30 de septiembre de 2008

eSe hombre, Flavia Ricci


No te explicás mis formas de ser y sabés que contás con ventaja por vivir conmigo. No me explico que me sonroje siendo la reina de esta casa. Paseando por toda la casa y de manera indistinta con un vaso de cerveza roja o una taza de café boliviano, descalza, antes de que llegues. Desde el balcón escucho tus acordes intentando cantar Marisa Monte, cierro los ojos, la vida pasa y la noche avanza. Avanza con sahumerios, con paz, mucha paz. Salí de un comic y me metí en una agradable comedia. Sé que vayamos a donde vayamos, te miro y me das paz. No el apremio, no el "quiero siempre más" ni el "nada me basta". Puedo estar en el teatro, en el cine, cenando o bailando. Mente sana, sonrisa sincera. Mucha paz ...

26 de septiembre de 2008

Besos y flores, Flavia Ricci


Es decir, y a pesar de tus besos, no es una imagen esto que ves de mi. Es decir, y a pesar de mis enojos, me esmero en explicarte que éste es el combo que me va bien. Es decir, y a pesar de que hagas de cuenta que él no existe, me temo que es real, real más allá de mis intentos de hacerlo un personaje de comic, más allá de la frase aquella de André Gide que en medio de tantos libros leía ayer en mi balcón: "Del absoluto olvido del ayer, creo la novedad de cada hora". Son tan reales tus besos como que él existe. Es tan vigente esta relación en tanto él no aparezca.

24 de septiembre de 2008

Vos II, Flavia Ricci

Te quiero, de forma pegajosa.
De forma insistente, de forma desafiante.
Te quiero con todos mis rulos
y también con mi pelo corto.
Te quiero con mis pensamientos,
con todos.
Te quiero dentro de mi vida
dentro de mí
Te quiero con tu mirada preocupada
Te quiero con tus manos de artesano
el mejor
Te quiero frunciendo el ceño cuando leés
Te quiero concentrado en tu música
Te quiero con tu paso largo
Te quiero aunque estés lleno, llenísimo, de miedos
Te quiero en horizontal
te quiero dormido
Te quiero sobre mí
Te quiero despierto
mirándome
sin perderme pisada
Te quiero vertical
convencido de hacer algo
te quiero haciéndolo
Te quiero atractivo
Te quiero sexual
Te quiero con tus manos grandes
que siempre hacen cosas bellas
que siempre hacen algo
Te quiero entre mis reflexiones más profundas
porque ya has tocado mi profundidad
Te quiero en mis cavilaciones más recónditas
porque en todas ellas estás vos
Te quiero conmigo, siempre
Te quiero y cómo te quiero
Te quiero con el paso del tiempo
Te quiero con convicción
de que voy siempre a seguir diciéndote que te quiero
y de que vos también, tal vez, con el paso del tiempo, me lo digas a mí.

20 de septiembre de 2008

Primavera Sarkany, Flavia Ricci



Rojos, con la punta de un taco de 10cm que no supera el tamaño de mis uñas. Rojo furioso, rojo nocturno, rojo de fiesta, rojo pasional, rojo equilibrio. Rojo de tacos altos, rojo estilizado, rojo de seducir, rojo de diseño, rojo femenino, rojo sexual, rojo acharolado, rojo del mejor cuero argentino, rojo moda, rojo Baires, rojo. Con estos zapatos doy mi bienvenida a la Primavera en medio de la noche porteña y con amigos. Salut.

Inténtalo encontrar, Mayte Martín

¡¡¡ Feliz Primavera para todos !!!!



Qué es el amor?
Mira hacia la montaña cuando sale el sol
busca en el arco iris un nuevo color
no te conformes nunca con ser un pensador

Qué es el amor
Pregúntale al jilguero, al río y la flor
él no tiene senderos, pero es andador
no necesita puertas, es camino

…Y es que el amor
como todo lo que es bello, no tiene explicación
es refugio y morada de algun soñador
que jugando a poeta, quiero ser cantor

…Y es que al final
tendrás en tu inventario lo que llegas a amar
después no tendrás tiempo de volver a empezar
ahora es el momento, inténtalo encontrar

Qué es el amor?
Una ventana abierta de la ilusión
es mirar hacia el cielo con el corazón
sin miedo a la caida

Ten cuidado, Flavia Ricci

Hace un tiempo conocí a un hombre que hacía y pensaba cosas distintas, a veces opuestas. Que por temor a encontrarse consigo mismo, se mostraba como lo que quería ser, pero a la vez temía ser. Que no tenía paz y se notaba en sus ojos. Que corría indómito de un sitio a otro como consecuencia y origen de su soledad, de la que él mismo se generaba. Conocí a un hombre que me mentía por miedo. Al que desde el primer momento debí alejar de mi vida porque ni él mismo podía con su enfermedad. Que se sumergió en drogas para escaparle a un mundo del que no se puede escapar. Que simplemente por cobardía no terminó con su vida. Conocí a un hombre que me sumió en la más absoluta incertidumbre, bajo su manto de mentiras y falsas certezas. Que en lugar de refugiarse en mí buscó darme seguridades basadas en sus mentiras. Conocí a un hombre que creyó que creí en él, en sus mentiras. Conocí a un hombre que perdió mi confianza a los pocos días de estar conmigo. Y me remató con falsas promesas. Conocí a un hombre que huía de todo, de todos, que no encontraba su propia armonía. Conocí a un hombre que porque no era amigo de sí mismo, jamás podría ser amigo de los demás. Conocí a un hombre que me ocultó su sexualidad, sus defectos, sus temores, sus fallos del pasado y del presente.


¿He dicho que conocí? Mis disculpas ... simplemente se cruzó en mi vida. Y cada vez que escucho a Mayte Martín en esta bulería me recuerda al hombre sin destino, y sin paz. Y me invade una tremenda pena por él.


Ten cuidao

Me avisaron a tiempo: ten cuidao!
Mira que miente más que parpadea
mira que por su modo y su ralea
es de lo peorcito del mercao
y son muchos ya los labios que han besao
y a lo mejor te arrastra en su marea
y después no te arriendo la tarea
de borrar de tu mente lo pasao
Ten cuidao, ten cuidao!


Pero yo me metí por tus jardines
dejando que ladaran los mastines
y ya bajo la zarpa de tus besos
sin miedo de morir en la aventura
yo me colmé de tu boca con locura
y me caló tu amor hasta los huesos

19 de septiembre de 2008

Historia secreta de Costaguana, Juan Gabriel Vásquez


Sí, eso les explicaría: que no le interesaba regresar, porque la ciudad, aunque se hubiera recuperado para la democracia, continuaba estando perdida para él. No volvería nunca a vivir en ella, les diría, pues la vida allí le parecía acabada, como si le perteneciera a otro hombre (...) Pero no lo entenderían, por supuesto, y los que lo entendieran se negarían a creerle o tratarían de convercerlo con frases como la ciudad de tus padres o la ciudad que te vio nacer, y él tendría que mostrarles, a manera de prueba irrebatible y fehaciente de su nuevo destino, la mano del chino muerto, el índice que siempre apunta, como por arte de magia, a la provincia de Panamá.

18 de septiembre de 2008

Vos, Flavia Ricci

Yo decreto en este mismo momento llamarte "mi amor".
O "amor" a secas,
que más me importa lo que siento por vos
a que seas "mío".
Pero con "mi amor" quiero decir que te lo doy todo,
hasta lo borroso,
hasta mis temores.

Con "mi amor" quiero decirte que decreto en este mismo momento seguir sintiendo
y renovando,
aun a costas de quedarme sola,
que sos "mi amor"

Decreto seguir llamándote así lo sepas o no,
en silencio o por escrito
porque me hace sentir bien haberte conocido
y haber compartido todo aquello


Decreto que seas "mi amor"
aunque mientras vos probás
yo vivo

Decreto y me esmero por llamarte "mi amor"
aun a sabiendas de que no sea recíproco
Decreto y compruebo que sos mi amor
el amor de mi vida
que no mentía cuando te lo dije
que no miento
que no.

Hombres, Flavia Ricci

Te acabo de cruzar, por Alem. Puede ser ibas leyendo?

Sí, uno de mis defectos es caminar por Alem sitiendo el viento de Puerto Madero sacudir mis rulos rumbo a Plaza San Martín, con uno o varios libros en la mano que no puedo esperar a leer.

Era yo, sí ¿No me digas que pasé de largo?

Miro hacia todos lados?
Sigo mi camino?
Sigo mi camino mirando hacia todos lados?


Te veías linda, lástima me di cuenta tarde. Estoy muy quemado del trabajo. Espero verte pronto. Beso.

No sé si te habrás dado cuenta tarde que me veía linda o que me habías cruzado por Alem, en todo caso el conjunto brisa, libros, piropos me hizo bien. Y me recordó a las anécdotas de Alem con esos hombres de traje que trabajan en Catalinas.

En eso estaba pensando cuando llegaron unos acordes de guitarra criolla desde una de las habitaciones de mi casa. Y pensé qué hermoso suena,

y me quedé disfrutando esa musiquilla
y pensé que ya estamos en primavera
y pensé en vos, como cada día.

17 de septiembre de 2008

Mis dos mundos, Sergio Chejfec


Los puntos o circunstancias donde concentro mi atención toman la forma de enlaces de internet (...). En las caminatas una imagen me lleva a un recuerdo, o a varios, que a su vez imponen otras evocaciones o pensamientos conectados, muchas veces azarosos, etc, creando en general delirantes ramificaciones temáticas que me desbordan y dejan exhausto. Quiero decir, soy víctima de los primeros tiempos de internet, cuando el recorrido o la navegación a través de la red estaban menos regidos por la fatalidad y la eficacia de los buscadores como lo está hoy, y uno debía derivar entre cosas parecidas, extravagantes o difusamente relacionadas.

Franz Schubert para el amor de mi vida, Flavia Ricci

Existe un solo lugar, un solo momento, una sola mirada y un solo hombre en el que pienso cuando escucho esta canción ...

16 de septiembre de 2008

El teu amor, Dusminguet

Canción precisa, para personas precisas ... de las que es preciso precisar ...


El teu amor
és son
és mort
és dolç
és calor
és son
és abric que mata
és abric que adorm
és abric que em fon

Ionqui d'amor sóc
el meu cos vesteix de dol
un somriure per passar la nit
demà et deixo, et deixo al llit
de la suite

El teu amor m'adorm
em xucla, em torna enrere dins del ventre

Ionqui d'amor sóc
para nano que això mata
que la vida no t'enganya

Viu, viu i la pena al riu
Viu, viu i la pena al riu..

El teu amor es trist
sempre taca com la daga
el teu amor no em vol
sempre mata quan m'atrapa


10 de septiembre de 2008

Cap a Barcelona, Flavia Ricci

De repente se vio flotando en el tren, miraba a la gente como despidiéndose y muchas cosas pasaron a darle igual: volvía a Barcelona. Pensó en la fecha que se había puesto para volar, enumeró las cosas que tendría que realizar antes, en las que debería planificar para que, una vez allí, todo saliera como lo había pensado. Caminó por la Estación Retiro con el pasaje a la Estación Rivadavia en su mano derecha, con la que le salían mejor las cosas. Se metió en el último vagón para salir junto a la puerta de salida en Lomas de Núñez, a lado de su casa. El día estaba hermoso pero ella sólo flotaba. Comenzó a mirar, cosas que antes sólo había visto. Comenzó a escuchar cosas que antes sólo había oído. Esas palabras que nos hermanan vayamos donde vayamos porque no sólo compartimos un idioma, sino que es el nuestro, con nuestro acento, con nuestros giros y nuestras formas de hacer que a Cervantes se le ericen los pelos. Un joven pasó a su lado vendiendo objetos surrealistas: una birome con linterna en una punta. Ella sonrió sin que el joven la viera: ¿alguna vez alguien utilizaría una linterna que estuviese en la punta de su birome? Pensó en qué circunstancias lo haría y sonrió una vez más. Mientras las palabras del joven pasaban a segundo plano en su nivel de audición, ella se imaginaba diciéndole al joven si quería ir a Barcelona, si conocía Barcelona, si dejaría Buenos Aires para ir a Barcelona. Y muchas de esas preguntas en realidad eran para ella. Su propia e inaudible voz. B A R C E L O N A.

Se le llenaron los ojos de lágrimas conforme el tren avanzaba con su vaivén, miró hacia un lado y vio el Hipódromo de Palermo, recordó sus diálogos ¿Cuántas veces había pasado por allí? ¿Cuántas cosas había hecho en la vida, en su vida, creyendo que habría más de lo mismo y de repente no lo hubo? Sus ojos ya no soportarían mucho más el peso de las lágrimas, así que con un ademán distraído se sacó las lágrimas con una mano y miró hacia el suelo disimulando la angustia.
Así, flotando en el aire, llegó a su casa. En cuanto atravesó la puerta miró a su alrededor y enumeró:

- La cerveza que acostumbraba degustar cada viernes al terminar la semana mirando el cartel de Carrefour.
- Los embutidos de Capriata.
- El dulce de leche Treláctea que devoraba a cucharadas con su hija mirando TV.
- Los paseos en bici.
- El "che boludo" que la hacía sentirse en Buenos Aires, aunque jamás diría esas palabras.
- Ese acentito pegadizo y aporteñado que sonaba en sus oídos cuando caminaba sintiéndose que ella era, que pertenecía a ese sitio, a su Buenos Aires.

Enumeró tantas cosas que cayó en la cuenta de cuánto se había metido Buenos Aires en su piel, de cuánto se había adaptado, de lo que había constuído. De que, aunque ella no lo creyera, se había terminado encariñado con la ciudad. Algo que ella misma desconocía. Sabía que amaba Buenos Aires, pero desconocía que lo amaba tanto que se había adherido a su vida como un chicle. La Reina del Plata ...

Miró el billete en su mano, una lágrima cayó encima. Y otra, y otra más ...

Y allí en Barcelona:

- Sus amigos del alma.
- Sus Voll-Damm.
- Los chiringuitos en La Barceloneta.
- El barri de Gràcia.
- Sus noches sólo suyas.
- Zoe y ella, 5 años después, mirando juntas el Mediterráneo.
- Las risas de siempre.
- Saint Pol del lado nudista con Jaume.
- La Virreina con Nil, Maia, Karma.
- Las carcajadas mirando de lado de Sònia.
- Glaciar a las 11 de la noche cada viernes.
- Los asados argentinos en Castelldefels


Y pensó que si el tiempo se lo hubiese permitido, le hubiese podido recitar a él aquellos versos de Pablo Neruda:

"Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar, indefectiblemente te encontrarás a tí mismo, y esa, sólo esa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas"

El Laberinto de la Felicidad, Àlex Rovira y Francesc Miralles


¿Quién eres?

Aquella era la pregunta que debía responder para pasar al otro lado y proseguir su camino. Tranquilizada por la sencillez de la prueba, se limitó a decir bien alto.

- Soy Ariadna.
- ¡No! -repuso lúgubremente la máscara-. Ese es sólo tu nombre. Yo te pregunto QUIÉN ERES.
- Soy una mujer de treinta y tres años que se ha perdido en el Laberinto de la Felicidad.
- ¡No es suficiente! Miles de humanos, entre ellos otras mujeres de tu misma edad, se han perdido aquí dentro. Muchos ni siquiera han logrado salir y han muerto de viejos entre estos muros. ¿Quién eres tú? - bramó la voz.

Ariadna se quedó muda. No esperaba que aquella pregunta aparentemente sencilla tuviera una respuesta tan complicada. Al ver que no respondía, la máscara de la puerta empezó a increparla así:

- ¿Eres una criatura de dudas? ¿Te dedicas a negar lo que otros afirman? ¿Eres ave de mal agüero? ¿Eres ilusa, desconfiada, escéptica?

Ariadna recordó entonces cuando era muy pequeña y se metían con ella. En esos casos siempre se había rebelado. ¿Dónde había ido a parar toda esa fuerza interior?

- ¡Cállate! -saltó ante la palabrería de la máscara-. ¡Soy lo que yo decida ser!

Y, al decir esto, las puertas se abrieron.

4 de septiembre de 2008

12, Oliverio Girondo

Se miran, se presienten, se desean,
se acarician, se besan, se desnudan,
se respiran, se acuestan, se olfatean,
se penetran, se chupan, se demudan,
se adormecen, despiertan, se iluminan,
se codician, se palpan, se fascinan,
se mastican, se gustan, se babean,
se confunden, se acoplan, se disgregan,
se aletargan, fallecen, se reintegran,
se distienden, se enarcan, se menean,
se retuercen, se estiran, se caldean,
se estrangulan, se aprietan, se estremecen,
se tantean, se juntan, desfallecen,
se repelen, se enervan, se apetecen,
se acometen, se enlazan, se entrechocan,
se agazapan, se apresan, se dislocan,
se perforan, se incrustan, se acribillan,
se remachan, se injertan, se atornillan,
se desmayan, reviven, resplandecen,
se contemplan, se inflaman, se enloquecen,
se derriten, se sueldan, se calcinan,
se desgarran, se muerden, se asesinan,
resucitan, se buscan, se refriegan,
se rehúyen, se evaden y se entregan.

3 de septiembre de 2008

Yo, vos, nosotros, Flavia Ricci

Antes del nosotros, busco en vos el yo. Y no porque no me ilusione que haya un nosotros que sé que es mucho más que vos y yo: es un vos y yo fundidos, mezclados. Pero quiero que aparezca, indomable, ese yo que no es egoísta, mucho menos egocéntrico, sino que es un yo que me permite delinear tu persona, lo que querés, lo que no. Un yo que marca límites. Que me permite conocerte. Un yo que no se esconde en un nosotros falso, que finalmente me deje sola conmigo misma, creyendo que hay un nosotros que nunca hubo. Un yo que se dibuje único: tu yo. Antes que el nosotros busco tu yo. Un yo que me diga lo que querés, lo que de verdad querés, sin que te importe incluso si hay un nosotros cierto, pero apostando claramente por ello. Un yo que me deje pensando en por qué elegirte. Por qué sos único, por qué sos vos y quisiera que fuésemos un nosotros. Antes que un nosotros quisiera que me hables de tu yo. De lo que querés, de lo que deseás, de vos. Quiero saber que sos lo que decís, que no es una pantalla, que no es ficción o realismo mágico, que nuestro mundo no es Macondo. Cuando decís yo se me iluminan los ojos, porque sé que tu yo intenta conquistar a mi yo para construir un nosotros. Y eso me puede. Porque sé que con o sin mí vas a ser vos. Porque confío en que sos como me decís ser. Porque no es a través de mí que sos vos, sino que sos ese yo más allá de todo. Y sobre todo porque es a través de conocerse a uno mismo, que podemos comenzar a hablar de un nosotros sólido. Tal y como quiero las cosas yo.

Música, Frank Zappa

Recuerda que la información no es conocimiento. El conocimiento no es sabiduría. La sabiduría no es verdad. La verdad no es la belleza. La belleza no es el amor. El amor no es la música. La música ... la música es lo mejor.

1 de septiembre de 2008

Centrífuga, Flavia Ricci

"Fuerza centrífuga es la que tiende a alejar los objetos del centro de rotación mediante la velocidad tangencial, perpendicular al radio, en un movimiento circular", Wikipedia

Septiembre, primavera en Buenos Aires, una vez más primavera. Una vez más su estación del año preferida por estas latitudes. Miró su casa, miró alrededor, preparó un café Buena Vista que le habían obsequiado desde Bolivia y se quedó tomando sol en el balcón con la cabeza hacia atrás. Pensó en la repetición de los días, pensó en que una vez más aparecían esos aromas a calor, esas bebidas que daban más gusto en primavera, y que volvía a aflorar en la gente esa predisposición a salir y permanecer en la calle haciendo nada desde las 19 en adelante. Pensó en la costanera de Vicente López, en San Isidro, en barriletes y Carlitos mirando el río color de león. Una fuerza centrífuga que llevaba dentro la devolvía a aromas, sitios y gente conocida, que entonces volvía a reconocer. Y con una sabiduría que descubrío que tenían esas repeticiones en su vida, también la fuerza centrífuga expulsaba a personas y hechos no deseados, que por falta de estabilidad o desinterés o simplemente porque no era el momento ni el lugar, salían de su vida. Los círculos eran sabios, las repeticiones cada vez más intensas. Porque repetir sus días junto a lo que le hacía bien, volver a sentirse libre repitiendo, era lo que finalmente había buscado. Ahora no le parecía tan extraño aquello de planear un año lo que le gustaría al siguiente. Era la primera primavera en ese balcón, porque allí todo había comenzado un verano. Y entonces, pensó, cuando llegue nuevamente el verano podrá resignificarlo, con su fuerza centrífuga que expulsaba todo lo que no estaba dispuesto a aferrarse. Escuchó un ruido y fue hasta el lavadero: el lavarropas estaba en su fase C y ella se quedo con una media sonrisa mirando cómo centrifugaba la ropa. Lo abrió, miró la ropa toda pegada a las paredes de metal plateado. Volvió a sonreir. Había aun aroma a café en la cocina, pero ella se preparó unos embutidos con queso, pan recién salido del horno que aprendió a hacer durante el invierno porteño y abrió una cerveza negra. Sólo una media se había desviado del centrifugado del lavarropas y se había colado entre sus paredes plateadas y su borde de goma gris. La agarró, la miró, vio que estaba algo sucia. Y la tiró al cesto.