablaba así: palabras a medias, medias frases, como si buscara la complicidad de quien la viera o escuchara, compartir el código. Mensajes de hashtag, a medias todo. Pero yo no trepaba por los significados ayudada por mis deseos, sencillamente no la entendía. Autores comunes, películas vistas, paisajes compartidos ¿así era? Se me antojaba superficial. La palabra se le atoraba en la garganta.

Un día le pregunté qué quería de mí, qué buscaba. Y me dijo que no sabía, que suponía que llamar mi atención. Hablar a medias para que quizás, sin entenderla, le preguntara algo.


23 de febrero de 2015

Las aguas del mar (fragmento), Clarice Lispector

Ahí está él, el mar, la más ininteligible de las existencias no humanas. Y aquí está la mujer, de pie en la playa, el más ininteligible de los seres vivos. Como el ser hu­mano hizo un día una pregunta sobre sí mismo, volvién­dose el más ininteligible de los seres vivos. Ella y el mar.

Sólo podría haber un encuentro de sus misterios si uno se entregara al otro: la entrega de dos mundos incognos­cibles hecha con la confianza con que se entregan dos comprensiones.

Ella mira el mar, es lo que puede hacer. Y su mirada está limitada por la línea del horizonte, es decir, por su incapacidad humana de ver la curvatura de la Tierra.

22 de febrero de 2015

No vas a entender nunca, Flor Codagnone

No vas a entender nunca mis lugares,
ni que los apropie y los quiera y los extrañe.
No sabés de mis calles ni de mis cortadas
ni de lo que sigue girando
en la calesita de la infancia.
No vas a entender esta tristeza
que es mía y que duele un cuerpo
recortado grave vacío conectado cosido.
Ni mis usos del lenguaje, ni mis deseos,
ni las pocas cosas de mí en las que creo.
Hay santas herejías de las que adolezco.



20 de febrero de 2015

Las manos, Moisés Mato

Mira mis manos. Quisiera que fueran ellas las que te hablaran. Son más verdad que mis palabras. Las manos no acostumbran a mentir. Cuando trabajaron lo hicieron sin oponer resistencia, cuando abrazaron lo hicieron sin miedo. Estas manos vieron nacer y ayudaron a morir. Fíjate. Cada pequeña línea ha sido esculpida muy lentamente. Con el paso del tiempo me siento incapaz de reconocer qué líneas se dibujaron como una huella de la alegría y cuáles aparecieron con un grito de dolor. No importa, todas me pertenecen, juntas definen mi existencia.

¿Sabes? Puedes acostumbrarte a las manos. Naces con ellas y no te das cuenta. Pero un día descubres que ellas lo son todo. Lo que ellas no han tocado no fue. Lo que ellas no han acariciado se perdió, lo que no han agarrado con fuerza se escapó.

Déjame ver tus manos.




17 de febrero de 2015

Cómo decir de pronto, J. Prilutzky

Cómo decir de pronto

Cómo decir de pronto:
tómame entre las manos,
No me dejes caer. Te necesito:
acepta este milagro,
tenemos que aprender a no asombrarnos
de habernos encontrado,
de que la vida pueda estar de pronto
en el silencio o la mirada.
Tenemos que aprender a ser felices,
a no extrañarnos
de tener algo nuestro.
Tenemos que aprender a no temernos
y a no asustarnos
y a estar seguros.
y a no causarnos daño.


Dame tu brazo, amor, y caminemos

Dame tu brazo, amor, y caminemos,
dame tu mano y sírveme de guía.
Ya no quiero saber si es noche o día:
mis ojos están ciegos. Avancemos.

Dame tu estar, amor, en los extremos,
tu presencia y tu infiel sabiduría:
por los caminos de la sangre mía
ya no sé si es que vamos o volvemos.

Y no me digas nada. No es preciso.
Deja que vuelva al pórtico indeciso
desde donde no escucho ni presencio:

Todo fue dicho ya, tan a menudo,
que ahora tengo miedo, amor, y dudo
de aquello que está al borde del silencio.





15 de febrero de 2015

Tiempo hacia atrás, Flavia Ricci

"Lo que eres  me distrae de lo que dices".
Pedro Salinas



Y si bien es cierto que todo tiene proyección, yo parto de vos. De vos hacia atrás. No son solamente las palabras que salen por tu boca, o las que escribís, por ejemplo. No son los movimientos que hacés para llegar a mí, o a cualquier sitio. Démosle una vuelta al tiempo, que Kairós, Kronos y Aión desplieguen todos sus mundos y universos. Entonces parto de vos ¿de quién si no? ¿De dónde si no? Y no vuelo encima de tus palabras que quieren llevarme a un significado que se encuentre con mis conceptos. Mejor aun, me detengo en tu boca, en el momento anterior al sonido, en ese que dio origen desde tu adentro a lo que querés decir(me). Y más aun, en el momento en que pensaste eso que querés decirme. Y más, en el instante en que, aun cuando no nos habíamos encontrado, ni nos mirábamos, se formó en vos la imagen mental de toda la escena: lo que ibas a decirme, la decisión de hacerlo, el movimiento de tu boca y el sonido de aquellos fonemas. No es que solamente me quede con las palabras, tuyas, que ahora compartís conmigo y yo sobrevuelo en busca de significados y significantes, de interpretaciones sin ruido, donde apelo a todos lo que sé o imagino. Eso sería ir de tu boca hacia afuera. Pero yo me sumerjo y nado hacia tu interior, hacia tus manos sobre el teclado cuando se disponen a escribir palabras elegidas, hacia tu mente que sabe lo que va a escribir. Kronos, Aión y Kairós, que se mezclen todos los tiempos en uno, o que desplieguen los pliegues del tiempo. Yo me sumerjo por las aguas de tu pensamiento, escalo montañas enteras sin miedo al silencio. Hay un tiempo que viene de todos los tiempos. Hay un camino que proviene de otro camino, más adentro. Hay muchos pliegues, yo no me pierdo, en los pliegues del tiempo. Tu tiempo.




14 de febrero de 2015

Suelta, Flavia Ricci

Pero yo, le dijo mirando toda la extensión de su brazo que finalizaba en sus manos aferradas, no temo dejar que mi mano descanse. Y tú, tú verás si quieres aferrarte. Muchas personas verán nuestra sagrada, inexplicable unión y querrán imitarla algunos, otros quebrarla. Quizás hubiese sido más fácil mantenernos en secreto. Pero ¿sabes qué? la energía nos sobrepasa. El mar nos llama, aquí mismo donde estamos, es la arena la que nos cuenta todas las respuestas. Silencio. No voy a mantenerme mucho más aferrando tu mano si no siento que una fuerza contrarresta mi fuerza. Porque en la unión de nuestras manos está la unión, y no en mi fuerza aferrando tu mano. No temo que nadie se interponga, ni lo que de mí te cuenten. Así le dijo. No temo a la verdad ni a que descubras mis más profundos pensamientos, porque así es la verdad. No le temo a la pureza ni al silencio. No le temo al tiempo. No le temo a darme cuenta que si te suelto no aferre tu mano la mía. Antes de haberse aferrado, le dijo, yo veía toda esa energía. 

Así habló el Dragón de fuego, en silencio. Y todo cambió. El mar. Y la arena. 





No se trata de hablar + Las distancias no miden lo mismo, R. Juarroz

No se trata de hablar

No se trata de hablar,
ni tampoco de callar:
se trata de abrir algo
entre la palabra y el silencio.
Quizá cuando transcurra todo,
también la palabra y el silencio,
quede esa zona abierta
como una esperanza hacia atrás.
Y tal vez ese signo invertido
constituya un toque de atención
para este mutismo ilimitado
donde palpablemente nos hundimos.



Las distancias no miden lo mismo

Las distancias no miden lo mismo
de noche y de día.
A veces hay que esperar la noche
para que una distancia se acorte.
A veces hay que esperar el día.
Por otra parte
la oscuridad o la luz
teje de tal manera en ciertos casos
el espacio y sus combinaciones
que los valores se invierten:
lo largo se vuelve corto,
lo corto se vuelve largo.
Y además, hay un hecho:
la noche y el día no llenan igualmente el espacio,
ni siquiera totalmente.
Y no miden lo mismo
las distancias llenas
y las distancias vacías.
Como tampoco miden lo mismo
las distancias entre las cosas grandes
y las distancias entre las cosas pequeñas.





12 de febrero de 2015

Contar, Flavia Ricci

Vos contame, como si yo no supiera, de dónde viene esa larga mirada o esa espalda cansada. Contame, porque a medida que nombrás constato lo que sé, todo lo que percibo, lo que leo en vos. Pero entiendo que necesites verbalizar todos esos sentimientos, enumerar hechos cronológicamente para que quizás se ordenen en tu mente. Cuando me hablás, no es que vea lo que me decís en ese momento, sino que entiendo tus palabras como simples fonemas que se unen para dar sentido a todo aquello que tenés dentro. Nombrar es asumir. Luego de decir compartiremos lo que sabemos. Y esa intimidad que me regalás te la agradezco y valoro. 
Las palabras son simples hilos que salen de tu boca pero, yo que te leo, me comunico en silencio. Esos hilos vienen de adentro, de muy adentro. Y salen cuando nombrás. 
Yo te escucho, como siempre, atentamente. Pero son tus manos las que antes hablaron, son tus ojos o mejor, tu mirada, es cada uno de tus movimientos, son tus palabras, acuciantes, desmedidas, angustiadas, que trepan por donde sea con tal de llegar a destino. Son telas, sonrisas, luces, tiempo. Son sonrisas por descubrir y sonrisas por recordar. Es una caminata que ha de llegar. Es un mar que debo regalarte. Es el silencio que nos invade. Ese silencio que se llena de compañía y no precisa palabras. Contame, necesitás asegurarte que te escuche y que sí, es cierto, que lo sé. Pero date cuenta que lo sé antes de que lo cuentes, porque desde antes he estado atenta. Porque cualquier diálogo se inicia en silencio. Ese silencio que tiene tanto de presencia, de sin palabras. Pero vos contame, yo te escucho atenta.


9 de febrero de 2015

Todo lo que en vos resuena, Flavia Ricci

Te asusta y evitás nombrar. De la boca para afuera. Escribir, liberar lo que sale de tu mente. Dejar las manos sueltas y respetar su recorrido.
Pero la realidad no se deshace, ni se desanda. Pero entonces las palabras recorren tu cuerpo, remolinean en tu pecho y se atrincheran en tu mente, donde resuenan como eco. Invaden y se apropian de tus sueños. Pero entonces día tras día callás. Y no hay mucho que decir: te miro y las leo, claramente. En silencio.